PRINCIPIOS DE CORDERIDAD

Los años electorales representan para los territorios oportunidades y desafíos. Oportunidades para consolidar las acciones de un buen gobernante en el mediano o largo plazo; o simplemente, para cambiar el conductor del timonel de “lo público”. Los desafíos se clasifican en dos: los primeros, los estructurales, atados a las condiciones de pobreza y desigualdad de las regiones, las brechas de desarrollo y la capacidad de autogestionarse; los segundos, derivados de la incertidumbre, ligados al azar de una mala decisión en las urnas o a la consolidación de la “lumpencracia” como deformación del sistema democrático. En ese ejercicio cíclico de participación, cuatrienio a cuatrienio, el ciudadano decide la suerte de la empresa común, cegado por la desmemoria de las decepciones y las ilusiones pérdidas. Ilusiones que como en la obra de Balzac, en La Guajira desencadenan en la miseria y la frustración del joven poeta Lucien Chardon en su inocente propósito de vida.

Contrario a la novela, en la península, las desventuras y el esfuerzo marrado no afectan solo a un individuo, recaen, fundamentalmente en la negación del principal de los derechos humanos, la vida. Privación que condena a principalmente a los niños wayúu, víctimas ancestrales de la marginalidad, la invisibilidad y la desidia estatal. Infantes, que como la película de Víctor Gaviria representan los RODRIGO NO FUTURO de Colombia.

Por ello, los políticos deben partir de la premisa que el futuro sea un sueño y no un imposible. Los aspirantes a ser mandatarios regionales deben regir su actuación por unos principios supremos que hemos llamado Corderidad. Corderidad definida como la integración de principios, valores y estrategias que condicionan el desempeño político en función del amor por lo público, la solidaridad (Ubuntu), la transparencia, el sentido de pertenencia, la confianza de doble vía y la apropiación de los ciudadanos de los propósitos de gobierno.

Dada las particularidades y la singularidad riqueza de nuestra gente y territorio, los nuevos gobernantes guajiros deben comprometerse con unos principios mínimos de Corderidad que maximicen la función de desarrollo. Esos principios o propósitos fundamentales son los siguientes: a) La construcción del futuro a partir de la tradición, la convergencia, la inclusión y la diversidad; b) Empoderamiento ciudadano en la construcción de una visión compartida (participar es actuar); c) La cultura y el civismo como ejes de una nueva ciudadanía; d) Concertación comunitaria de las grandes decisiones públicas; e) Alianzas público-privadas para impulsar sectores estratégicos (turismo, logística, comercio, agroindustria, entre otros); f) Enfoque diferencial étnico para la atención de la población indígena y afro; g) El ciudadano es el principal guardián de la seguridad; h) El agua derecho vital y universal; i) Sin educación no hay futuro y j) Lo público no solo es sagrado, es transparente y visible para todos.

Estos principios deben amalgamarse con los No negociables de la política, estandartes de la moral y la ética definidos como valores irrenunciables de actuación, entre ellos: i) tener claro que de la forma y con quienes se llega así se gobierna; ii) la transparencia y la publicidad de los actos públicos y c) establecer una relación cooperación y no dependencia masoquista con los organismos coadministradores (concejos y asamblea). 

Y así con la suma de estos dos factores: los principios de Corderidad y los No negociables de la política, los resultados de la ecuación del progreso de La Guajira aprovecharán las oportunidades y superarán desafíos que las ilusiones perdidas nos quieren arrebatar.

 

Arcesio Romero Pérez

Escritor afrocaribeño

Miembro de la organización de base NARP ASOMALAWI

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Un comentario de “PRINCIPIOS DE CORDERIDAD

  1. Luz Mireya Alvis Pinzon dice:

    Para lograr el sentido de la política en colombia en estos momento, tendríamos todos que morir y entonces volver a nacer para hacer de la política lo que por su filosofía es. La corrupción y falta de esos principios están en el ADN de muchos, muchos, por no decir todos los colombianos. Tenemos que educar esos recién nacidos para hacer de colombia un país sin corrupción, equitativo y que prime esos principios en nuestra sociedad.

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