DE TERNAS, AVALES Y ARTETA

La escenificación de una realidad política en La Guajira ha desencadenado artilugios por parte de dos maestros ajedrecistas: el tiempo y el afán. El tiempo rendido a los pies de una pasmosa transición presidencial y al afán tinturado de los diez del supuesto plazo para llenar el vacío de poder en el Palacio de la Marina.

Ante la acostumbrada orfandad de mandatarios y el acéfalo gobernar, la necedad trina desde las trincheras de las redes sociales para dar a conocer anuncios, deslealtades y «jugaditas» de los políticos en la conformación de la terna. Acto seguido, surgen entre el humo las especulaciones y acusaciones contra los ternados, quienes son blancos de los escrutinios en las esquinas y los congresitos de cada corregimiento y pueblo del departamento. Nominar y designar son conjugados por los dimes y diretes de los «porfiadores» dueños de la verdad, de sujetos pintorescos capaces de confundir al más versado magistrado con su casuística y doctrinas en la interpretación de leyes, códigos y reglamentos electorales.

Depender de alguien incomoda y desespera en la perceptible distancia de la voluntad de los demás. Lamentablemente, la suerte de los próximos dieciséis meses del departamento recae en personas de la altiplanicie andina o del litoral pacífico, totalmente ajenas y hurañas al destino de La Guajira. Vivimos entonces el tiempo del mecenazgo y del bazar de los vendedores de avales y franquicias electorales, que, tildados de diversos colores, desde el azul trujillano, el arcoíris de la U, el rojiazul radical y el verde renaciente, anteponen los intereses personales y las ambiciones sobre el futuro de una tierra condenada, por propios y extraños, a la desidia y al ostracismo. Y así, con el pendular actuar de las circunstancias, se conforman bloques y se desatan acuerdos para confeccionar «ternas» de cuatro, cinco y demás integrantes, violando las leyes de la aritmética y actuando por demás, sin expresa solicitud del ejecutivo. En fin, presenciamos una carrera impulsada por la premura del orgullo y el paupérrimo proceder, que no hacen más que desprestigiar más al noble oficio de la política y su supremo fin.

En ese escenario, aletargado por el frío engavetado de un escritorio de la Casa de Nariño, apurado por las carreras en los pasillos el Congreso y el regurgitar de los grupos de WhatsApp, surgen nuevos opciones e infortunios. Desde los derechos de petición, tutelas y deshiladas de la madeja llamada terna hasta el surgimiento de audaces alternativas como la autopostulación de Pedro Arteta o las aspiraciones al encargo por parte de los amigos guajiros del presidente. Cabe destacar que la audacia y la persistencia se disfrazan muchas veces de necias y perniciosas, especialmente en el carnaval de la política. Por lo anterior, en medio de la ausencia de consenso en la dirigencia, vale la pena subrayar la osadía del excandidato a la Cámara de Representantes, quien se muestra como un defensor de lo público, luchador contra la corrupción y bálsamo de la esperanza para los verdaderos «Nadies de nuestra región». Y es que a pesar del prurito de los incrédulos e inconformes, tanto ha calado el nombre de Arteta en las esferas bogotanas, que su hoja de vida reposa en los aposentos de la casa presidencial y su «designación simbólica» esta semana como gobernador causó tal conmoción en los medios de comunicación y en las redes sociales, que un periodista de la capital guajira llamó a la oficina jurídica de la presidencia para comprobar la veracidad del acto administrativo del encargo de su amigo Pedro Celestino Arteta Bonivento.

Arteta, conocido ahora como el «Guaidó guajiro», a pesar de no estar ternado, tiene la convicción y la fe puesta en la Virgen de los Remedios, de ser designado, por sustracción de materia, vencimiento de términos o conducta concluyente, como el próximo gobernador de La Guajira. Un mandatario, quien en sus primeras declaraciones expresó su compromiso en «terminar lo no comenzado y comenzar lo que nunca debió anunciarse sin merecerlo», al tiempo que designaba un gabinete de lujo, fijaba las prioridades de su gobierno y anunciaba, al mejor estilo de Goyeneche, el inicio al día siguiente a su posesión de la segunda etapa del proyecto multipropósito de Ranchería y su terminación antes del 31 de diciembre de 2023.

A pesar de lo altisonante y jocoso que pueda sonar la descabellada ilusión, el titular del sueño no deja ser un buen representante de la lucha popular, un gladiador en defensa de los intereses de La Guajira y de la buena política. Por todo lo anterior, en respuesta a los ecos de su actividad en redes y el impredecible y etílico actuar del señor presidente, su virtual nombramiento no resulta descabellado y podría ser el mayor golpe de opinión en La Guajira en muchos años, incluso de magnitud superior a la elección del actual mandatario de los colombianos.

 

Arcesio Romero Pérez

Escritor afrocaribeño

Miembro de la organización de base NARP ASOMALAWI

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