Filipenses Capitulo 1
“Tengo la plena seguridad y la esperanza de que jamás seré avergonzado, sino que seguiré actuando con valor por Cristo, como lo he hecho en el pasado. Y confío en que mi vida dará honor a Cristo, sea que yo viva o muera. Pues, para mí, vivir significa vivir para Cristo y morir es aún mejor.” Filipenses 1:20-21 NTV
¿A quién le gusta pensar o hablar de la muerte? ¿O a quien le hace feliz el hecho de morir? Pero para Pablo vivir o morir era motivo de felicidad. Pensar en la muerte no es algo que nos agrade, es algo a lo que no nos acostumbramos, preferimos evadir y para lo que la mayoría de seres humanos no estamos listos, aunque sea parte del ciclo natural de todos. Sin embargo, es preciso entender que todos tendremos un final y que mientras eso sucede debemos darle significado a nuestra vida y que mejor significado o valor que El hecho de honrar a Dios mientras vivimos, reconociendo que él es nuestro padre, rindiéndonos ante El, con nuestras palabras y siendo instrumentos en sus manos para hacer lo bueno, para mostrar al mundo su amor y testificar su poder transformador.
Pablo no le tenía miedo a morir, contrario a lo que sucede con la mayoría de la humanidad. ¿Pero por qué tenemos miedo de morir? Incluso algunos desarrollan un miedo tal a la muerte que se ha convertido en una especie de enfermedad llamada TANATOFOBIA que es una forma de ansiedad caracterizada por un miedo a la propia muerte o al proceso de morir y esta puede estar relacionada con otros trastornos por depresión o ansiedad. Las personas que sufren de este miedo normalmente se rehúsan a salir de su casa, suelen ser hipocondriacas y pueden sufrir de ataques de pánico.
Para Pablo morir era ganancia, porque no estaba preocupado por ello, él no estaba pensando en lo que dejaría en este mundo, ni se aferraba a nada, él sabía que sea que viviera o muriera estaba viviendo Dios y haciendo su voluntad, eso le permitía vivr sin ningún temor recordemos que él escribió esta carta a los filipenses estando en la cárcel y antes de eso fue azotado, apedreado, sobrevivió a un naufragio (Hechos 27:16), era un hombre que sabía lo que era estar al filo de la muerte, por causa de predicar el evangelio. Para él, morir era un alivio porque sabía que por fin iba a poder ver cara a cara a Dios y eso lo alentaba a vivir, en vez de desanimarle o causarle ansiedad.
Nadie por más que quiera tiene el poder de añadir un día más a su vida, solo Dios como hizo con el rey Ezequías (2 reyes 20). Y así como pablo, Jesús aceptó su destinó nació y vivió sabiendo a qué venía a este mundo, a morir por la humanidad y esto le daba sentido a su vida como a la vida de Pablo. ¿La pregunta es, hoy que es lo que le da sentido a nuestra vida? Materializar sueños, ser feliz, casarnos, ser importante, tener bienestar financiero. Este sentido de la vida suele depender del medio en el que nos desenvolvemos, las personas que nos rodean, la edad o las situaciones que vivimos. Pero todas estas cosas son variables, que al desaparecer nos dejan sin propósito claro. Lo que a su vez nos lleva a vivir en la depresión, el desánimo, el pesimismo, insatisfacción, frustración, rabia, amargura y algunas veces, pero Pablo nos enseña en este pasaje que el verdadero sentido de la vida es Cristo.
La primera parte de este versículo dice «vivir es Cristo” en otras palabras, todo lo que somos y proyectamos ser, construir o alcanzar debe reposar en Jesús. Vivir es Cristo literal significa vivir para él y esta es una decisión que debemos tomar a diario, por qué siempre habrá cosas que nos hagan abandonar ese propósito. Pablo predicaba en las sinagogas; en la orilla del Río; estando preso; en cualquier lugar y circunstancia era constante.
Pero en ocasiones muchos de nosotros solo reflejamos a Cristo o compartimos de él si nos sentimos emocionalmente bien, financieramente estables o tenemos tiempo libre. Si pasamos por esta vida solo para crecer, nacer, desarrollarnos y morir estamos desperdiciando un tiempo valioso. Hay muchos que se abstienen de compartir las buenas nuevas por qué no se sienten con la autoridad o ánimo para hacerlo por las complejidades de la vida, pero es justo en ese momento donde debemos pensar que precisamente vivir para Cristo es lo que le da sentido a nuestra vida y como estímulo recibiremos solución a cualquier problema, paz que sobrepasa el entendimiento y nos hace vivir en plenitud. No hay nada más satisfactorio y que traiga mayor recompensa que servir a Dios y hacer parte de sus planes, apasionarnos por él, porque en esa labor está nuestra pasión por vivir y usar cada respiro para dar alabanza con nuestras acciones al creador.
“Vivir es Cristo» significa que Él es nuestro enfoque, nuestra meta y nuestro mayor deseo. es el centro de nuestra mente, corazón, cuerpo y alma. Todo lo que hacemos, lo hacemos para Él porque él es nuestra vida. Y el Vivir debe prepararnos para el encuentro con nuestro rey y nos asegura que cuando dejemos este plano terrenal recibiremos nuestras coronas, vivir para Cristo nos da la motivación necesaria para vivir en plenitud y con la certeza de saber que al morir finalmente recibiremos el galardón por honrarlo en esta tierra. Por qué en definitiva no podemos experimentar la vida eterna y todo lo que ella contiene si no morimos.
Entonces el tener miedo a la muerte está directamente relacionado con la incertidumbre de lo qué hay después de esto, le tememos a lo desconocido, a lo que no podemos controlar, pero cuando nos hemos dedicado toda una vida a honrar a Dios ese es un temor que no debe embargarnos, por qué finalmente estaremos con el deseado de nuestro corazón.
A los ojos de este mundo, morir es una lamentable pérdida. No es lógico que morir represente una ganancia para nadie, y esto se da por qué nos aferramos a una vida que nos pertenece porque está en las manos de Dios y él es quien decide el punto final de nuestra existencia “El Señor da tanto la muerte como la vida; a unos baja a la tumba y a otros levanta.” 1 Samuel 2:6 NTV
Entonces como dice en Romanos 14:8 Si vivimos o morimos, es para honrar al Señor Jesucristo. Ya sea que estemos vivos, o que estemos muertos, somos de él. Que nuestra vida o nuestra muerte den gloria al nombre de Dios. No debemos vivir como si nos perteneciéramos a nosotros mismos porque somos de Dios y esto debe alentar nuestro corazón y darle sentido a nuestro vivir, si no es así entonces viviremos alarmados, en vulnerabilidad, sintiéndonos solos y preocupados.