Como no va estar dolida/ Quien reparte su fortuna/ Y una corona de tunas/ Le han puesto toda la vida/ No se mantiene en ayunas/ A quien pone la comida.
José Juan Molina A.- Grupo Gran Coquivacoa
Como resultado de la incidencia del hambre y la desnutrición, la honorable Corte Constitucional colombiana, emitió la sentencia T-302 del 2017 para solicitar a las entidades del Estado la especial de protección y reconocimiento de derechos fundamentales a los niños y niñas del pueblo wayuu, fallo de estricto y obligatorio cumplimiento para los diferentes niveles del gobierno., cuyo responsable de coordinar su cumplimiento está en cabeza de la presidencia de la república.
Aunque el proceso de cumplimiento, aún está por verse, en el territorio peninsular con la llegada del nuevo gobierno se respiran nuevos vientos y tiempos de esperanzas y más cuando se desarrolla la estrategia de la transición energética justa para La Guajira y se enarbolan con promesas reivindicatorias, las banderas de cese al olvido del pueblo wayuu, que aporta sus recursos naturales, y se le da una corona de tunas a cambio. Ello no puede seguir así y las comunidades deben ser incorporadas como socias.
La transición energética ya llegó y se debe aprovechar para hacer un acto de justicia con los wayuu. La transición es una fase, que debe ser entendida como el conjunto de cambios en los modelos de producción, distribución y consumo de la energía para evitar las emisiones de gases de efecto invernadero. Entre los ajustes que deben llevarse a cabo se encuentra el reemplazo de combustibles fósiles y la incorporación de las comunidades. En ella se dejará de consumir carbón y petróleo. La energía solar, la eólica, energía azul, hidrógeno verde, mareomotriz (mareas altas y baja) y la energía undimotriz que aprovecha las olas del mar, serán las fuerzas para mover la producción global.
En los últimos años la energía fotovoltaica y la eólica se ha sumado a otras tecnologías ya maduras, como la hidroeléctrica y la geotérmica y son las grandes protagonistas de la transición en curso. Un verdadero cambio de paradigma centrado en el abandono paulatino de las fuentes fósiles y consecuentemente en el cierre de las centrales de carbón.
El desarrollo de nuevos sectores como la energía marina y el hidrogeno verde, podrían contribuir en el corto plazo a la transición mientras que serán decisivas las tecnologías de storage es decir sistemas de almacenamiento de energías capaces de compensar la intermitencia de fuentes como la solar y la eólica.
Es de conocimiento público que La Guajira cuenta con un importante potencial en estas alternativas que se diseñan y hace la diferencia en materia de velocidad del viento y radiación solar por metro cuadrado. Su ubicación en el Caribe le otorga el protagonismo. Según el Ministerio de Minas y Energías, el departamento tiene un papel esencial en la transición energética nacional, que esperamos sea justa con el territorio y sus habitantes, planteando un nuevo modelo de gestión empresarial y social, que tendrán necesariamente que incluir como aliados al sector privado para jalonar el cambio esperado por los wayuu por el aporte de territorios ancestrales, lugares en donde la muerte de niños por desnutrición, enfermedades respiratorias y diarreicas agudas, son de alta incidencia, tanto así, que a la semana epidemiológica 50, ya son 158 las vidas que han cobrado en el transcurso del año..
Producto de diferentes subastas, el gobierno nacional ha venido adjudicando a diferentes empresas multinacionales la realización proyectos eólicos, que esperamos impacten de manera positiva sobre el nivel y calidad de vida de los nativos del territorio, como parte de la deuda social histórica del Estado colombiano con La Guajira.
En esta fase del desarrollo de la transición energética se hace necesario que el Estado colombiano y las entidades territoriales garanticen una verdadera participación comunitaria, que implica una real y transparente consulta previa, libre e informada, con garantías de derecho para las autoridades tradicionales wayuu y que no se vea como un simple trámite de escritorio, que alimenta y desarrolla caldos de conflictos caniles en la comunidad. Bajo los lineamientos de una seria política de responsabilidad social corporativa, la llamada transición energética justa que oferta el gobierno nacional debe plantear necesariamente un proceso alternativo y complementario de apoyo a favor del pueblo guajiro.
Son muchos los beneficios para los sectores económicos. La transición energética no se limitará al cierre progresivo de las centrales de carbón y al desarrollo de energías limpias, sino que es un cambio de paradigma de todo el sistema. Una gran contribución a la descarbonización que hace más limpios también otros sectores, como el transporte, la digitalización de las redes, logrando niveles de eficiencia energética. Con todo eso se benefician no solamente el clima, sino también la economía y la sociedad global.
Desde el punto de vista ambiental, las fuentes renovables y la movilidad eléctrica reducen la contaminación, mientras que las centrales de carbón pueden ser reconvertidas a una perspectiva de economía circular. Además, por lo que se refiere a la sostenibilidad social, los nuevos empleos podrán absorber las labores de aquellas personas que hasta la fecha han estado trabajando en el sector termoeléctrico. Así las cosas, es importante que la transición energética sea inclusiva y que nadie se quede atrás y en especial los wayuu.
En este contexto y en aras de la sana incidencia en el territorio, esta expedito el camino a seguir para impulsar el cumplimiento de los objetivos constitucionales de la Sentencia T-302 de 2017 que ordena el acceso oportuno al agua potable, alimentos, atención integral en salud con enfoque diferencial étnico, accesibilidad a vías de desarrollo y apoyo incondicional a su soberanía alimentaria, como resultado de un verdadero dialogo genuino.
El cambio hacia un modelo de producción verde en La Guajira implica un compromiso de responsabilidad enorme, reconocimiento de inclusión con visión social y garantías de participación a través de proyectos sociales sostenibles a largo plazo, ya que como dice la gaita cantada por el conjunto Gran Coquivacao, “no se puede seguir manteniendo en ayunas a quien pone la comida”. La Guajira no se merece la corona de tunas que la república hasta ahora le ha asignado.
Cesar A. Arismendi Morales