Por fin, se empieza a dar cuenta el Gobierno que para despejar las preocupaciones que hoy rodean el presente y el futuro económico del país, es necesario trabajar de la mano con el sector privado, e imprimirle a las propuestas una gran dosis de creatividad, consenso y liderazgo. En esa misma línea, resulta determinante que el ejecutivo se esfuerce por menguar las preocupaciones y tensiones en materia política, económica y tributaria han prosperado de manera contraproducente. En resumen, para salir del atolladero económico se necesita atraer inversiones y generar garantías.
La desconfianza generalizada frente a las políticas económicas del Gobierno y los pasos en falso que se han dado, así como la baja ejecución presupuestal de los ministerios durante el año pasado, y la excesiva burocracia, han ensombrecido el panorama pasándole una alta factura a la dinámica de crecimiento del país. Después de un 2023 en que el crecimiento del Producto Interno Bruto fue de 0,6%, menos del 7,3% de 2022, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane), el peor desempeño en 20 años sin contar el 2020 de la pandemia, la economía muestra algunas señales de mejoría que hay que seguir consolidando.
Con la baja en las tasas de interés y una inflación que empieza a ceder, se vislumbra un mejor momento económico para este segundo semestre del año, que si bien no será el más sobresaliente, si será determinante para impulsar la economía y su completa recuperación. Recientemente, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, anunció el plan de reactivación económica que tiene el Gobierno, denominado «Sistema Nacional de Competitividad e Innovación», del que esperamos más allá de su nombre rimbombante, propuestas que contribuyan al mejoramiento de la economía nacional. Estamos atentos a su presentación en el Congreso en este nuevo periodo legislativo, para debatir las propuestas, que según se han mencionado, abordará los sectores industriales, turísticos, de vivienda, energéticos y agropecuarios.
Coincidimos en la urgencia de proteger e incentivar el desarrollo de los sectores que tradicionalmente han sido jalonadores de la economía colombiana, para que de esta manera se empiecen a concretar nuevos planes que fomenten la inversión y la generación de empleo. Ahora que el ejecutivo ha puesto su foco en la agenda económica gubernamental, esperamos que se logre un ambiente de conciliación para que se construyan, en unidad, las políticas económicas que determinarán el futuro del país. A toda costa tenemos que evitar que se le siga restando dinamismo a la economía nacional.
El desafío es retornar a esa economía de reconocimiento mundial por sus indicadores de crecimiento y sostenibilidad. En este sentido, es imperativa la acción del gobierno, conjuntamente con la creación de condiciones que estimulen y protejan la inversión, especialmente con la revisión a fondo de la política y estructura fiscales para acelerar un crecimiento económico con equidad, partiendo de la premisa de que la paz, la economía y lo social van de la mano. Este es el momento de transformar la situación de crisis en economía en una oportunidad para crecer.
José David Name Cardozo