“Hay cosas que olvidarse no pueden en los aspectos de la amistad pa’ los hermanos Berardinelli es este verso particular, porque ellos son personas muy buenas, representantes de la región son como Lola la Negra que es un Diamante del Cerrejón”
El aparte transcrito corresponde a la canción Lola la negra de la inspiración de Carlos Huertas, un canto de complacencia que Los Hermanos Zuleta incluyeron en el LP “Dinastía y folclor” en el año 1979. Que vino a mi mente a propósito de un alboroto que si no se detiene propiciará que muchos y muchas terminen mudados a la casa de la suegra por falta de ingresos.
En un muro de cerramiento de la sede del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en Riohacha vi un grafitis que por el hecho de haber sido mal sopleteado no deja de visibilizar un asunto que tiene carga de profundidad, allí escribieron “NO + CERREJON” eso me hizo reflexionar sobre los riesgos que entraña el activismo institucional, es muy aplaudido por la galería pero a veces conduce a tragedias de connotaciones irreversibles porque su primera víctima es la objetividad y hace reinar el fanatismo ciego y perturbador que en nada ayuda para desenlaces afortunados.
En los últimos meses durante mi participación en algunos eventos he escuchado incendiarios discursos, de esos que la concurrencia aplaude pero sin pensar en sus consecuencias y muchas veces sin un análisis socioeconómico que sustente lo que se dice, coincidieron en sus ruidosas exposiciones sus protagonistas desgalillados en manifestar su interés que se vallan de la región las empresas que realizan actividades extractivas, todo bajo el silencio preocupante con olor a complicidad de quienes por las dignidades que ostentan en el nivel territorial deberían salirles al paso.
Siempre se ha dicho que quien no conoce la historia está condenado a repetirla, en la crónica titulada “De la marimba al cerrejón” en el año 2018, el proyecto minero que hizo posible la explotación de las minas de carbón en el Cerrejón fue la válvula de escape que impidió la implosión de La Guajira en un periodo oscuro cuando la sangre inundaba nuestras calles y caminos y los perros comenzaban a dormir el hambre en los fogones al medio día en miles de hogares en este Departamento, la bonanza marimbera que se acabó sin vísperas y desaparecieron de nuestro suelo septentrional los racimos de dólares, de ellos solo quedo el recuerdo y muchísima gente en la carraplana, en la física ruina porque se pensaba que el arroyo de leche y miel sería interminable, se hablaba entonces de una segunda bonanza que nunca fue, quedaron como la novia de Barrancas.
No hay duda toda explotación minera tiene consecuencias ambientales, se asumen riesgos de afectación de las vías aéreas y la piel de animales y de seres humanos, pero igual han desarrollado la ciencia y la tecnología así como las autoridades sanitarias -Minsalud y la OMS entre otros- protocolos, procedimientos, medidas de protección y mecanismos que garanticen el cuidado, promoción y prevención de la salud de sus trabajadores y los habitantes de su entorno, también las autoridades ambientales en cumplimiento de su deber de proteger el ambiente han diseñado planes de gestión ambiental, que incluyen reforestación y conservación de fuentes hídricas adyacentes a la actividad minera que han permitido la convivencia y la coexistencia pacífica entre la explotación del mineral, la protección del medio ambiente y las mejores condiciones de vida de las comunidades cercanas con respeto a sus derechos usos y costumbres, todo eso es cierto pero para matar las pulgas no hay que eliminar a los perros.
Lástima grande que muy poco se puede hacer cuando la gente se vuelve ingrata, para estar a tono con la gritería de quienes hacen oportunismo con temas tan delicados como el calentamiento global y el medio ambiente mientras los culpables del hambre de nuestros hermanos Wayuu como gitanos afiebrados en noche de luna llena grisapean a los cuatro vientos diciendo que la culpa es de las empresas mineras, que la pobreza se ha acentuado según el DANE por la presencia de empresas que llegan a la región a producir energías, que hacen muchos años no se ejecutan obras grandes para beneficio común porque “las empresas no han dejado nada en La guajira”, pero en aras de la verdad hay que hacer un llamado a la reflexión, y lo hago con toda objetividad porque si bien obtuve el Premio Cerrejón de Periodismo en 2018 -porque me lo gane- nunca esa empresa ni sus contratistas me han regalado ni un Almanaque, insisto no se puede desconocer que hasta cuando se inició el proyecto del Cerrejón en aquel tiempo operado por INTERCOR Calabacito se conocía porque allá estaba San Rafael Arcángel y era un caserío chiquitico y pedregoso que tenía una sola calle pavimentada porque Amylkar mi hermano se lo gestiono la primera vez que fue Senador de La república.
El Municipio de Albania nació, creció, las condiciones de vida de sus habitantes cambiaron para bien porque la actividad minera lo convirtió en un lugar prospero que tuvo su gran golpe de autoridad en el año 1995 cuando unos Quijotes soñadores decidieron quitarle a su pueblo los pantalones cortos para colocarle los largos, de ese grupo recuerdo a Aurelio Arregocés, Osvaldo Mejía, Jorge Jiménez, Álvaro Gustavo Rosado, Beto Aragón, Wilfrido Ustate, Adel Gil y Arlides Pinto Albania después de muchas peripecias, incluido un referéndum el 19 de Marzo del 2000, se aprobó la Ordenanza Número 001 del 27 de marzo de 1995, esas gestiones para los temas administrativos y los judiciales se realizaban desde mi oficina en la Unidad Jurídica del Instituto de Seguros Sociales, con mis opiniones, y mi casa era entonces el Consulado de los Calabaciteros y Cuesteciteros que llegaban a Riohacha para analizar documentos, proyectar oficios y mover relaciones para lograr el propósito de que “Calabacito” partiera el palito de su dependencia como corregimiento de Maicao, lástima que la memoria es muy mal agradecida.
La única víctima de una partida de la compañía minera no sería Albania sino Hatonuevo porque si no se hubiera dado la explotación del carbón todavía fuera corregimiento del Municipio de Barrancas, seguiría siendo un pueblecito acogedor, de gente buena, buenos amigos, donde muchos de mis familiares sembraron sus raíces, despensa agrícola de la Región, orgulloso de haber parido a Leandro Díaz pero sin servicios públicos, el comercio incipiente y ninguna empresa estaba radicada en el lugar, por eso no creo que haya un Hatonuevo de las viejas ni nuevas generaciones que le hagan coro a quienes irresponsablemente están pidiendo que las mineras se vallan de La Guajira, eso es como matar el grillo para sacarle el pito, no soy adivino pero advierto que la inseguridad, el desempleo y la falta de circulante nos devoraran a todos..
Paradójicamente mientras nuestra en La Guajira se están espantando a las empresas que pagan impuestos y generan empleos y pagan regalías para financiar proyectos el empresariado y la ciudadanía en el Cesar están invitándolos que se vallan para allá y cuando se vayan los mismo de la grisapa anti mineras oportunistas van a decir que “Los vallenatos todos lo quieren para ellos y todo nos lo han quitado”.
Por si acaso a alguien se le ocurre decir que estoy haciendo un mandado les recuerdo que soy el actor en el trámite de una Acción Constitucional por considerar que las exenciones Tributarias concedidas al sector minero son inconstitucionales, el Tribunal me dio la razón, pero el Consejo de Estado Revocó la decisión, pero con la misma contundencia tengo que decir est6a vez que no son las Empresas las culpables de que en La Guajira se haya hecho y se sigan haciendo mal uso de Recursos de Regalías y que como lo dijo el DANE haya tanta miseria, recursos no han faltado solo que han sobrado manos inescrupulosas.
¡Ya sabemos todos que si espantamos de aquí a la empresa que explota las minas del Cerrejón nos estaremos propinando un tiro en el pie, Hatonuevo Y Albania volverán a ser corregimientos!
Luis Eduardo Acosta Medina