El 4 de febrero de 2025 marcó un antes y un después de lo que se ha llamado la implosión del gobierno de Gustavo Petro en su ya famoso Consejo de Ministros en vivo. Es un momento que nos permite a quienes, por razones que vemos obvias, hacer un alto y un silencio para mirar bien cuáles son los pasos a seguir y a quiénes vamos a apoyar en los próximos meses con propuestas suficientes para recomponer, a partir del 2026, el desastre en que quedará el país. Un silencio reflexivo no es quedarnos callados y ver tantas acciones que están demoliendo el estado social de derecho que con tanta dificultad conseguimos hace 33 años.
El silencio es una práctica interior de cada uno, el manejo y el abuso de las redes tanto por parte de la oposición como del Gobierno nos están llevando a un estrés innecesario y a una confusión de las ideas. Antiguamente se decía: “Divide y reinarás”, eso es lo que están haciendo los gobiernos enfermos. Hoy, contundentemente, el nuevo ministro de Defensa reconoce el Estado crítico de la soberanía del país en un gran porcentaje de las regiones. No juzgo las buenas o malas intenciones de las partes en conflicto, pero el resultado ha sido de desastroso, por no decir que casi está llevando a un país fallido.
Así como hacemos silencio en nuestras vidas para encontrar la paz interior, los colombianos vamos a tener que hacer por lo menos un par de meses de silencios reflexivos y de discernimiento para encontrar una paz relativa en la contienda política que se viene. De hoy a Semana Santa, todos deberíamos haber visto y leído quién o quiénes realmente tienen las condiciones de liderar nuestro país y sacarlo del atolladero en que estamos. Los opositores deben deponer los egos y prevenir que líderes con patologías psicológicas terminen de acabar con la débil democracia liberal. Partidos políticos doctrinales, doctrinas que no giren alrededor de personas es lo que reclama Colombia. Si vemos lo que está pasando en otras latitudes, podemos concluir que, si elegimos a otro presidente en condiciones mentales patológicas, llevaremos al país a un lugar sin salida. Las cosas no están en el orden mundial para jugar con candela y no somos ajenos a los efectos de una confrontación mundial de poderes para ver quiénes van a dominar el mundo.
“El mundo moderno muy tecnologizado, incluso en el área rural, ya no es capaz de hacer silencio a su alrededor y no soporta dicho silencio interior; sin embargo, el hombre hoy necesita esas zonas de silencio en las que pueda refugiarse contra el ruido enervador y alienante que le impide su propia reconcentración”, Alfonso Milagros en ‘Cinco minutos con Dios’. Estamos unidos en algarabía y en un espectáculo público que no nos deja pensar con claridad. ¡Pues, como en la escuela del Chavo del Ocho, no terminemos implorando, como el profesor Jirafales, silencio! Y el Chavo solito quedaba diciendo: ¡Se me chispoteó! ¡Porque ya estamos gritando como Kiko: calla, calla que desesperas! Que el desespero no nos lleve a decisiones equivocadas, el país y nosotros, los colombianos, sufrimos las consecuencias.
Orlando Bustillo Pareja