El gobierno del Presidente Petro no resistió la presión general de los medios y del país entero frente a los actos de corrupción de los que se señala al hoy exministro Ricardo Bonilla. Nadie pretende acusarle sin que medie un justo proceso de investigación en el que se garantice su legítimo derecho a la defensa, por supuesto, porque será inocente hasta que se demuestre lo contrario, pero en medio de una situación de polarización tan extrema como la que vive el país, en la que toda voz contradictoria a la orientación y desempeño del Gobierno se ve como una conspiración en ciernes o acaso como otro intento de “golpe blando” para impedir la afortunada gestión del Mandatario y de su equipo, resulta por lo menos incómodo el que uno de los más altos oficiales de gobierno, es decir, un hombre de primera línea con el Presidente, aparezca involucrado en una equivocación tras otra, o en un escándalo tras otro, acarreando con ello demasiado ruido en las tribunas y atrayendo sobre los pasillos y rincones de “palacio” demasiados ojos inquisidores que buscan argumentos para amargarle la tarea de Estado.
Para el Presidente ha de resultar por lo menos incómodo que todos los días su ministro estrella, es decir el que mueve las piolas principales de su Gobierno, esté en boca de todos por dolosos procederes al interior de las instituciones y el Congreso, algo sobre lo cual es urgente establecer claridad para bien suyo y para la buena salud institucional del país. No es entendible y mucho menos tolerable que la salvaguarda principal de la chequera y el tesoro de la Nación sea el primer señalado en actos de corrupción que han conducido al extravío de escandalosas cantidades de dinero público. Naturalmente que a un Presidente no le viene bien tener semejante problema en el círculo más importante de su gobierno, como puede ser el Consejo de Ministros, por lo tanto, no extraña que finalmente haya preferido retirarle del cargo, con la esperanza que regrese la paz a su gabinete y puede seguir adelante con su tarea, que la tiene bien difícil.
Quizás el nuevo Ministro Guevara tenga claro que su desafío no está en solo conducir la Hacienda Nacional por el camino correcto, según lo exigen los indicadores de crecimiento y desarrollo y la demanda social histórica, que arrastra un rezago considerable, sino en recuperar la confianza del país en una cartera que debe, por definición y principio, manejarse con pulcritud extrema para no colocar en riesgo la viabilidad económica del país.
El asunto está tan delicado como para entender que no son estos tiempos de improvisaciones atrevidas ni movimientos populistas extremos, sino de ejercicios fiscales prudentemente calculados que dinamicen realmente la producción y el crecimiento del país para beneficio de todos y una adecuada distribución de la riqueza, esa que proviene del trabajo efectivo del aparato productivo, no la que se saca del ahorro nacional a título de subsidios y compensaciones que no resuelven ningún problema estructural. El exministro Bonilla sabe perfectamente de qué estamos hablando.
El Presidente Petro podrá llegar a su gabinete en las mañanas con un ánimo renovado porque pensará que al haber prescindido de su “piedra en el zapato” las cosas marcharán mejor, pero no es así porque quedan por resolverse todas las cosas malas que quedaron atrás y que no se han esclarecido aún. Parece que el país no llega aún a la certeza de cuál fue la cantidad de recursos que desvió por la UNGRD, porque con el paso de los días aparecen nuevas cuentas raras, o por la Sociedad de Activos Especiales, o por cualquier otra entidad del nivel central como la AUNAP, de donde se podría derivar una pálida idea del tamaño del problema que enfrenta el país con gobiernos que despilfarran recursos a diestra y siniestra sin que haya freno para esa locura. El escándalo del Mintic en tiempos del Presidente Duque – Abudinen se refresca con el despojo de recursos a través de la UNGRD y el escándalo de los carrotanques, y ahora por los lados de la Autoridad de Pesca y los botes y motores prometidos a pescadores artesanales del país, que deben aparecer ojalá para Navidad.
Toda esta parafernalia habrá que resolverla una vez este Gobierno se vaya, porque no es creíble que, por alguna razón misteriosa, entren en razón y corrijan esa pésima tendencia desde ahora. El panorama de corrupción jalonada desde las más altas esferas de Gobierno luce, pues, aterrador, implicando en ese saqueo Secretarios de Despacho, ministros, consejeros y nadie sabe qué número de burócratas de segundo y tercer nivel. El Presidente montó de entre sus huestes del Pacto Histórico semejante aparato para gobernar y no ha de sentirse muy cómodo si se da cuenta que es justamente ese aparato la causa principal del desastre que enfrenta en su gobierno. No hay modo de imaginar lo que puede llegar a suceder en los dos años que restan del ejercicio, porque si hay algo que se ha hecho claro para todos es que el Presidente consiente con ese desorden, defiende hasta la afonía a sus colaboradores y no toma acciones sino cuando se ve acorralado en el fondo. En eso es completamente impredecible.
El Sistema judicial, por su lado, ha de ser consciente de lo que acabamos de afirmar, sin embargo, es necesario entender que incluso este estamento se ha sentido amenazado por el Jefe de Estado. No es desconocido para el país las repetidas advertencias desde la CEJ[i] y las más altas cortes en el sentido de que “…es bueno que el Señor Presidente se percate de que la Rama Judicial es un poder autónomo” sobre la cual el Ejecutivo tiene injerencia ninguna. ¿Podrá actuar como corresponde el estamento acusatorio principal, que es la Fiscalía General de la Nación? ¿Pretenderá el Presidente intervenir en los procesos para defender a los suyos, o desestimar, como ya lo ha hecho, los veredictos de los jueces?
El problema del ruido interno en las esferas de Gobierno habría podido detenerse con lo actuado al respecto del Ministerio de Hacienda, pero el Presidente, en uno de esos actos impredecibles que le son propios, y sólo comparables, por ejemplo, al nombramiento de delincuentes confesos como “gestores de paz”, ha llamado a Armando Benedetti para que se siente al lado suyo en la tarea de gobierno que tiene aún dos años por delante.
Se interpreta este acto como una locura que provoca sentimientos encontrados incluso al interior de su propio gabinete y Consejo de Ministros, y mucha desconfianza en todo el país. ¿Qué hace semejante personaje en la tarea de Alto Gobierno? ¿Se viene Benedetti al lado de su maestro para tomarle el paso en la perspectiva electoral del 2026? ¿Será posible semejante suposición? El caso es que, leídas de nuevo las declaraciones de Benedetti en torno al escándalo de Laura Sarabia y Marelbys Meza, en particular cuando afirmó en grabación telefónica que “si llegaba a hablar, todo el mundo se iría a la cárcel…”, se abre la posibilidad de entender que el hombre sabe demasiadas cosas que le pueden enredar en serio el gobierno al Presidente Petro, de allí que se estime “mejor tenerlo cerca y con la boca cerrada que lejos y hablando hasta por los codos”. Los enemigos hay que tenerlos cerca para ver lo que hacen antes que sea tarde, diría Maquiavelo, entonces la fórmula magistral puede ser la de “ofrecerle el paraíso con tal que no diga nada”. Si esa es la situación, lo que el Presidente ha hecho es un movimiento extremadamente audaz, porque no sabemos qué es lo que se tiene que callar y cuál fue el Paraíso que se ofreció a cambio de ese silencio.
Sin descuidar que en los días que vienen sucedan nuevos hechos sorprendentes para el país, lo que viene son dos años de Gobierno en medio de un ambiente asqueroso de corrupción y con silenciosos movimientos políticos para consolidar un fortín de sucesión que pueda quedarse en “palacio” cuando Petro se vaya de retiro. No se va a ceder tan fácil el espacio ganado, eso es un hecho, y éste se va a asegurar con aquellos hombres y mujeres que hoy gozan de las mieles del poder y acaso aprovechan las circunstancias favorables para echarse unos buenos billetes en la mochila: hablamos de los comodines que tiene hoy pelechando de “vida buena” en las embajadas más importantes, pero también de los Ministros y Parlamentarios vinculados en los hechos recientes de la UNGRD que conocen de sobra esta dinámica, hasta ahora impregnada de impunidad. Todos estos beneficiarios de la “generosidad” del Gobierno, desde la primera hasta el último, estarán atentos de dichos movimientos porque en ello se juegan sus posibilidades para el período que sigue a partir del 2026. Mejor si recibieron prebendas por anticipado, porque ello asegura su esmerado concurso en el plan de sucesión que se madura en el cerebro del Presidente. Quizás se vaya al exterior a vivir tranquilo, pero debemos imaginar que querrá seguir gobernando en la distancia si se lo permite la abnegada y genuflexa actitud de sus buenos amigos de francachela burocrática que queden en el poder.
Si este es el panorama de lo que viene, nos queda el recurso valeroso de la resistencia hasta que se configure el momento de hacer relevo con gobiernos realmente decentes y comprometidos con la verdadera realidad del país. Los hombres y mujeres que se encuentran en todas partes y que ven con angustia la forma como se corrompe y despedaza la institucionalidad de la Nación son los llamados a ese cambio verdadero, porque parece evidente que el país se dejó timar con respecto a la idea del “cambio” que Petro propuso en su campaña. De ahí el peligro de haber adoptado como cosa realizable una idea vaga de corte populista, sin soporte político, técnico y económico, que no podía hacerse realidad. La cuestión no está en proponer utopías encantadoras, como ilusionistas de circo, sino en acciones formales que sean conducentes a verdaderos resultados de cambio para la vida de las personas.
Mientras tanto hay que hacer fuerza y confiar en que la frecuencia y gravedad de los errores de este gobierno baje a cero y el país pueda sobreponerse al desastre, mientras se asegure que nunca más volverá a suceder. Y cantar como el gran juglar de la sabana, “… si este verano vuelve a repetir, quién sabe dónde iremos a parar.”
[i] Corporación Excelencia en la Justicia. Marzo 7 de 2023 http://https//www.cej.org.co