Desde el desarrollo del método científico, la humanidad ha experimentado un crecimiento exponencial en todas las áreas del conocimiento. Este avance se debe en gran medida a que la ciencia nos ha permitido descubrir verdades con información concreta e irrefutable, sirviendo como base para mejorar nuestras acciones y expandir nuestro conocimiento.
¿Pero por qué la ciencia avanza cada vez más rápido? La respuesta radica en el ciclo virtuoso del conocimiento. La ciencia crea y se nutre del conocimiento existente, generando un crecimiento exponencial similar al interés compuesto en los bancos. Cada nuevo descubrimiento alimenta nuestro arsenal de conocimiento, el cual utilizamos para desarrollar aún más conocimiento. Como el ejemplo de un agricultor que produce alimentos, si el agricultor se alimenta cada vez mejor, tendrá más energía para hacer mejor su trabajo y producir cada vez más alimentos, que posteriormente utilizará para alimentarse y así sucesivamente.
Estamos viviendo en la era del conocimiento, donde la información está al alcance de nuestra mano como nunca antes. Sin embargo, en medio de esta abundancia de información, siguen proliferando las recomendaciones irresponsables y carentes de respaldo. Escuchamos constantemente frases que comienzan con la perversa combinación de palabras “dicen que…”, seguidas de opiniones o fórmulas milagrosas que carecen de evidencia real y en muchos casos es irresponsable y descuidada. Este fenómeno, especialmente común en contextos informales y sociales, puede resultar peligroso, especialmente cuando se trata de cuestiones de salud, pero que aparentemente, para quien la está comunicando, está envuelta en un hálito de verdad por haber sido sustentada por el gran grupo de personas ¿? que “dicen que…”.
La falta de evidencia y la falta de criterio para discernir entre información confiable y especulativa pueden generar situaciones inciertas, peligrosas o desmotivadoras. El origen del chisme, subyace en la falta de evidencia, las fake news toman cada vez más fuerza pues los consumidores de información han decidido que es más fácil creer en lo que vieron en alguna parte, la mayoría de veces sin recordar la fuente, en vez de ser críticos y buscar evidencia que corrobore o refute la información recibida.
Es claro que una parte importante de esta renuncia al pensamiento crítico está cimentada en las emociones, las cuales manejan nuestro pensamiento con el timón del deseo de creer, porque NECESITAMOS que la noticia o la recomendación recibida sean reales; recuerdo unos años atrás a más de una que puso en peligro su vida gracias a unas pastillas chinas adelgazantes, estas personas se tomaban las pastillas desde el deseo de perder peso porque “dicen que son buenísimas”, pero nunca se supo quienes decían que eran buenísimas y mucho menos se verificaron sus componentes.
Es fundamental comprender que la toma de decisiones basada en emociones fuertes y sin evidencia puede tener consecuencias graves. Ejemplos como el de personas que ponen en peligro su salud al confiar en soluciones no probadas o que abandonan tratamientos médicos basados en consejos sin fundamento son alarmantes; otro ejemplo es la elección del último presidente de Colombia, quien fue elegido desde el deseo de una vida mejor de la mitad del país, sin embargo, la evidencia de su carencia de capacidades es irrefutable en los resultados de los cargos públicos previos donde ha ejercido.
Cuando somos críticos sobre la información que nos llega, estamos ejerciendo el poder que tenemos sobre nosotros mismos y estamos siendo responsables de nuestras decisiones al igual que de nuestras emociones. Puede que me encuentre en una situación económica difícil, pero si me ofrecen un negocio donde invierto $100.000 y en una semana me devuelven $300.000, no hace falta ser un genio para saber que o es una pirámide u otro tipo de esquema ilegal, sin embargo, las personas siguen siendo estafadas.
En conclusión, debemos ser críticos con todo lo que escuchamos, leemos y compartimos. Al ejercer nuestro pensamiento crítico, tomamos el control de nuestras decisiones y contribuimos al desarrollo de una sociedad más informada y responsable.
En la sociedad actual, donde la información fluye constantemente y las opiniones están al alcance de un clic, el pensamiento crítico se convierte en una herramienta indispensable. Al cuestionar y analizar la información de manera rigurosa, nos protegemos a nosotros mismos, a nuestras familias y contribuimos al bienestar de la sociedad en su conjunto.
Los invito a que discutamos sobre este análisis y que no lo tomen como una verdad, que lo piensen, lo verifiquen y que me cuenten en qué están en desacuerdo y cómo podemos mejorarlo.
Juan Manuel Mendoza-Puccini
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