PAZ

Creería que más que alegría o dinero, muchas personas prefieren tener paz. Ese sentimiento de tranquilidad, a nivel social y personal, que nos permite estar en perfecta armonía con la sociedad, con la familia, con los amigos, con uno mismo y hasta con Dios.

Tener paz en el mundo en el que vivimos parece una tarea imposible, naciones se enfrentan contra naciones, existen conflictos entre familiares, amigos, compañeros de trabajo, universidad o escuela, abuso laboral, incluso, a veces nos vemos en conflicto con nosotros mismos, ya sea porque hicimos algo mal y nos sentimos culpables, porque hicimos algo que no debimos hacer u omitimos hacer aquello que sí debíamos hacer, en fin, nos muchas cosas las que pueden robarnos la paz; pero Jesús nos ha dicho “mi paz os dejo, mi paz os doy,  yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. Ahora ¿Cómo llegar a ella? Y lo más importante ¿Cómo mantenerla?

Lo que decimos y escuchamos puede hacer la diferencia entre sentir paz o sentir angustia, por eso, debemos cuidar nuestros labios, ser prudentes para no perturbar la tranquilidad del otros, igualmente debemos tener cuidado de lo que escuchamos, de las personas que pueden angustiarnos, no se trata de menospreciar a nadie, pero si de nuestra paz se trata, bien hacemos al no prestarle nuestros oídos a personas chismosas, conflictivas, que generan división, que gritan, murmuran o se quejan todo el tiempo. Desafortunadamente a veces no podemos alejarnos de ciertas personas porque hacen parte del entorno familiar, laboral o son nuestra autoridad, en ese caso vale más guardar nuestro corazón, no dejar que las amarguras de otros nos afecten y lo más importante, orar por estas personas

Es de suma importancia leer las Escrituras para tener paz, mientras más nos llenemos de la palabra de Dios, menos espacio tendremos para que nuestro espíritu y corazón sea perturbado.

En Salmo 34:14, se nos invita a apartarnos del mal, a hacer el bien, a buscar la paz y a seguirla, por eso debemos procurarla en nuestro diario vivir, en el hogar, en el trabajo, evitando conflictos con la pareja, evitar maltratar a los hijos, guardar nuestra boca de decir palabras hirientes a los demás por muy enojados o dolidos que estemos, honrar a nuestros padres, ser leal a nuestros superiores, serle fiel a nuestros amigos y ser ciudadanos de bien.

El mundo puede traernos paz, pero esta es superficial, hemos visto personas amables, pacíficas, de hecho, parecer felices, sin embargo, tienen tal batalla en su corazón que terminan quitándose la vida. Por el contrario, la paz dada por el Padre es interna, puede parecer que el mundo se nos viene encima, sin embargo, estar tranquilos y confiados.

Mantener pensamientos saludables no es menos importante, nuestra batalla está en nuestra mente, por ello debemos sembrar pensamientos positivos para cosechar paz. En Isaías 26, versículo 3, dice que el Señor guardará en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Él persevera; porque en Él ha confiado.

Tener paz o no, no es responsabilidad del exterior, ni siquiera el mundo en el que vivimos o el país violento en el que nacimos. No nos quejemos de nuestro país, pues lo que vivimos no es más que las consecuencias de la maldad de cada persona. Sí, debemos orar por nuestra nación, pero antes de eso, debemos pedir perdón por la violencia que nosotros mismos provocamos en nuestro pequeño círculo y erradicarla de nuestra vida.

¿Queremos paz en nuestro país, en nuestro trabajo, en nuestra universidad, en nuestro colegio, en nuestra casa? Pues bien, 2 de Crónicas 7:14 dice: Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

Jennifer Caicedo

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