RIOHACHA INSEGURA, EPICENTRO DE LA SEVICIA, LA TORTURA Y EL HOMICIDIO SELECTIVO

La capital del Departamento de la Guajira, está viviendo una situación administrativa y de orden público muy compleja, en los últimos 10 años, no se había presentado un incremento tan desproporcionado en materia de homicidios, muertes violentas y personas ejecutadas, de manera tan cruel, al mejor estilo de los carteles de México, la época de escobar o la mancha de sangre dejada por los paramilitares de Castaño, Cuarenta y el Mono Mancuso, o para no irme tan lejos la época de los CULONES, ya sea por arma de fuego, arma blanca o todo hecho delictivo, ocasionado con dolo o intención de asesinar.

Recordamos que a principio de este año, paralelamente con el inicio del Gobierno del actual alcalde Genaro Redondo, se suscitó un escenario sangriento, en medio de una guerra entre dos grupos al margen de la ley, con fuerte influencia en la zona urbana y perimetral de la ciudad capital, que al parecer por una Venganza o retaliación por la pérdida de una tonelada de droga, en la Región de Camarones y Perico, también por la permanente disputa del territorio, las vías de acceso y las comunidades por lo cual se facilita la fabricación, el tráfico, el transporte, el embalaje, embarcación y el envío de cocaína hacia centro América, las islas del caribe, Norte América, Europa y el mismo continente Africano.

Un panorama muy devastador que es de común conocimiento de toda la población civil y que se escucha en cada esquina o tertulia, sobre la situación violenta que viene sucediendo en la zona rural de Riohacha y en la periferia urbana de la capital, si lo sabe la gente, lo saben las autoridades, pero la inobservancia, la omisión o la paquidermia de las autoridades locales facilitaron el desmejoramiento del orden público, bajo la mirada de impotencia de lograr resultados positivos con algunos intermitentes de mejoría y esfuerzos administrativos de poder mostrar y mejorar la percepción de seguridad, ha sido imposible, porque es más profundo el conflicto y la necesidad de los delincuentes en seguir operando bajo la modalidad del homicidio.

De acuerdo a las investigaciones realizadas por algunos medios de comunicación, expertos en el tema de seguridad no nos sorprenden los indicadores presentados sobre el primer semestre y que prefiero allegar a este artículo de la forma sucinta como fueron publicados, por los medios locales jornada Caribe y Judiciales Guajira, medios informativos reconocidos en la materia y que periódicamente le hacen seguimiento y evaluación a los indicadores de criminalidad, donde presentaron el siguiente informe.

A 61 SE ELEVÓ LAS MUERTES VIOLENTAS EN SEGUNDO TRIMESTRE DEL AÑO

Con 61 muertes violentas finalizó el segundo trimestre del 2024, en La Guajira, en donde predominó los homicidios con arma de fuego y hubo 10 más cometidos con objetos o herramientas, alcanzando el 4,94 de las muertes en el departamento.

Así finalizaron los territorios en los meses de abril, mayo y junio: Riohacha con 24, Maicao 17, Dibulla 9, Fonseca 7, Albania 6, Uribía 5, Barrancas 2, Villanueva y San Juan del Cesar 1 respectivamente.

Con relación a los homicidios doble hubo dos en mayo en Riohacha, en Dibulla se presentó uno. Con relación a mujeres en este período fueron ultimadas siete en la península.

Nunca en la historia de esta ciudad, se habían presentado tantos homicidios selectivos, torturas, secuestros, desaparecimientos y asesinatos con sevicia, expuestos a la vista pública, al estilo de los carteles mexicanos, dejando las extremidades de los cuerpos envueltos en bolsas y sacos, cuerpos desmembrados en las vías y carreteras, demostrando la capacidad de accionar y la libertad de cómo se movilizan los delincuentes en la ciudad de Riohacha, sin el mínimo control por parte de las autoridades policías y militares.

El llamado al Gobierno Distrital, es poner mano dura con las fuerzas Militares, Policivas y Judiciales, no se pueden distraer en otras ocupaciones, cuando el delito es campante, si es posible pedir cambio de mandos en Instituciones y exhortar al Gobierno nacional a prestar el apoyo, logístico, humano e investigativo para desarticular estás bandas criminales, recuperar los territorios apetecidos e implementar estrategias contundentes y exitosas para frenar este flagelo.

Duele por la zona rural que hoy está secuestrada, silenciada y maniatada a desarrollar sus actividades propias cotidianas de nuestro campo, además de conservar el arraigo de familias que tienen un vínculo directo con los pueblos, veredas y corregimientos que han sido desplazados del seno de su familia y temen en regresar o visitar su terruño, definitivamente estamos volviendo a las peores épocas de Colombia, emulando el estilo de los carteles de México o de Medellín, o los años de terror y miedo del paramilitares, que marcaron significa mente una historia de Sangre y Dolor.

 

Ronald Gómez

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