Staff es una voz inglesa que se utiliza ocasionalmente en castellano y traduce algo así como el conjunto de personas calificadas que hacen parte de una organización o empresa. La rama ejecutiva del poder público en Colombia, esto es, el gobierno propiamente dicho, debe ser asertivo y eficiente en conformar un staff competitivo e idóneo, para sacar adelante la Empresa País, arrojando buenos resultados de todo tipo y otorgando beneficios a sus asociados, que somos todos los ciudadanos que poblamos el territorio nacional.
Es apenas de sentido común que el líder, gerente, director o presidente de una compañía, no solo seleccione a su equipo de trabajo de acuerdo a ciertas competencias, habilidades y formación idóneas, sino que ese equipo debe ser garante de otros valores y actitudes, quizás más importantes y necesarias: disciplina, respeto, lealtad, confiabilidad, honestidad e identidad absoluta con la misión y visión de la organización, cualquiera que ella sea.
De lejos, esta administración petrista en una escala evaluativa de uno a diez, escasa y generosamente, llegaría a un 2.00 (dos, cero, cero), en resultados y productividad de los últimos 28 meses.
Francia Márquez, una vicepresidente anónima, ausente, abusadora de los recursos públicos y al frente de un enorme dinosaurio blanco, como ha sido el inconstitucional Ministerio de la Igualdad, con un 3% de ejecución presupuestal, dónde el 85% de esa pírrica ejecución es puro salario y burocracia, sin proyectos ni cobertura definida, es un completo desastre.
El anterior Canciller Alvaro Leyva y el vigente, Luis Guillermo Murillo, son dos depredadores de la carrera diplomática de nuestro país; el primero con proceso abierto por la legalidad de su resolución pensional y enredos contractuales que lo separaron del cargo, y el segundo defendiendo servilmente una política de relaciones exteriores visceral; indignante, irrespetuosa, cercana a dictadores y delincuentes internacionales, pero fustigadora con Estados amigos y afines como Israel. El 60% de los nombramientos como embajadores y/o candidatos a embajadas, han sido para activistas, misóginos, drogadictos, alcohólicos, traficantes, “influencers” o potenciales pederastas depravados sexuales: todo un vulgar disparate.
El renunciado ministro Bonilla, fue una Hacienda Pública a la ligera y al servicio de coimas, desvíos presupuestales y componendas, como parece que avanzan las investigaciones que involucran a varios congresistas, funcionarios y ex funcionarios, como el ex ministro Luis Fernando Velasco. Su rol principal era aparecer, como aparecen ahora los ministros Cristo, Garcia y Jaramillo, en las Comisiones del Congreso cuando de votar los proyectos del gobierno se trata, para “hacer quórum” o “cuadrar caja” con cualquier legislador mercenario y lograr mayorías.
Ese “indicador de eficiencia”, ha sido quizás el único que le ha dado algún beneficio a este gobierno para sacar adelante, a punta de pupitrazos, ausencia de aval fiscal, con vicios de forma y trámite, pero con mucha mermelada, un resultado miserable que ha hecho tocar fondo al país.
Mientras tanto, una ministra de Vivienda desaparecida y desentendida, decide acabar, sin argumentos, con el programa más exitoso del ministerio: Mi Casa Ya.
Un ministro de educación mal educado y mal hablado que no sabe de qué se ocupa su Cartera o cuales juntas directivas preside, pero que defiende el derecho al consumo de marihuana y basuco, mientras deja sin financiación ICETEX a miles de estudiantes para 2025 e intenta acabar con la educación privada liderando un proyecto de reforma retrógado, parece un mal chiste.
Un bachiller sin experiencia alguna, renuente a publicar su declaración de renta como lo obliga la norma, con fama de moroso irresponsable en cumplir sus compromisos; guionista “woke” de historias de traición, tetas, prepagos y narcos, es un peligro si al frente tiene el manejo de la dependencia con mayores recursos y liquidez del gobierno.
Lo anterior es solo la punta de iceberg; una muestra aleatoria. El nivel de corrupción, escándalos, vulgaridad, ineptitud e ineficiencia de este gobierno, desde presidencia y familia; ministros, funcionarios, contratistas y congresistas de la coalición gobierno, es realmente aterrador. Creo, sin temor a equivocarme, que este será el gobierno más corrupto, ilegitimo, antiético e inmoral que recordaremos por los próximos 100 años.
Este país ha sido sometido a una burla sistemática con varios nombramientos mediocres en el equipo de trabajo de la Empresa País. No ha existido decoro ni respeto para con el ciudadano, y cabe recordar aquí, por igual, que aceptar un cargo público de ciertas características, formación, requerimientos y exigencias, amerita un verdadero juicio de valor para la persona designada o candidatizada. Aceptar un cargo público sin las condiciones formales o personales, es también, un acto desafiante y grosero de corrupción.
Observando las experiencias, la conducta, la personalidad y las ejecuciones de ciertos funcionarios públicos en esta administración, recuerdo aquellos escritos en los albores de la ciencia criminológica, de manos del maestro Enrico Ferri, que anotaba:
Delincuentes locos: denomínense con este nombre aquellos individuos que delinquen en razón de una anomalía mental; sin embargo, el propio FERRI debe reconocer que «el delincuente loco es impulsado al delito, no solo por la enfermedad mental, sino también por aquella atrofia del sentido moral, que de un modo permanente o transitorio constituye siempre la condición decisiva en la génesis de la delincuencia».
El maestro KRETSCHMER, complementando aquellas teorías, nos habla de los delincuentes leptosómicos, muy afín a la anterior clasificación: son delincuentes precoces, de reiterada propensión criminosa, notable frialdad afectiva, perseverantes y calculadores, con predominio de la esfera intelectiva sobre las demás; la estafa es, quizás, su delito predilecto.
Luis Eduardo Brochet Pineda