RIOHACHA, ¿CUANTAS VECES INCENDIADA? 

Riohacha no es la ciudad de Federmán, la pudo fundar él, sí, pero es la hija de sus hijos. Siete veces incendiada y otras tantas la levanta el ave Fénix. Alma de volcán soplaba sobre ella cuando las cenizas apagadas volvían a despertar con furor las lavas. Sichimi, la llaman los Guajiros, porque no dejan de querer como suya a la que había nacido en su seno febril y buscó después el arrimo apacible de las dríadas. Y creció como una ninfeácea a orillas del Calancala.

Lo anterior es parte de la historia de Riohacha, la ciudad festonada, contada por uno de sus hijos, el siempre recordado escritor José Ramón Lanao Loaiza, en el año 1936. En el pasado reciente Riohacha, ha sido incendiada muchas veces, ya no por los corsarios e indígenas, sino por la desidia, la indiferencia y la corrupción de sus dirigentes. Pero a pesar de ello se ha levantado de todos los embates, como una ciudad emancipadora y bravía. Al dejar de ser Riohacha una ciudad importante en el área del Caribe, donde todos los consulados de las Antillas ondulaban sus banderas, en esta ciudad señorial, donde funcionó uno de los bancos más florecientes de la época: el Dugánd Gnecco- hoy queda el histórico hotel padilla-, donde la ciudad capital gestó una de las mejores batallas del Almirante José Prudencio Padilla: el de la Laguna Salá y que ni eso importó a sus habitantes, para dejarla en el recuerdo y convertirla en cenizas de la historia. La laguna Salá debería haberse convertido en un patrimonio de la hoy ciudad de Riohacha, convertida en distrito capital por el hoy senador Alfredo Deluque Zuleta. Debería uno de los sitios turísticos de mayor relevancia en La Guajira.

Para fortuna de hoy, existen historiadores de la talla de Benjamín Espeleta Ariza (fallecido  y quien dejó sus grandes obras para la posteridad), y Weidler Guerra Cúrvelo, Ex gobernador de La Guajira, miembros de la academia nacional de la historia, de Dilia Rosa Gnecco de Daza, fallecida recientemente y quien dejo grandes recuerdos de una gran periodista, de Orlando Vidal Joiro, de Pepe Palacio Coronado, de Claribel Ochoa Romero, de Alfredo Orcasitas Cúrvelo, de Jorge Castillo Mendoza, tratan de rescatar y de devolver la memoria de los años dorados  de la Riohacha de mis amores, conjugado con mis ancestros de la vieja “CHAYO” Herrera, Jaime Tovar Herrera, Jaime Brito Herrera y el médico Constantino Baquero Herrera, fallecido en el año 2005 pero quien gozaba de la admiración y el cariño de todos los Riohacheros.  Hoy un periódico ha trascendido las fronteras patrias, DIARIO DEL NORTE, que con su objetividad y transparencia ha venido informando al guajiro, especialmente al riohachero de oídas a leídas en el diario transcurrir de su vida cotidiana y esto engalana a Riohacha, distrito especial turístico y cultural.

Riohacha está urgida de muchos procesos de reingeniería: de su gente, de sus líderes, de cultura ciudadana, de calidad de vida, de sus centros hoteleros, de sus servicios públicos y de su sentido de pertenencia.

Riohacha como lo he venido expresando en mis columnas de opinión se encuentra muy rezagada con respecto a las demás ciudades capitales de la región caribe. La mala calidad de vida continúa golpeando de manera inmisericorde a la población más vulnerable que es del orden del 60% de su población total.

Malos servicios públicos donde el único eficiente es el servicio de gas natural. Su crecimiento se ha dado de manera no planificada y el espacio público se ha convertido en un dolor de cabeza para todos sus habitantes, especialmente en el área del centro de Riohacha.

El turismo que es una de sus fortalezas se ha venido desarrollando de manera paliativa y los inversionistas de este sector han hecho sus inversiones más como una “economía de impulso” que de manera organizada con un norte establecido en el sector comercial. Pero lo fundamental es que se está levantando como el ave fénix de sus cenizas producto de sus incendios que ha sufrido a través de la historia por parte de corsarios y piratas, de sus mismos indígenas y en las últimas décadas por una dirigencia que en la mayoría de los casos ha sido inferior a los retos de no haber colocado a Riohacha en un sitial de desarrollo y de prosperidad, refiriéndome a los alcaldes que han pasado por la ciudad capital, unos muy malos, otros malos, unos regulares y excepcionalmente uno que otro bueno y que yo aquí no me voy a convertir en catón de utica para calificar lo que fueron sus administraciones pero el pueblo conoce a quienes me estoy refiriendo.

Riohacha hoy se está levantando de esas cenizas que quedaron de todas sus desgracias. Aunque todavía se encuentra incendiada por los malos servicios públicos. Los inversionistas privados están llegando a montones. El alcalde actual José Ramiro Bermúdez Cotes, ha venido despertando en el año 2022 y lo que ha venido gestionando en sus dos primeros años está dando sus frutos en varias obras que se están ejecutando, como por ejemplo la malla vial de la avenida de los estudiantes que se encuentra bien deteriorada, pero falta mucho para poner a Riohacha a tono como capital de La Guajira. Todavía el alcalde puede recuperar el tiempo perdido y terminar su administración de manera exitosa que es el querer de todos los Riohacheros. La unión de voluntades con la gobernación del departamento en cabeza de su gobernador encargado José Jaime Vega Vence, generará cambios importantes en el desarrollo de nuestra querida Riohacha.

Riohacha cuenta ya con importantes centros comerciales, donde funcionan importantes cadenas de mercados nacionales como olímpicas, Carrefour y Éxito. Como quién dice estamos dando el salto que deberíamos haber dado hace muchas décadas, por una ciudad que debería convertirse en punto obligado de los turistas a nivel nacional e internacional y expresar aquella máxima: Riohacha es un “mar de verano”, expresión que he tomado como marco de referencia para vender turísticamente a nuestra ciudad capital. Porque en la vida hay que dejar satisfechas a un mismo tiempo, a la realidad y a las apariencias, y cuando una de las dos queda inconforme, la conciencia vacila de incertidumbre.

Hernán Baquero Bracho 

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