¡TENGO SED!

¡Tanto va el cántaro al agua hasta que al final se rompe!

Las vicisitudes por las que está pasando Monguí, mi pueblo, me ha devuelto a los ya lejanos años de mi niñez, cuando para surtirse de agua para consumo doméstico las amas de casa debían recorrer los caminos de herradura para ir hasta La Negra, la Guayabita o a la Saraíta y recorrer largas distancias hasta sus hogares. Esa rutina era parte de nuestra cotidianidad. Años más tarde, cuando me cambiaron los pantalones cortos por los largos, como si fuera una bendición, llegó la empresa PROAGUAS, que dependía de las Salinas marítimas de Manaure y esta del Banco de la República primero y del IFI después y al igual que en el resto del territorio de la península de La guajira, instalaron dos molinos de vientos y unas piletas a través de las cuales se suministraba el preciado líquido. El Ingeniero Tejeiro, un corpulento personaje de la altiplanicie, quien estuvo al frente de su instalación, ¡se convirtió en el personaje más querido por la población y los pobladores y no era para menos!

Recuerdo, como si fuera hoy, mis primeras vivencias en mi humilde casa de bahareque primero y repellada con cemento después, de piso de tierra primero y de plantilla de cemento después, de techo de palma primero y de láminas de zinc después. Las baldosas, los ladrillos y el Eternit los conocería años después, cuando mis abuelos construyeron una casa de “material” a la que le pusieron por nombre, porque las casas solían llevarlo, ¡Nadie sabe!

Uno de los dos molinos de viento que se instalaron y allí perviven aún, esta contiguo a mi casa. Desde allí conectó mi papá Evaristo un tubo, que compró en el almacén de Emilio Vence, que nos procuraba el agua para nuestro consumo y ello hizo posible que yo al bañarme recibiera por primera vez el agua en la mollera proveniente de la ducha, que nosotros preferimos llamar regadera. La totuma con la que nos bañábamos en el agua de correntía de nuestras quebradas y arroyos, que hoy no existen por cuenta del cambio climático, había quedado atrás. 

Todo aquello que creíamos que era historia y que había quedado en el pasado siglo XX y que hoy resultaría anecdótico lo están reviviendo las nuevas generaciones que pueblan a Monguí a consecuencia de la desidia, la incuria y la negligencia de las autoridades en pleno siglo XXI. Increíble, pero cierto, mi pueblo padece de sed y yo con ellos, porque lo que es con Monguí, allí donde mis padres enterraron mi ombligo, es conmigo. Ya son dos años largos durante los cuales sólo hemos recibido vanas promesas por respuesta al clamor de todo un pueblo, que ha tenido que volver a abastecerse de agua recurriendo a medios y métodos que ya creíamos superados

Y lo más indignante es que no se disponga del servicio de agua potable, no obstante que según la Ley 142 de 1994 de servicios públicos es esencial y de ello se sigue que es un derecho fundamental. Lo ha dicho la Corte Constitucional (Sentencia T – 740 de 2011): “todas las personas deben poder acceder al servicio de acueducto en condiciones de cantidad y calidad suficiente y al Estado le corresponde organizar, dirigir, reglamentar y garantizar su prestación de conformidad con los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad”. Este derecho se está conculcando de manera flagrante y grosera. Además, el sexto de los 17 Objetivos del desarrollo sostenible (ODS) de las Naciones Unidas exige el acceso universal al “agua limpia y saneamiento” hacia el 2030.

Irrita, además, saber que si no se les suministra agua a los pobladores de Monguí no es por falta de agua, porque esta abunda en su subsuelo. Es irónico que la mayor riqueza de agua subterránea con que cuenta La Guajira, según el Servicio geológico colombiano, es la formación que lleva por nombre Monguí (¡!). Sólo que para disponer de esa agua hay que contar con un sistema de bombeo, el cual se opera contando con una turbina, esta se dañó y desde entonces no funciona, ni la arreglan, ni la reemplazan. Y, para rematar, tenemos un alcantarillado, cuya obra está inconclusa hace marras, el cual tampoco podrá operar cuando lo terminen mientras no se cuente con el servicio de agua (¡!).

Es de advertir que Monguí nunca había padecido una situación tan crítica como la actual, su acueducto venía operando con relativa regularidad desde que hace 27 años, gracias a nuestra gestión como Senador, se repotenció la bomba sumergible que extraía el agua desde el mismo pozo que aún surte de gua al pueblo y se amplió su cobertura. Por su parte mi hermano Luis Eduardo, El Nene, promovió una acción popular en 2012 ante un juzgado administrativo primero, fallada favorablemente el 14 de junio de 2013 y ante el Tribunal contencioso administrativo después, que ratificó el fallo el 30 de abril de 2014, que derivó en la adjudicación que ya se hizo efectiva para la construcción de un nuevo acueducto por parte de la empresa de servicios públicos del Departamento (EPSEGUA).

La indolencia y falta de diligencia de las autoridades ha colmado la paciencia de mi gente, que ha tenido que apelar a las vías de hecho para protestar, para llamarles la atención, los bloqueos de la carretera son recurrentes por este motivo. En respuesta al justo reclamo de mi pueblo, el señor Alcalde del Distrito de Riohacha José Ramiro Bermúdez anunció en el ya remoto 13 de noviembre de 2021 que “en compañía de nuestro secretario de infraestructura y nuestro Director de desarrollo rural visitamos los microacueductos que brindarán agua potable y permanente a los habitantes de los corregimientos de La arena y Monguí. Se invirtieron $3.000 millones en este proyecto que funciona completamente con energía solar…Con estas obras cambiamos la historia, garantizando un servicio público esencial como el agua potable”.

Han transcurrido desde entonces 16 largos y sufridos meses y el acueducto de Monguí no funciona, ni se le garantiza este servicio público esencial. Todo se ha quedado en anuncios. Si nos atenemos a estos la turbina la han reparado varias veces y se han adquirido turbinas nuevas también varias veces. Ya la paciencia se nos agotó. Que ni se atrevan ahora los politiqueros en trance de campaña electoral de cara a las elecciones de octubre próximo pretender valerse de la ocasión ofreciéndole a mi pueblo que voten por ellos a cambio de una solución que es competencia y responsabilidad de las autoridades y no de los demagogos de ocasión. Basta ya de tanta mamadera de gallo. Le hacemos un llamado a los organismos de control que investiguen este atropello y a las autoridades les exigimos una pronta solución.

 

Amylkar D. Acosta M[1]

[1] Hijo de Monguí

http://www.amylkaracosta.net 

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