¡Estás filosófico! Así me comentaba un amigo en días pasados a raíz de mis últimas reflexiones. Pues, sí. Este fin de año 2024 y comienzo del nuevo, en vez de leer libros de lanzamientos, me dediqué a releer El Gatopardo, La montaña mágica, Cien años de soledad y Memorias de Adriano.
En estos momentos, los colombianos necesitamos ver el bosque, analizar cada detalle y propuesta es crucial para quienes nos hemos sentido defraudados por el cambio (en el fondo muchos lo queríamos) … Un nuevo modelo no solo no ocurrió, más bien, hubo un afán de destrucción. Ante eso, nos queda releer los clásicos; como dice Italo Calvino, siempre hay que volver a ellos, porque ahí está la sabiduría para tiempos difíciles.
Como médico, veo una crisis inminente a cada instante, no a diario, sino a cada instante: faltan medicamentos y recursos para resolver los problemas de los pacientes, tanto que hemos retrocedido en la terapéutica en forma significativa. Como en 1992, se siente la falta de energía eléctrica y ni decir el desorden fiscal, es como entrar al cuarto de un pelao chiquito.
El ágora se volvió loco, la pausa es necesaria; suplantar la X será el reto de quienes aspiran a convencernos por un mejor país en el concierto mundial para enfrentar tantas crisis y guerras. A pesar de todos los problemas, me asalta un entusiasmo y ver el presente con más optimismo mirando el régimen de Maduro se consolida como dictador sin importarle una higa a sus compatriotas, el mundo comienza a despertar y los colombianos que permitimos la convivencia del narcotráfico deberíamos también sentir un tanto de vergüenza y tener el valor de reconocer que nuestro gobierno pusilánime no puede continuar en pleno siglo XXI apoyando soterradamente ni la dictadura ni el maridaje del Estado venezolano con el terrorismo y el dinero sucio.
Y, en el entretanto, la vida continúa indexada con el salario mínimo, o sea, todo será más costoso. Pero, como dice Juliana Mejía: “El reto, en últimas, es aprender a navegar y disfrutar la travesía”. Estoy optimista porque tenemos la oportunidad, en nuestro caso los cartageneros, de apoyar a un buen alcalde y un buen gobernador. Tenemos la posibilidad de estar al lado de quien sufre, el enfermo; a quien la tiene difícil para conseguir trabajo podemos, ayudarle de múltiples formas.
En fin, a pesar del desgreño administrativo central, la ideologización de las cosas y el daño a la institucionalidad, tenemos la oportunidad de prepararnos y en 18 meses retomar un nuevo rumbo, un verdadero cambio que mejore las desigualdades y permita soñar con una Colombia pujante y que vuelva por el sendero de un siglo que ya cumple su primer cuarto.
Estoy optimista porque aquellos que soñaron que su voto iba a cambiar para bien han visto que el Estado se engorda mientras al resto de los ciudadanos se nos caen los pantalones por las estrecheces que vivimos con gastos de bolsillos corrosivos.
Sigo optimista porque los jóvenes se dieron cuenta de que ellos fueron usados. En fin, sigo optimista porque ya el Sol no se puede tapar con la mano. PS: Solidaridad con los hermanos venezolanos.
Orlando Bustillo Pareja