TRABAJEMOS CON ESPERANZA

Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, 10 o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. 1 Corintios 9:9-10

La metáfora del buey usada por el apóstol Pablo en este pasaje, resalta la importancia de que todo trabajador reciba la contraprestación por los servicios prestados. También hace referencia a la expectativa natural de recibir fruto a cambio del esfuerzo realizado.

Y es que a veces podemos sentirnos agotados, trabajar sin descanso y, aun así, no ver los frutos esperados. Puede parecer que nuestro esfuerzo no sirve de nada, tal vez no es recompensado o que, por más que hagamos, nunca es suficiente. Sin embargo, Pablo nos recuerda que debemos mantener la esperanza.

Así como el que ara y trilla lo hace con la expectativa de recoger el fruto, nosotros también debemos perseverar confiando en que, a su tiempo, Dios honrará nuestro esfuerzo y nos permitirá ver los resultados.

Pablo utiliza la imagen del buey para llevarnos a reflexionar en algo más profundo: si Dios cuida del animal que trilla, si se ocupa de que no trabaje con bozal para que pueda alimentarse mientras realiza su labor, ¿cuánto más hará por nosotros? Si Él se preocupa por la recompensa de un animal, ¡con mayor razón se ocupará de quienes lo aman y trabajan con integridad!

Dios ve cada gota de nuestro esfuerzo, incluso cuando nadie más lo ve. Él sabe que nuestro trabajo tiene valor y no nos dejará sin recompensa. Por eso debemos seguir trabajando y esforzándonos con esperanza, creyendo que recibiremos retribución.

Por el contrario, cuando permitimos que el desánimo se adueñe de nuestros pensamientos, comenzamos a invalidarnos, a trabajar ya no con amor sino por obligación, sin expectativas. Aquello que antes era bendición se vuelve carga; dejamos de ver lo bueno y empezamos a quejarnos, perdiendo de vista lo que Dios tiene para nosotros y comenzamos a vivir en la insatisfacción, agotamiento emocional y la frustración.

Por eso, la esperanza no es un lujo; es una necesidad diaria que alimenta y fortalece el espíritu.

Esta enseñanza no solo aplica al ámbito laboral, sino a cualquier área donde exista esfuerzo, dedicación y compromiso. Ya sea en la vida de fe, en la familia, en el servicio, en las relaciones, en los sueños personales o en cualquier proceso que demande constancia, sin esperanza el trabajo pierde sentido y propósito.

Dios no es indiferente a nuestros esfuerzos. La Escritura dice: «Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre” (Hebreos 6:10).

En conclusión: El desánimo nos hace trabajar «con bozal». El buey con bozal trabaja, pero se consume a sí mismo porque no puede alimentarse. Quien trabaja desanimado se agota espiritualmente porque no se alimenta de la esperanza y el gozo de la promesa de Dios.

Si hoy te sientes agotado, frustrado o piensas que tu esfuerzo es inútil, es posible que el bozal del desánimo te esté asfixiando. La palabra de Dios te invita a quitarte ese bozal, a alimentarte de la esperanza mientras trillas. Y a entender que tu trabajo, tu servicio y tu dedicación tienen un valor excepcional para Dios.

Vicky Pinedo 

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