POPULISMO PENSIONAL Y SUS BENEFICIARIOS

Gabelas para todos: ancianos miserables, clase media privilegiada y poderosos multimillonarios. Y el país jodido y quebrado.

En medio del hedor de corrupción de la semana, confirmando los temores de que el congreso posiblemente fue sobornado por el ejecutivo para asegurar la aprobación, entre otras, de la reforma pensional, resalto la esterilidad del debate que los extremos del tema pensional han brindado en este ya largo y dilatado trámite.

Nada se ha escuchado de fondo sobre la inconveniencia de mantener el sistema dual. No se dio el debate sobre la inequidad y costo de los subsidios del sistema de prima media con prestación definida. Mutis por el foro respecto de la bajísima cobertura alcanzada tanto por prima media como por el Régimen de Ahorro Individual (RAIS) y la mínima eficacia en el volumen final de pensionados.

El debate se centró en el raponazo a la caja del RAIS, como objetivo central del gobierno para suplir los aportes de la Nación a prima media y extraer de allí nuevas fuentes fiscales para ampliar el universo de subsidios a los adultos mayores no cotizantes.

Este objetivo esencial del gobierno no representa una forma previsional, no corrige en nada la informalidad laboral, no estimula la pobre cultura de ahorro, no mejora la productividad individual, no reduce la rigidez y costos del mercado laboral, problemas todos que están en la raíz de los efectos que se pretenden paliar que no corregir.

El concepto justicialista y etéreo de supuestamente mejorar la calidad de vida de los adultos mayores con aportes monetarios está motivado por la perspectiva de que genere réditos electorales en el corto plazo. No existe evidencia clara de que efectivamente mejore la calidad de vida del grupo objetivo que está en situación vulnerable. Incluso los datos y criterios de determinación del grupo son oscuros e imprecisos y no queda claro cuáles serán las rutas para la determinación de los beneficiarios. Se levantan, como antes en tantos programas de subsidio que sangran el presupuesto nacional, las sombras de que los criterios del SISBEN sean manipulados o condicionados por los politiqueros locales para generar capital político y amarrar a los beneficiarios. Experiencias pasadas demuestran la mínima eficacia, en la lucha contra la pobreza y la vulnerabilidad, de darle efectivo a los ancianos, pero no disuaden para nada a los populistas.

Los populistas están en modo campaña y lo esencial es sin duda desplegar de urgencia la regaladera de cheques, sin importar si se pone en riesgo fiscal a la Nación, sin importar las limitaciones logísticas del fondo público Colpensiones y sin importar si se dispara la corrupción.

Pero el populismo pensional que avanza a tambor batiente en el congreso no se limita a buscar el esquivo voto de las clases más pobres. También busca consolidar el privilegio de una porción importante de la clase media que ha venido beneficiándose de manera increíble de las distorsiones del régimen de prima media.

Este es un caso claro donde el privilegio de unos pocos se impone sobre las necesidades, derechos y apremios de los más pobres. Esa clase media del país que sabe que se beneficia de pensiones importantes en cualquier estándar internacional para las cuales no ha aportado lo suficiente, esa clase media que sabe que su expectativa de vida ha aumentado sustancialmente e insiste en beneficiarse del reconocimiento pensional a bajas edades.

A ese grupo, silenciosamente, también se dirige el gobierno populista. Una amalgama de trabajadores del sector privado y público que leyeron claramente que debían mantenerse en prima media y que saben que su esfuerzo no es correlativo a lo que reciben y que además se niegan rotundamente a que se les imponga la renta sobre sus mesadas.

Privilegiados que no se ceden en nada en su expectativa ya próxima de coronar pensión con prestación definida, así arruine al estado y exacerbe la desigualdad.

Y, finalmente, el gobierno también terminó por seducir a los grupos económicos que controlan los fondos de pensiones y, a través de ellos, controlan gran parte del ahorro privado del país y la economía.

Manteniendo la gabela del manejo de los enormes saldos actuales del ahorro privado, superiores a 415 billones de pesos, han renunciado a la mayoría de sus ahorradores a futuro, a cambio de un sustantivo aumento de sus comisiones para compensar la pérdida de ingresos frescos. Populismo para multimillonarios, que mantendrán sus rentas atadas y que aseguran para los partidos del pacto histórico multimillonarias contribuciones electorales para atornillarse en el poder en 2026.

Y los rotos fiscales, la inequidad, la informalidad y la baja cobertura seguirán allí.

Enrique Gómez Martínez 

DESCARGAR COLUMNA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
💬 ¿ Necesitas ayuda?
Hola 👋 ¿En qué podemos ayudarte?