La sexta ronda de negociaciones con el ELN, difícil y definitiva como las anteriores, cargará el peso de la indignación por el asesinato de 22 jóvenes en enero de 2019, recordados con honores militares como un mensaje al ELN; una exigencia del país para no olvidar a las víctimas, tema aplazado de la agenda.
Carga también con el tema latente del secuestro, pues apenas firmado el Acuerdo para la suspensión de ese delito con fines económicos, Antonio García insistió públicamente en que no se suspenderían si no hay financiación.
Y carga con la renovación del cese al fuego, que cumple 180 días el 30 de enero, con una valoración agridulce, pues, de una parte, según el último informe del CERAC, durante lo corrido del cese hasta el 3 de enero, las acciones ofensivas disminuyeron 77% frente al promedio mensual entre agosto de 2022 y julio de 2023. Igualmente, los combates con otros actores se redujeron 43%.
Sin embargo, la violencia que no cesa. En el último mes analizado por el CERAC (diciembre 2023) se presentaron 3 acciones ofensivas consideradas violaciones con saldo de 2 muertes, y 4 combates con otros grupos, con el desplazamiento de 1.340 personas, el asesinato de 3 civiles y el confinamiento de 150 familias. De los últimos días, el país recuerda la retención de una ambulancia de la Cruz Roja en Tame, Arauca, una contravención al DIH y, por tanto, al cese al fuego.
Sin embargo, el juez del cese al fuego ante la Mesa de Negociaciones es el Mecanismo de Monitoreo y Verificación, el cual, según el último informe de la ONU, recibió 170 casos de posibles violaciones a 30 de noviembre. Su informe, que debe producirse en la próxima ronda, será definitivo para la esperada renovación por otros 180 días y, sobre todo, para la credibilidad del proceso ante la sociedad.
Entre tanto, la gente sufre en los territorios, porque 1.340 desplazados de sus hogares en un solo mes, y otros tantos confinados, son apenas cifras que no retratan la tragedia por la violencia cruzada que los somete.
Hace unos días, un frente de la Segunda Marquetalia y uno del ELN en Nariño, anunciaron un “acuerdo de unidad y coordinación”, con el objetivo común de solucionar “el grave problema social que padece el pueblo colombiano”. ¡Vaya arrogancia o cinismo! Pero bueno, también afirmaron tener un “compromiso de diálogo con el Gobierno y la Paz Total”.
El ELN lo explicará en Cuba, pero si el Acuerdo en Nariño es para “hacerse pasito” y seguir hostigando a la población, estamos lejos de la paz en ese departamento. Si es para desescalar la violencia entre ellos y contra las comunidades a partir de un “compromiso de diálogo”, bienvenido sea y ojalá se replique y sea el inicio de la regionalización de los diálogos.
Lo importante es acabar con el sufrimiento de quienes han sido víctimas y lo siguen siendo, un tema esquivo que debería empezar a encararse en la ronda de Cuba: ¡Las víctimas!
José Félix Lafaurie Rivera