¿UN PRÉSTAMO, O UN REGALO?

La rabia intrínseca del fracaso debido a variables exógenas, difícilmente manipulables me carcomen por dentro. Y es que cómo saber que paso debo dar, si el barranco abarca la izquierda, la derecha, y el centro. Ir para atrás no es opción me dice la razón cuando sin emoción es consciente de la tendencia unidireccional de la noción del tiempo… y me lleno de conmoción al saber que la comisión de la deuda de nacer es que la muerte me espera a cada paso, a cada mirada, a cada sonrisa, a cada soplo del viento.

Los obstáculos deben ser tomados como retos presentados para tomar impulso, Pero ¿Qué pasaría si el insulso humor de la vida hace que debido al salto dado pierda el pulso? ¿Es que acaso cada siniestro presentado debe ser tomado con humor? ¿Y por qué no con honor? ¿Por qué siempre la tendencia de esconder el dolor?, ¿No ven que se pierde la esencia y el sabor? No se puede acostumbrar al ser a ser apático consigo mismo, ya que conseguirá el mismo opacar su esplendor. ¿Qué pasa cuando la sangre incrementa su espesor?, ¿Qué pasa cuando la mente no encuentra calma aún estando en sopor?, ¿Que pasa cuando la vista no es atraída por la iridiscencia de las gotas de lluvia atravesando intrépidamente la luz del sol?

No pasa nada. Todos saben que no pasa nada, aunque toda la humanidad se esfuerce en fingir estupor. Está en los términos del contrato de la vida, aunque algunos lo vean como entrada, y otros lo vean como salida. Alguno piensa en ella de forma relajada, y otros con solo tenerla cerca ya tragan saliva. No hay dentro, ni fuera; no hay abajo, y tampoco hay arriba. No es injusto, ni es muy pronto, ni es tarde, ni es temprano, no hay lejano, ni cercano. Lo único que nos une como seres humanos es que es la muerte es el saldo de esta deuda llamada vida.

Alcides Torres Bolaños

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