LA CERTIDUMBRE DE LA VERDAD

¿Cómo entender las certidumbres de las verdades en el tiempo? El interrogante suena a redundancia expresiva y sonora en vaguedad. Sin embargo, repetir o recaer en lo tácito sirve como mecanismo de acentuación interpretativa de los textos. Por eso, recurrir a una pregunta es, inevitablemente, un punto de inicio interesante para discurrir sobre el cauce de los hechos y sus sinuosidades.

Las revelaciones y sus propiedades significativas, son hitos inefables de las nostalgias y los recuerdos que yacen pintados en la memoria recursiva del relator en función del grado de introspección del Yo. No todas las personas están sembradas sembrados en la tierra con el mismo abono y enraizados con la sindéresis de la honradez y su amiga la sinceridad para afrontar los acontecimientos de los calendarios idos. Al respecto, algunos estudiosos afirman que la historia lejana era escrita por los vencedores y tergiversada por las exageraciones y gestas de héroes construidos con el verbo y la pluma entintada por la megalomanía. En cambio, la historia próxima yace grabada en los cuerpos a través de las heridas en el alma y relieves repujados en la piel por los sufrimientos y el azote de todo tipo de conflictos. Por eso, es importante saber contarla con lealtad hacia los acontecimientos y sus protagonistas, y no pecar en la gracia de la complacencia con los triunfadores y la musicalidad de las verdades a media o sencillamente recurrir a la ficción para diseñar mitos ensombrecidos y empañados por la astucia de los victimarios vestidos de víctimas.

No basta entonces con contar, es necesario saber contar. Adecuarse a la línea objetiva de los hechos y elaborar un único relato, que concite la aprobación de todas las partes, para que, todos sean bendecidos por el poder sanador de la justicia y sus efectos de remediación. Por eso es vital, aferrarse, con profundo apego a las convicciones de la conciencia y el respeto por la contraparte y la versión por escribir y referir a las siguientes generaciones. Si, una narrativa exenta de las mentiras tildadas de verdad y la estupidez de una locura llamada guerra.

Solo de esa forma, cualquier conflicto interno, interior o del alma de los actores y victimas recibirá, sin objeciones, el sosiego de las almas sacrificadas en nombre de las luchas no emprendidas o de las ilusiones cimentadas en utopías inalcanzables. En todos los casos, perdonar o disculpar no basta, no remedia los males, no cura el pesar, no libera la angustia, no resucita los seres queridos y el tiempo ido, si ese acto de sublime grandeza no viene de la mano, apretada y cariñosa, de la nobleza que engalana a la “señora verdad”.

 

Arcesio Romero Pérez

Escritor afrocaribeño

Miembro de la organización de base NARP ASOMALAWI

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