DISCURSEANDO SIN GOBERNAR

O comiendo y sin trabajar, como decía El gran combo de Puerto Rico. Petro se centra en dos grandes frentes en su estilo de gobierno.

Por una parte, claramente el objetivo es ocupar al máximo el espacio mediático, tanto en redes sociales como en la prensa tradicional. Esto lo logra Petro con tres estrategias definidas: Permanentes alocuciones presidenciales recorriendo de manera frenética el país para lograr escenarios y oportunidades fotográficas inaugurando una alcantarilla o entregando principalmente lotes a anónimos campesinos de los cuales poco o nada sabemos, ni nos enteramos de que harán con los predios que el mesías de la reforma agraria, uno más, entrega a diestra y siniestra. Llama la atención que en los recuentos, cada vez vemos menos al “pueblo” y solo vemos al mesías con una cachucha semi militar que encarna un ambiguo símbolo de lo que Petro quiere pero aún no se atreve a develar.

La segunda ruta de control mediático, claro está, es el uso desaforado y aparentemente no delegado de la cuenta de twitter. Allí lo ha visto el país comentando sobre lo divino y lo humano en interlocución directa con 6,7 millones de seguidores y sobre todo con toda la prensa digital y tradicional de Colombia. Esta presencia constante le da a Petro la posibilidad de ocupar, según estudios recientes, el 75% del tráfico digital del país, definiendo la agenda o distrayendo a la opinión de las grandes embarradas del mismo gobierno o dándole falsa pantalla y relevancia a las acciones publicitarias de sus áulicos más cercanos en el gobierno.

La tercera estrategia o ingrediente para el absoluto control mediático, es la de cazar con regularidad sistemática y programada peleas con cualquiera que se quiera enganchar. La crítica ligera, la bagrada populista, la paz mundial, los burgueses, los banqueros, las otras ramas del poder público, cualquiera. A la manera de la lucha libre, no interesan golpes mortales sino la altisonancia, la grosería y patanería. Mantener a la galería encendida con algo de circo.

A nivel táctico estas estrategias se nutren de bodegas que han dejado de ser secretas o clandestinas. Bodegas que ahora se camuflan en iniciativas populares como Activistas del Cambio, red de bodegueros, de financiación oscura y claros nexos con Casa de Nariño como lo denunció claramente la Silla Vacía esta semana.

El segundo frente de acción de este gobierno es la reforma legislativa. Aquí el adanismo total recoge la añeja costumbre política colombiana de asumir que la ley, en clave hermenéutica, transforma la realidad por sí misma. Y a la postre si lo hace, incluso desde que se presentan los proyectos de ley, pero nunca para el propósito que la inspira. Las reformas, con su solo anuncio, y esto es bien particular de la democracia moderna, traen consigo perversos efectos, pero casi nunca beneficios.

La incertidumbre que la expectativa sobre el contenido final de las reformas genera, aunada a la brutal reforma tributaria, ha creado un parón económico significativo en el primer trimestre de 2023, disminución mucho mayor a la prevista por los pronosticadores más pesimistas. La inseguridad jurídica desmonta planes de inversión y deprime las expectativas de crecimiento de los empresarios como lo reveló esta semana el Banco de la República.

Pero plagar al congreso de reformas es otra forma de ocupación mediática. Para la gran mayoría de la población colombiana, ignota sobre la separación de poderes y la ley quinta, con presentar sus reformas ante el congreso el presidente ha cumplido con sus promesas de gobierno. En la barriadas de las grandes ciudades del país, adonde llega Petro con sus redes y bodegas, la foto radicando una reforma es igual a haberla implementado. En Cali, en Bogotá, en las capitales de la costa Atlántica, ilusos esperan los efectos de las reformas, dándole razonable plazo de espera al mesías para que las materialice. Para estos colombianos los debates congresionales y las patinadas de la aplanadora gobiernista son estertores remotos de un legislativo que no conocen, ni los representa.

Para un pueblo mal acostumbrado a esperar eternidades por todo, Petro parece estar cumpliendo y no demora en llegar. Y es por eso por lo que fotoPetro no pierde oportunidad de treparse en el avión, como para firmar el Plan Nacional de Desarrollo (PND) en Puerto Inírida, Guanía, lugar de Colombia al cual el PND nada le aportará. Pero la foto queda linda.

Toda esta humareda mediática oculta, mientras tanto como no, la pérdida acelerada en el control del territorio frente a guerrillas y grupos armados de toda pelambre, el crecimiento desaforado del tráfico de estupefacientes, el crecimiento de microtráfico en las ciudades, la rampante inseguridad ciudadana, el desaforado crecimiento de la extorsión en campos y ciudades, la caída brutal de la actividad de construcción de vivienda, vías e infraestructura, la caída de la tasa de crecimiento, el aumento del desempleo, el debilitamiento de la oferta de energía eléctrica, la rampante corrupción y el deterioro de los procesos democráticos para las elecciones territoriales de octubre. No se construye nada, no implementa nada, no se gasta nada en este gobierno.

Estos, y otros muchos problemas severos, no se atienden, se agravan y se multiplican porque lo que no le interesa a Petro es gobernar. Gobernar desgasta, requiere constancia e implica costos. Gobernar requiere equipos técnicos y manejar realidades.

Nada de eso quiere ni necesita Petro. Está convencido de que apunta de fantasía, relato y propaganda sale al otro lado, ocultando los problemas y cuando sean inocultables los ignorará y le echará la culpa a otro. Ojo, ojo pelado, le está funcionando.

Enrique Gómez Martínez 

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