UNA CACICA DE VERDAD

Esta noche se estrena “La Cacica”, la serie de Caracol Televisión inspirada en la vida de la gestora del Festival de la Leyenda Vallenata. Recordamos algunos pasajes de su historia.

Ella tenía 27 años cuando sintió el llamado para concebir a uno de sus mejores hijos: el Festival de la Leyenda Vallenata. Una mañana a finales de 1967, Consuelo Araújo Noguera estaba en compañía de Alfonso López Michelsen, recién nombrado gobernador del Cesar; Andrés Becerra Morón, Rafael Escalona, Alfonso Cotes Queruz, Miriam Pupo de Lacouture, y todos ellos fueron testigos de la adaptación que hacían distintos hombres y mujeres de la fiesta religiosa de la Virgen del Rosario en la plaza Alfonso López.

Al gobernador López Michelsen, quien venía de recorrer muchos caminos, se le prendió la chispa y soltó un requerimiento: “Rafico, ¿Dónde están los acordeones del Valle? No tenemos. Hay que buscarlos. A esto se le pone alma con música y si es de acordeón, mucho mejor”, expresó en el momento.

Más adelante, en una reunión en donde el feudo mandaba fueron sorprendidos por la voz de líder natural de Araújo Noguera. Ella, con la pasión que siempre mantuvo por su música, se atrevió a bautizar el evento. Así lo recuerda Andrés Becerra Morón: “Consuelo fue la principal artífice del club de amigos parranderos. Ella sugirió que se tomara el nombre de la Leyenda Vallenata, en honor a la Virgen del Rosario y en conmemoración de la etnia indígena”.

Nació en la calle grande de Valledupar, el 1° de agosto de 1940, en el hogar de Blanca Noguera Cotes y Santander Araújo Maestre. Su madre, originaria de Ciénaga, Magdalena, y su padre, de Patillal, Cesar, un corredor cultural que sirvió para que las corrientes migratorias guajiras se posaran en ese nuevo departamento. Luego hizo de su hogar un punto de encuentro vital para que el vallenato se desfogara en diversas voces de acordeones, cantos y canciones, que a través de cajas y guacharacas se convirtieron en el símbolo musical de una nación.

Su historia, que la hizo crecer en el ámbito del periodismo, base para su fundamento como una de las voceras más creíbles dentro del vallenato, no fue nada fácil. A ella, como mujer, le tocó hacerle frente a ese feudo que limitaba el crecimiento femenino. Consuelo Araújo Noguera fue una de las líderes que sobresalieron por tomarse la fría capital y comandar un grupo artístico que expresó, a punta de paseos, sones, merengues y puyas, cómo era que una provincia, pese al olvido, era feliz.

Desde 1968 hasta 1971 fue directora de turismo del Cesar, y ahí desarrolló la organización del Festival de la Leyenda Vallenata, que marcó un hito determinante para esa música que estaba irrigada en toda la provincia y de la que se empezó a hablar en serio a partir de la llegada de tantas personalidades del periodismo y de la política como Gabriel García Márquez, Manuel Zapata Olivella, Enrique Santos Calderón, Daniel Samper Pizano, Maruja Pachón, Luis Carlos Galán, Álvaro Cepeda Samudio, quienes salieron de Valledupar a contarle al mundo que en esa tierra se podía gestar un evento que exaltaba al vallenato.

En el segundo festival, el periodista Hernando Giraldo cubrió para El Espectador el evento. Allí, con un acuartelamiento de primer grado folclórico, Consuelo Inés Araújo impartía sus órdenes. Ella, imponente, hablaba con solo mirar, y por eso fue descrita por el comunicador con la siguiente expresión: “Aja, ajá, esto es lo que te gusta a vos, tenernos sometidos aquí a tu bendita fiesta y mandarnos a todos como una gran Cacica. Eso es lo que tú eres, una Cacica”.

Durante 22 años desarrolló su propuesta periodística conocida como “La Carta Vallenata”, labor que sirvió para que la región hiciera conocer en un medio nacional toda su problemática. También fue directora en Radio Guatapurí, la que fue su eterna casa radial, en donde se hizo grande con sus columnas “Revuelve el agua” y más adelante “La Cacica comenta”, que durante seis años mantuvo vivo su ataque a la corrupción.

Sobre su actividad periodística fueron muchas las voces que comentaron acerca de su oficio, entre ellas, Camilo Cano Busquets: “Consuelo Araújo Noguera es una crónica inagotable, una columna de opinión intachable, porque Dios le dio ese don de la palabra”.

Después de quince años de investigación, lanzó en 1973 el libro Vallenatología, con prólogo de Alfonso López Michelsen, cuyo contenido abrió varios frentes de discusión en torno a ese género. Juan Gossaín dijo sobre Consuelo Inés: “A ella, como dicen en mi tierra, la parieron y después rompieron el molde”; mientras que Rafael Escalona manifestó: “Mi comadre es la única mujer a la que le tengo miedo, pero ninguna me ha querido más que ella”.

De 2000 a 2001 fue ministra de Cultura, designación que en el sector andino no cayó bien. El nombramiento fue pensado por el entonces presidente Andrés Pastrana mientras subía a la tarima Francisco el Hombre de la Plaza Alfonso López. En ese entonces, cuando la llamó el primer dignatario, ella solo atinó a decir: “Presidente, no le puedo aceptar ese ministerio, porque yo no soy bachiller”.

Entre sus textos se destacan Vallenatología, Escalona el hombre y el mito, Lexicón del Valle de Upar. También dejó varias obras inéditas, entre ellas, En la casa de Alto Pino, sobre la vida y obra de Leandro Díaz Duarte; Leyendas en clave de Sol y Romancero vallenato.

El 24 de septiembre de 2001 fue retenida por el frente 59 de las Farc, cuando venía de pagar una promesa a la Virgen de las Mercedes, en Patillal, y el 30 de septiembre fue asesinada. Hoy el Cementerio Central, donde reposa su cuerpo, es punto de encuentro para recordar y exaltar todo lo que le brindó en vida a la cultura vallenata.

Después de su muerte fue exaltada como La Pilonera Mayor, por haber rescatado esa danza de origen riohachero que se regó por toda la provincia de Padilla. El parque donde se hace el Festival de La Leyenda Vallenata lleva su nombre. Igual un colegio en Valledupar y una biblioteca en El Pajarito, una población de Boyacá.

Su vida será recreada en una producción de Caracol Televisión, en la que la actriz Viña Machado encarnará su espíritu musical, el de una mujer que como ella tocaba acordeón, cantaba y componía a su manera, tal y como lo reza su epitafio: “Aquí yace Consuelo Araújo, de pie como vivió su vida”.

FERCAHINO – Félix Carrillo Hinojosa

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