Nací y crecí escuchando la música más bella del mundo, El Vallenato, no solamente, también, escuchaba rancheras, charanga, salsa, baladas y hasta música antillana a través de hondas de Riohacha que se sintonizaba en La Peña cayendo la tarde, en un radio rectangular, marrón, con agarradero, como si fuera un neceser, con los botones para sintonizar y una inscripción que decía VHF en color Plateado y una agüjita marcadora de dial, roja. De ahí que me gusta desde el sonido de una cascada, la lluvia cuando cae, pasando por el canto de las aves, hasta Luciano Pavarotti (QPD). De niña me aprendía los LP de los juglares de la música Vallenata de lado y lado, hacía los oficios de la casa o caminaba a llevarle desayuno a mi papá o a sacar el ganado y darle agua cantando canciones grabadas por Calixto Ochoa, Alfredo Gutiérrez, Jorge Oñate, Poncho Zuleta, Diomedes Díaz, El Binomio y Los Betos, fui creciendo y no solo me aprendía las canciones, sino también el autor de cada una, yo crecí sabiendo que cada canción tenía un dueño. Sabía que Beto Daza, Nando Marín, Sergio Moya, Máximo Móvil, Carlos Huertas, Calixto Ochoa, Emiliano Zuelta (ambos), Octavio Daza, Rita Fernández, Santander Duran Escalona, eran autores de canciones como amor comprado, Juramento, La Celosa, Mujer Conforme, La Casa, Lirio Rojo, La Pimientica, El Sentido de Mi Vida, Sombra pérdida, Pintora, entre otras.
De tanto escuchar sus canciones a aprendí a identificar el estilo de cada compositor y antes de ver las carátulas, me gustaba apostar con mis hermanos a identificar de quién era cada canción, solo escuchándola, casi nunca fallaba. Así descubrí el estilo dramático del Gran Gustavo Gutiérrez, de Efrén Calderón, de José Alfonso Maestre, Omar Geles, Luis Egurrola; el cantar florido de Octavio Daza, Rosendo Romero, Iván Ovalle, la mezcla de poesía e inteligencia de mis autores favoritos Fernando Meneses, Hernán Urbina Joiro y el aprendiz de Poeta Jacinto Leonardis Vega (Luego haré un especial para ellos tres), la canción Social de Hernando Marín (que siendo un genio de la composición, recorrió todos los géneros) de los mejores junto a Leandro Díaz, Daniel Celedón, Romualdo Brito quien además fue el representante junto a Franklin Moya y El Tigre Carrillo de los merengues rápidos, llenos de humor. Descubrí encantada la lírica melancólica por Valledupar de Fernando Dangond Castro, de Rita Fernández Padilla y mi querido Santander Duran Escalona. Aprendí a reconocer a Diomedes Díaz, que no marcó un estilo definido, ni por melodía, ni por métrica, ni por tema, podía ser romántico con Bonita o Mi Novia, filosófico con La Sombra, cronista con Señor Abogado, halagüelo con Mi Fanaticada, y hasta espiritual con Gracias a Dios.
En definitiva, el estilo que me marcó para siempre y marcó mi estilo literario, es la Crónica, yo escribo crónicas, porque aprendí con los mejores: los compositores de la música vallenata, que cantan cuentos y tiene entre sus máximos exponentes a Leandro Díaz, con La Diosa Coronada, Matilde Lina, Dios No Me Deja, El Pregonero, Los Ojos del alma, La Gordita, por mencionar las que recuerdo. ¡Son Tantas!! A Rafael Escalona con El Testamento, La Custodia de Badillo, La Creciente del César, Jaime Molina y casi todas sus canciones que son crónicas maravillosas. Carlos Huertas con El Cantor de Fonseca, Tierra de Cantores, Abrazo Guajiro, sin poder dejar por fuera las crónicas estructuradas del gran Santander Duran Escalona, algunas de ellas: Las bananeras, Cerro de Murillo, Soy el Pescador, Silencio, El Último Embaucador. Podría seguir mencionando canciones de Emiliano Zuleta Baquero, Alejandro Duran, Juan Polo Valencia, de todos los cantores de nuestra música y no terminaría. Todos me enseñaron a contar historias simples, sencillas y enormes en su riqueza literaria; pero quiero reposar mi pluma en algunos poetas que me marcaron la pauta con canciones insignes, al menos para mi alma.
Del linaje de los Zuleta, Emilianito, hijo, talla en versos crónicas fantásticas como mi hermano y yo, la sangre llama, el retiro, tardes de verano y este icono emblemático para mí: “Mira mi vida que mañana tan serena, que mañana tan lluviosa que me dan ganas de llorar… Me recuerda a Villanueva (Yo digo a La Peña) me recuerda mi niñez… esos tiempos se me han ido, mas nunca los vuelvo ver…” De la nostalgia y la añoranza de tiempos idos, surge la solicitud inequívoca que sugiere una mañanita de invierno en nuestra provincia; cuando llueve se desayuna tarde, no se va al colegio, se llega a trabajar tarde, ¡se corren los tiempos porque el frío pide calorcito!! “Dame un besito te lo pido mi amor, dame un besito pa’ sentirte en mi ser… Mira que el cielo ya se vuelve a nublá y unas goticas empiezan a cae’ vamos pa’ dentro que nos vamo a mojá, para que estemos bien solitos y así yo entregarte, mi cariño pa’ que tú te sientas más mujer”. ¡Que vaina más linda!! Me encanta por su sutileza, su realismo, por la dulzura y sensualidad, por esa melodía que parece dictada de los pajaritos… ¡uuuffff!! Mi alma vibra, cuando dice: “Mira esas nubes como están de bajiticas, que quisieran saludarnos observando nuestro amor y son tan nobles que quizás no nos critican, ellas no sienten envidia mas bien sienten emoción” ¡oooh!! ¡Cuánta riqueza literaria!! ¡Prosopopeya pura!! Puedo imaginar a las nubes, cómplices del momento, y hasta alcahuetas dejando caer goticas más gruesas para que se vayan pa’ dentro que se van a mojá. Amo esta canción, mis hijas lo saben y cada vez que la escuchan me mandan el audio, dónde estén y a la hora que sea. ¡Cómo no admirar la magistral solicitud de un momento de intimidad y pasión, en Mañanitas de Invierno, imposible!!
¿Que tal la entrada de esta crónica del autorazo Marciano Martínez, en Venceremos? Rewow!! “Ya se ocultó la luna tras un nubarrón,
la noche está en penumbra y yo estoy con mi amada. Teme que nos descubran se encuentra asustada, llorando entre mis brazos tiembla de emoción. Sufre porque sus padres no gustan de mi, porque ellos tienen plata y yo no tengo nada. Ellos dicen que solo soy un infeliz, si me caso contigo te haré desdichada…”, sigues escuchando porque sigues, tu quieres saber que va a pasar, cómo termina la historia. Historia que les contaré en otra entrega, después de una sentada que le tengo ofrecida a mi hermano Sinfo en su casa en La Junta, espero sea pronto. Este hombre merece capitulo aparte.
Fue escuchando canciones como Amor de mi Tierra, imaginándome lo que dice su letra “Veo a mi gente otra vez, mi novia llegó también de su colegio y es que siento que los carros nada andan, que los relojes se paran cuando voy pa el pueblo…”, que me enamoré de contar historias, wow, imaginen por un momento esta escena: “Me dio una foto una vez, que sonreída se ve y yo la cuido; yo no sé si son ideas, pero la foto, yo veo que al pelear nosotros se enseria conmigo” ¡OOOOOHH! ¡SIN PAR!!, Se me llena la mente de ensoñación con esta historia, que es más hermosa si la escuchas y te das cuenta que él, no la puede llamar frecuentemente porque las mojas se la niegan, entonces sabes que está en un internado, y a pesar de eso, ella sabe primero que la mamá, cuando el viene para el pueblo, y con razón su vieja siempre se resiente. ¡Sublime!! ¡Claro! de mi primo Rafael Manjarrez Mendoza, incólume cronista vallenato de mis tiempos, a la dimensión de su tocayo, Rafael Escalona en su momento. Créanme mi alma se eleva ante esas expresiones únicas y se extasía escuchando, El Dilema De Mi Vida: “Fue mi novia desde niña, mi vecina, mi paisana, aquella muchacha sana, fue después mi encrucijada, fue el dilema de mi vida, inmaduro por mi edad fui vacilante, claudiqué porque mi vieja se oponía…” o “Bendita Suerte, suerte mala o buena, que todos los papeles extravié, un día tomando boté la cartera esa es la vida ganar y perder…” en Bendita Suerte, y Ausencia Sentimental: “Ya comienza el festival vinieron a invitarme, ya se van los provincianos que estudian conmigo…” himno de tantos festivales como el de La Patilla en mi Peña. Que decir de Desenlace: “Bien cerca de la Nevada en predios de La Guajira, una preciosa nativa, de esa prospera región, sus amores le entrego a un estudiante guajiro, que hasta la ciudad se vino en busca de educación, llegaban las vacaciones, el estudiante volvía, pero como se querían desesperaban los dos …”. Sin duda la reina de las crónicas escritas por Rafa en el universo de la música vallenata. Podríamos escribir un libro con todas las crónicas cantadas del hijo enorme de la Jagua.
Roberto Calderón Crujía, al igual que Rafael Enrique es un cronista excepcional!! ¿Cuál de sus crónicas será mejor? Ganó el Folclor, Cávala de Amor, ¿Cuál de los Dos? Me Quito El Nombre, Mi Primera Canción, Tarde a Tarde, Gitana, son tantas más, que es difícil elegir; pero, pero, póngale cuidado a esto que sabe a mañanitas de invierno combinado con Amor De Mi Tierra y cuatro onzas más: “Perdóneme compadre que llegue a estas horas//, pero solo yo se que a usted puedo contarle y es algo grave que me pasa a mi, no se imagina que ahorita mi novia, allá en su casa acaba de botarme yo que me muero por verla feliz, //porque resulta que a ella le dijeron// que allá en el parque con otra me vieron y yo no siquiera me encontraba aquí… dándoles serenata me acaba de botar… Pero al llegar la aurora entre oscuro y claro// Se despide la luna y el sol despuntando, en mi se afianza más la adversidad. No me atrevo a pensar que hayamos terminado, es como si estuviera un acordeón llorando y que ninguno pudiera cantar. //Vencido por el sueño y al quedar dormido//, cuentan que mi compadre un poco resentido bien tempranito se presentó allá, habló con ella y no sé que le dijo, la verdad fue que ella cambio conmigo, vean que manera de reconciliar: se puso lo mas bonita sin pintarse, sabe bien que así me gusta más, y se llevó unos besitos para darme y un regalito a mi mamá. //con un besito alegre, me acaba ‘e despertá //… ¡Oh Por Dios!! ¡Oh Por Dios!! Cuánto pueblo, cuánta sencillez, cuánta pureza, cuánta belleza, me enternece, me hace soñar, imagino cada detalle: ella, dolida, en pijama con mirada fulminante llena de celos lo echa de su casa y luego de hablar con el amigo, arrepentida va al encuentro, con un vestidito blanco con flores amarillas, de falda sesgada, llevando en una canastica de mimbre unas arepas de queso, rellenas de carne molida, tapadas con un mantelillo bordado en punta de cruz; con zapatillas amarillas en los pies y un lazo del mismo color en la cabeza. Imagino la cara de alegría del muchacho cuando abriendo ella la cortina, entra la luz al cuarto y lo despierta, ¡!no lo puede creer!!! ahí está la imagen de su amada, con carita de, perdóname, eso borra todo, eso alivia todo, eso lo despierta todo!! Uuuuuujuuuuu!! Vuelo, vuelo con las alas de la mariposa de Leo, Coqueteándole a la flor color San Juan, que en el jardín ajeno se robó, Robe.
NORALMA PERALTA MENDOZA