Lo que sucedió la semana anterior es una catástrofe propiciada arbitrariamente por el presidente de EE. UU., Donald Trump, quien impuso una batería arancelaria a muchos países del mundo, lo que ha desplomado todas las bolsas y originado una crisis que no se veía desde la pandemia del COVID-19. Trump inicia una guerra comercial con socios estratégicos como Europa, a quien le puso un arancel del 20%, lo mismo que a China. Sumados los dos aranceles, llegan al 54%, lo que ha originado que estas economías respondan de igual forma, lo que llevará a un encarecimiento de muchos productos a nivel mundial, especialmente transportes, alimentos, medicamentos y productos tecnológicos. Trump, ante el descenso de EE. UU. a nivel mundial, se victimiza diciendo que todos se han querido aprovechar de su país, olvidando que es EE. UU. el que ha propiciado guerras y ha invadido países extranjeros sin ningún escrúpulo.
En cuanto a Colombia, se le impuso un arancel del 10% que también afectará las exportaciones, especialmente el café, el banano, las flores y demás productos que hacen parte de la balanza comercial con EE. UU. Además, hay un agravante: Colombia depende mucho de esta economía. Si a eso le sumamos la crisis que vive el país en temas de alza de precios y escasez de medicamentos, puede generarse una tormenta perfecta en el país que agrave aún más las cosas. Algunos hablan de que hay una oportunidad, pero ampliar mercados no es fácil, ni abrir las empresas que colapsarán en el sudeste asiático tampoco será de la noche a la mañana. Por lo pronto, hay que obrar con cautela y no responder de la misma forma, porque puede ser peor. La respuesta de este presidente, que a pesar de que muchos sabían lo que iba a hacer, así lo eligieron, es brutal, como lo calificó el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
La gran pregunta es por qué Trump está haciendo este tipo de maniobras tan arriesgadas. Simplemente por tratar de arrodillar al mundo a los intereses de EE. UU. Trump no entiende que es un mundo globalizado donde todas las economías deben relacionarse para que todos obtengan ganancias y beneficios. No tiene empatía con nadie y gobierna con un estilo autoritario y mesiánico, donde su ego es quien impone las condiciones. Su visión proteccionista lo lleva a querer sostener un imperio económico donde EE. UU. sea quien imponga las reglas, tratando de minimizar a todos en un juego donde, históricamente, las reglas del comercio internacional son las que han fijado las condiciones.
Pero Trump se equivoca, y ya los efectos se están sintiendo en EE. UU., donde reina la tensión y el miedo a una inminente recesión. Y lo que es peor, una inflación desbordada. Muchos de los votantes de Trump ahora sí están preocupados por el aumento de los automóviles, los computadores y el precio de la gasolina, que impactará al gringo promedio. Además, su forma de resolver los conflictos nos puede llevar a una tercera guerra mundial. Que una persona tan desequilibrada esté al mando de la mayor potencia mundial es un riesgo que nos atañe a todos y que nos puede afectar de una u otra forma. Esta guerra económica no le conviene a nadie, pero mucho menos al consumidor final, que en todas partes del mundo vive una crisis, y esto seguro la agravará con mayor desempleo, inflación y una mayor desconfianza en el futuro.
Jacobo Solano Cerchiaro
Análisis crítico-económico del artículo de Jacobo Solano Cerchiaro: “La guerra comercial de Trump y su impacto global”
Por: Francisco Cervantes Mendoza
Economista, abogado
Desde una perspectiva técnico-económica, el artículo de Jacobo Solano presenta un diagnóstico general sobre los efectos de una nueva batería de aranceles impuesta por el presidente Donald Trump, bajo una visión proteccionista que, si bien responde a su narrativa política, también pone en riesgo importantes equilibrios comerciales globales. Este análisis busca contrastar y precisar, con base en fundamentos económicos y datos actuales, el impacto real que estas medidas pueden tener a escala internacional y particularmente sobre la economía colombiana.
1. Evaluación de la coyuntura global: aranceles y tensiones sistemáticas
La imposición de aranceles del 20% a Europa y China es, sin duda, una señal de escalamiento de tensiones comerciales entre las principales potencias económicas del mundo. Si bien el artículo menciona que “sumados” llegan al 54%, esta cifra es aritméticamente incorrecta desde una perspectiva técnica: los aranceles no son acumulativos en este sentido. Se aplican de forma bilateral e independiente, y su efecto debe medirse sobre el volumen de comercio afectado, no como una suma porcentual. Aclarado esto, lo cierto es que:
• Estados Unidos es el principal importador neto del mundo. En 2024, su déficit comercial superó los USD 950 mil millones según el Bureau of Economic Analysis.
• China y la Unión Europea representan más del 30% del comercio global. La imposición de aranceles mutuos puede tener un efecto contractivo, similar al observado en la guerra comercial 2018–2020 (también liderada por Trump), que provocó caídas en la inversión transfronteriza, distorsión de cadenas de valor y aumento de precios en sectores clave.
Es correcta la observación sobre los sectores más afectados: productos de consumo intensivo en importación como tecnología, alimentos, bienes intermedios, medicamentos y automóviles. El pass-through arancelario (traslado del impuesto al consumidor) podría intensificar la inflación ya presionada por otros factores como los precios energéticos y la disrupción logística en el mar Rojo y el estrecho de Taiwán.
2. El impacto en Colombia: ¿arancel del 10%?
El artículo menciona que Colombia ha sido objeto de un arancel del 10% sobre sus exportaciones a EE. UU., particularmente café, flores y banano. A la fecha no hay confirmación oficial de tal medida por parte de la Office of the United States Trade Representative (USTR). No obstante, si dicha medida se concretara, el impacto sería significativo:
• EE. UU. representa entre el 27% y 30% de las exportaciones no minero-energéticas de Colombia.
• Café y flores representan más del 50% de esas exportaciones agrícolas.
• En 2023, Colombia exportó cerca de USD 2.1 mil millones en flores, y más de USD 3.5 mil millones en café, de los cuales más del 70% tuvo como destino EE. UU.
• Un arancel del 10% erosionaría la competitividad relativa de Colombia frente a países como México, Perú y Ecuador, quienes podrían no estar sujetos a la misma medida.
Sumado a esto, es cierta la afirmación de que Colombia tiene alta dependencia de EE. UU. en términos comerciales y financieros. No sólo por sus exportaciones agrícolas, sino también por las remesas, la inversión extranjera directa y los flujos de cooperación bilateral. En ese contexto, un conflicto comercial prolongado afectaría no sólo el sector exportador, sino que podría inducir una pérdida de reservas internacionales vía balanza de pagos, deterioro del tipo de cambio y presiones inflacionarias adicionales, especialmente si se encarece el costo de importación de bienes farmacéuticos y tecnológicos.
3. Escenario doméstico: inflación y escasez de medicamentos
Colombia ya enfrenta desafíos estructurales en su economía interna:
• En febrero de 2025, la inflación anual se situó en 7,4%, por encima del rango meta del Banco de la República (3% ±1 punto porcentual), especialmente en rubros como alimentos y salud.
• La escasez de medicamentos, aunque multifactorial (fallas regulatorias, dependencia de insumos importados, burocracia en el sistema de salud), se agravaría si los flujos logísticos internacionales se restringen o encarecen, como es probable en un escenario de guerra arancelaria.
Así, hablar de “tormenta perfecta” no es una exageración retórica: se trata de una potencial crisis de balanza de pagos combinada con presiones inflacionarias, baja productividad agrícola, y restricciones fiscales persistentes.
4. La tesis del “autoritarismo económico” de Trump
Aunque el artículo de Solano recurre a un tono político para describir la conducta del presidente Trump, desde un punto de vista económico, su estrategia responde a la llamada “weaponization of trade” (comercialización de la geopolítica), que busca utilizar el acceso al mercado estadounidense como palanca para rediseñar el orden comercial internacional a favor de EE. UU..
Esta visión proteccionista y unipolar entra en contradicción con los principios fundacionales del sistema multilateral de comercio (OMC) basado en reglas, previsibilidad y no discriminación. El regreso de esta agenda arancelaria reactiva podría producir:
• Desaceleración del crecimiento global, proyectado por el FMI en 2025 en solo 2.8%.
• Fragmentación del comercio, con mayores costos de transición para países en desarrollo como Colombia.
• Recesión técnica en sectores industriales altamente integrados globalmente (ej. automotriz, electrónica, farmacéutico).
5. Oportunidades y riesgos para Colombia
El artículo menciona que algunos sectores han planteado posibles oportunidades en esta crisis. En términos teóricos, la diversificación de mercados es un objetivo estratégico, pero el proceso requiere inversiones logísticas, certificaciones fitosanitarias, apertura de tratados comerciales, y sobre todo, condiciones de competitividad interna. Colombia enfrenta cuellos de botella en infraestructura, costos de transporte interno, acceso a crédito agrícola y déficit en innovación tecnológica. Por tanto, esta diversificación no será ni inmediata ni automática.
No responder con aranceles retaliatorios es una estrategia sensata para economías como la colombiana, cuyo margen de maniobra es limitado. Sin embargo, se requiere una diplomacia económica activa, una agenda de negociación comercial proactiva con Asia y África, y una política industrial que favorezca el valor agregado.
Conclusión:
El artículo de Jacobo Solano acierta en su diagnóstico general sobre los riesgos de una escalada arancelaria global, pero comete imprecisiones técnicas en algunos conceptos y cifras. El impacto potencial sobre Colombia sería severo si se concreta el supuesto arancel del 10%, dada su alta dependencia de EE. UU. y su actual fragilidad económica interna.
La respuesta debe ser técnica y estratégica, no emocional ni política: Colombia necesita reforzar su competitividad estructural, diversificar mercados sin improvisación, y desarrollar una política comercial exterior basada en evidencia, previsión y diplomacia activa. La economía internacional no premia el victimismo ni el inmovilismo: premia la anticipación inteligente.