El antropólogo Wilder Guerra Cúrvelo ha venido documentando que el Carnaval de Riohacha es uno de los más rigurosos y antiguos del Caribe colombiano. Él se apoya en el cronista Nicolás De la Rosa (1742) cuando describe esta expresión del jolgorio colectivo y los estrechos vínculos con la celebración del día de la virgen de los Remedios, la fiesta de la Candelaria, al terminar María su cuarentena bíblica por el nacimiento de Jesús de Nazareth y la posterior presentación en el templo en Jerusalén.
En sus conversaciones sobre el tema, Francisco Justo Pérez (2007) siempre valoró los símbolos e instituciones en La Guajira, llamándonos la atención sobre el Carnaval de Riohacha, sus comparsas y el papel de la mujer, por el grado de seriedad, responsabilidad y capacidad que despliegan los participantes, lo que si se aplica en otros contextos como buenas practicas, pueden aportarles elementos organizativos y éticos al ejercicio de la política y al buen gobierno en el departamento de La Guajira..
La reina central no se autopostula, la escogen después de evaluar las capacidades de muchas otras candidatas. Guerra y Pérez coinciden en que durante el periodo de carnaval la reina central es escrutada a profundidad para ser designada. Además de ser agradable, alegre y saber bailar, debe merecer ser y actuar como tal. Se le exige concentración en su agenda de actividades, conocer la tradición local, tener experiencia, experticia y un proyecto claro de carnaval capaz de convocar a la sociedad estimulando redes de colaboración.
Sólo al terminar un largo y exigente proceso, la destacan como tal y a partir de allí la sociedad le determina los principios y valores que la regulan. Es de su responsabilidad mostrar una versátil, numerosa y competitiva comparsa con entrenamiento previo. Socialmente se imponen límites a sus expresiones públicas y su comportamiento debe ser prudente, deliberante, honesto y efectivo.
Desde esta perspectiva, la reina central es un centro generador de capital social y capaz de motivar la cooperación entre los grupos de trabajo. Los recursos económicos que se reúnen se destinarán únicamente para organizar los eventos de la agenda; ellos son sagrados. Por ser autogenerados y escasos, no se admite que se gasten por fuera de los objetivos carnestoléndicos.
En fin, el carnaval es una institución que regula y determina el comportamiento social durante un periodo de tiempo. Es un escenario de buenas prácticas de gestión colectiva que le exige buen comportamiento, a la reina y a la ciudadanía, dado que no pueden hacerse en privado compromisos que no puedan cumplirse públicamente. De los patrocinadores, sólo se admite la búsqueda de reconocimientos sociales y no se permite su intervención en la agenda por fuera de los consensos; si actúan deben renegociar colectivamente su presencia en la misma.
Estas características que se destacan de la mujer y su papel en el Carnaval de Riohacha, la sociedad local y regional debería apropiarlas, aprenderlas y exigirlas para la elección de sus gobernantes, de los equipos de gobierno, de las personas que profesionalmente se desarrollan y actúan en el medio político, ya que en ese entorno se impone y se practica todo contrario.
En el ejercicio electoral la decisión de postularse a una corporación pública es muy personal y con base en el dinero disponible, no se revisa ni consulta sus conocimientos, experiencias y experticias para auto postularse, acción que se lleva a cabo sin tener en mente un proyecto de ciudad o de región. Cuando se es alcalde o gobernador no se muestran los equipos y cuando se hace, no trascienden los núcleos familiares extensos. El gobernante no cuenta con una buena comparsa de conocedores como respaldo y no logran arrancar, ya que falta entrenamiento previo. Llegan sin estudiar los temas del examen y a partir de esos momentos actúan como una puya loca.
La sociedad espera buenas ideas y facilidad de expresión de su reina. A ella la califican; no se admite nota diferente a excelente. Del candidato solo se espera que el cd con música vallenata salga un fin de semana para que hable por él. Al gobernante se le permite rajarse y sacar insuficiente como calificación. Con seguridad, elevaremos nuestro nivel de vida y desarrollo social, cuando hagamos del ejercicio de la política y del gobierno un verdadero carnaval. ¡Que viva la reina y que viva el carnaval!
Cesar Arismendi Morales