NO TE COMPARES CON NADIE

No te compares con nadie; hacerlo con quien tiene mucho, puede llevarte a sentir envidia, celos, inseguridad, bajar tu autoestima, conducirte a la depresión, al fracaso y a creer que eres inferior a aquel o aquellos con quienes te comparas; compararte con quien tiene menos, puede llevarte a ser una persona altiva.

La comparación es algo realmente tonto, pues cada persona tiene un camino a seguir hasta el cumplimiento de un propósito; para alcanzarlo, no hay que buscar la aprobación de nadie, juzgarnos duramente a nosotros mismos y exigiéndonos más de lo que podemos dar; basta tener amor propio y entender que lo que Dios demanda de mí no es lo mismo que demanda de cualquier otra persona que me rodea.

El Padre no está a la expectativa de que fracasemos para condenarnos, ni tiene en mayor estima a aquellos que tienen muchos títulos, muchas medallas, poder o influencia; ante Él somos iguales. Cuando entregó a su hijo para morir en la cruz, lo hizo por el rico y por el pobre; por el sabio y por el necio; por el estudiado y por el ignorante; porque hay algo que todos tenemos en común y es que somos pecadores y necesitamos ser salvos.

Dice en Gálatas 6:4: “Presta mucha atención a tu propio trabajo, porque entonces obtendrás la satisfacción de haber hecho bien tu labor y no tendrás que compararte con nadie”.

El problema de caer tan bajo, es que nos lleva a valorar a las personas por lo que tienen o hacen, en lugar de valorarlas por lo que son en su esencia como seres humanos, lo que puede fomentar el afán por competir y demostrar quién es mejor, terminando en rivalidades totalmente absurdas y ridículas, que para nada promueven la paz, el amor y la armonía que Dios nos pide tener los unos con los otros.

Dice en 1 Samuel 16:7 “el simple hombre ve lo que aparece a los ojos; pero en cuanto a Jehová, él ve lo que es el corazón”, esto quiere decir que ante Dios somos valiosos por lo que hay en nuestro corazón, por lo que pensamos, por lo que sentimos, por lo que deseamos para los demás y por las intenciones para aquello que deseamos para nosotros mismos.

Todos tenemos fortalezas y limitaciones, debemos ser humildes para entender que el ser mejores que otros en algo, no nos hace superiores y aceptar que siempre va a haber alguien mejor y eso no nos hace inferiores. Recuerda que, cuando llega la arrogancia, llaga también la deshonra, pero la sabiduría está con los modestos (proverbios 11:2)

Entonces ¿Qué es lo que nos da valor? Él te ha dicho, oh, hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que Jehová espera de ti? Solo que practiques la justicia, ames la lealtad y andes con modestia junto a tu Dios (Miqueas 6:8)

Así pues: NO TE COMPARES CON NADIE.

Jennifer Caicedo

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