¿PARA DÓNDE VAMOS?

Con corrupciones, confrontaciones, sectarismo, odios, conflictos armados, revanchismo, pobreza y polarización política; ¿Para dónde vamos?  Aquí en Colombia, predominan los intereses particulares personales, sobre los colectivos generales, práctica que solo benefician a distinguidos capitalistas, que retribuyen compensaciones a políticos, por utilización servil, de quienes dicen o simulan representarnos, para usufructuar en contra, del interés popular.

La corrupción no es exclusiva en particular, ni está exenta, para ningún partido político. Entre todos los partidos políticos y cristianos, no creo que haya alguno libre de pecados, que pueda tirar “la primera piedra”. ¿Qué se puede esperar de un gobierno con régimen de corrupción consentida?  De esta forma, ¿qué gracia tiene enfrascar discusiones fanáticas, defendiendo partidos y politiqueros, para ganar indulgencia en calidad de adulador? Revisen antecedentes de hojas de vida, de individuos de partidos políticos, que nos representan en poderes, legislativos y de gobierno, para que conscientemente deduzca el resultado, que se originen de hechos, acciones y operaciones, durante el cuatreño.

Las confrontaciones de gobierno y oposición, a nada conlleva, sino a pérdida de tiempo que se desaprovechan, para hacer y materializar, programas de gobierno, ejecutar obras, promover acciones, positivas y necesarias, para abrir espacios participativos y contributivos, que sirvan de múltiples utilidades y servicios.

Los partidos políticos, deben procurar entre sí, generar confianza, que permitan impulsar, desarrollo y progreso territorial, a la vez, generar bienestar social, pero, por el contrario, si torpedean, sabotean, manipulan y actúan de mal fe, con quienes gobiernan o si quien gobiernan, operan como impositor, violador de régimen legal vigente y persiguen, a opositores y contradictores, imperando un mandato absoluto; generador violencia, ¿Para dónde vamos?

No acercamos a dos años del periodo de gobierno, del presidente, Gustavo Petro, pero no fluyen luces alentadoras, alejando esperanzas y cambios previstos. Por el contrario, brotan: dudas, incertidumbres y desánimos; al ver correr el tiempo, en peleas y espectáculos grotescos, lanzando mensajes: ofensivos, distorsivos, difamantes, desinformativo, sarcásticos, desafiantes, injurioso y amenazantes.

Cuando se descuida y abandona, la atención de tantas cosas prometidas por hacer, desvanecen la credibilidad, motivadas por adversidades politiqueras, fundamentadas en intereses de beneficios personales, con prácticas de corrupción, que a diario se divulgan, pero que de nada sirve, en razón a la contaminación generalizada e implementada en costumbres; para enriquecer ilícitamente y multiplicar riqueza, de quienes ejercen en dependencias de instituciones y poderes públicos.

La oposición al gobierno del presidente Gustavo Petro, político-militar, están empecinado y obsesionado, en tumbar al mandatario de Colombia, antes que termine el periodo de gobierno (4 años), pretendiendo un juicio político, similar al presidente de Perú, para que el Senado, lo destituya por indignidad, fundamentándose haber sobrepasado los topes o límites de gastos en campañas política.

La intención está apoyada por grupos de las reservas, de los distintos cuerpos armados de la nación: ejército, policía, fuerzas, aérea y naval; entre otras, que constituye una amenaza latente para el presidente Petro, que de hecho, no se va a dejar destronar, de quienes han venido gobernando, desde hace un siglo, llevando el país al precipicio y ahora aparecen disfrazados de redentores, denunciando las practicas inmorales, con las que ellos han triunfados, para destituir al presidente en juicio político.

Las marchas continuadas para medir fuerza popular van camino a insurgencia, con alzamientos armados, de organizaciones irregulares al margen de la ley, planificando derrocamientos, exponiéndonos a una guerra civil, que serviría de bálsamos a las narco-mafiosas, guerrillas, paramilitarismos y clanes; para participar directamente en acciones bélicas, en favor de una u otra partes. ¿Será que eso es lo que necesitamos o perseguimos?

Todos los presidentes elegidos en Colombia, al igual que los congresistas, gobernadores, diputados, alcaldes y concejales; sobrepasan los límites de gastos de campañas políticas y al único que quieren aplicársela, es al presidente Gustavo Petro. Dejen mejor los santos quietos y no alboroten las abejas y avispas. ¿Para qué cargarnos de más violencias de la qué tenemos? Más bien preparen un candidato que se enfrente en próxima competencia democrática sana, por la presidencia de la república. Dos años de espera, es menos dañino, que un conflicto armado, con trágicas consecuencias, por motivos de temeridad. Dejen trabajar y en vez de ofender, oriente a mejorar. ¿Cuántos malos presidentes, nos ha tocado que soportar? Paciencia y reflexión.

Presidente Petro, dedíquese a gobernar de manera: proyectadas, planificada, articulada, programadas y ejecutadas; con apoyo de su equipo de trabajo y apoyo presupuestal, antes que desgastar energías, enfrentando discusiones, confrontando oposiciones desatinadas y radical, que jamás reconocerán sus obras y hechos positivos.

La soberbias, arrogancias, amarguras e irritaciones; son sentimientos negativos, que traducen debilidades, padecimiento que expone a graves peligros y fracasos, generando violencia, transcendencia a crímenes, con funestos desenlaces, fuera de series. Confrontar marchas populares, de manera constantes, siguiendo el mismo libreto, es perder la oportunidad de avanzar. No pierdan tiempo, respondiendo a ignorantes, fanáticos e imbéciles, adoctrinados, en ideologías fanfarronas desembocadas en populismo.

 “Las ideologías no sirven, terminan mal con el pueblo. Asumen representación del pueblo y no dejan pensar al pueblo, terminando en dictadura”. Así opina el Papa Francisco, sobre el populismo inherente en política y gobierno.

¿Para dónde vamos? Destino incierto. Se hace necesario buscar con urgencia, alternativas diferentes, a tendencias ideológicas extremas, de izquierda o derecha, para despejar la polarización, en que nos encontramos, aturdidos de conflictos políticos e inseguridad, en todos los campos, encendidos en corrupción, que nos tienen estancados, angustiados y empobrecidos. Seguir apoyando y favoreciendo para gobernar, a una u otra parte o banda, implica seguir, en rifirrafe: eternizado, confrontativo y vengativos, en un juego de pin-pon o Ajedrez, come tumba, entre las mismos, con los mismo, bajo el predominio del mal.

 

Martín Barros Choles

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