LA GRANDEZA DE BENDECIR

Hebreos capítulo 7

 

Sin lugar a dudas, el que tiene el poder para bendecir es superior a quien recibe la bendición. Hebreos 7:7 NTV

Es indiscutible que la persona que bendice es superior a la que recibe la bendición. NVI

Procuré compartir este versículo en dos versiones (traducciones) bíblicas, porque considero que su mensaje es muy poderoso, me llevó a una búsqueda más profunda para confirmar lo que ya había concluido: LA PERSONA QUE BENDICE, ES SUPERIOR. Adicionalmente busqué su significado etimológico que es aún más impactante, BENDECIR es expresar, desear  o hacer bien  a una persona o un grupo de ellas. Una bendición es una declaración de buena voluntad y bienestar que se dice acerca de otra persona.

Es tan importante considerar esta enseñanza, dado que vivimos en un tiempo en el que nadie da nada sin esperar algo a cambio, pocas personas piensan en bendecir a los demás si antes no los bendicen a ellos primero; es algo que ha trascendido en nuestra cultura, para merecer debemos hacer.  A la humanidad se nos hace más fácil denigrar, criticar, insultar, maldecir, ofender o murmurar, pero cuando se trata de bendecir nos sentimos limitados, no es algo que sintamos fluir naturalmente.

Es esta una nueva oportunidad que nos brinda el Señor, para lograr dilucidar lo poderoso que es esto probablemente cambiará el curso de nuestra vida y la forma en cómo la concebimos, lógicamente buscando que penetre en nuestra vida.

Es maravilloso el efecto que produce bendecir, cuando lo hacemos estamos dando órdenes en el mundo espiritual, los resultados no se hacen esperar pues lo que bendecimos tiende a engrandecerse, mostramos el valor que tienen para nosotros las personas, situaciones, u objetos y por ende, queremos que sean y estén mejor. Aunque no se perciba así, es una gran muestra de humildad.

Dice la palabra, en Lucas 6:28 bendecid a los que os maldicen; orad por los que os vituperanEsto no es tan fácil de hacer como se lee; desear bien, tratar bien, hablar bien de alguien que te maltrata, que piensa y habla mal de ti, que busca la oportunidad para avergonzarte y humillarte, es complejo. El secreto consiste en entender que cuando bendecimos, recibiremos lo mismo y puede que no sea de la misma persona a la que le estamos haciendo bien, pero es una ley de la vida, lo que sembramos es lo que recogemos. Gálatas 6:7.

Al respecto, la biblia enseña en 1 de Pedro 3:9 “No paguen mal por mal. No respondan con insultos cuando la gente los insulte. Por el contrario, contesten con una bendición. A esto los ha llamado Dios, y él les concederá su bendición.” Cuando bendecimos ¿De quién dice la palabra que viene la bendición? No es de la persona a la que le hacemos bien, puede que suceda; pero quien se encargará de bendecirnos es Dios y el sí que bendice de manera sobreabundante, porque él no es escaso.  Por este motivo, lo mejor que podemos hacer es dar sin esperar de las personas.

Este verso nos insta a resistirnos al impulso de devolver el mal que nos hacen. Sabes ¿dónde está el poder real aquí? En que cuando, no reaccionamos al mal que nos hacen, le estamos quitando la potestad al otro de afectar nuestras emociones, robarnos la paz y el gozo. Esto parece algo imposible de lograr para el ser humano, pero tenemos varios ejemplos a seguir, uno de ellos es Jesús, un hombre que  pudo vencer la tendencia humana de devolver golpe por golpe, aun cuando fue vituperado, calumniado, golpeado y mucho más, todavía Él suplicaba al padre misericordia por aquellos que le hirieron.

Esto nos lleva a aprender varias cosas y a ponerlas en práctica:

  1. Lo que nos hace desarrollar el deseo permanente de bendecir es el amor. Pero no el amor que conocemos, sino el amor desde la misericordia. Jesús no veía a sus verdugos, el veía almas confundidas y perdidas que necesitaban ser llenas de Dios.

La misericordia es un atributo de Dios y cuando verdaderamente apreciamos la misericordia con que Dios nos ha tratado, nos apresuraremos a dar eso mismo a otros.

Cuando logramos desarrollar este deseo y someter nuestra voluntad a ese amor misericordioso que solo proviene de Dios, nuestra vida cobra sentido. Porque mientras más trasmitimos el amor y la bendición de Dios a otros, más nos parecemos a él.

  1. Las malas actitudes de los demás nos contaminan. El comportamiento de los demás no debe definirnos, ni hacer variar nuestra esencia. Tenemos el poder para decidir si aceptamos la basura que otros quieren depositar en nosotros o no. En este caso, lo que debemos hacer es orar por estas personas que andan llenas de dolor y frustración, para que Dios les sane y les salga al encuentro, como nos enseña la biblia en Lucas 6:27-45 “Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues”.
  2. Hacer, pensar y desear bien a los demás abre las puertas del cielo sobre nosotros. Dice en Hechos 20:35 “Mas bienaventurado es dar que recibir”. En otras palabras, el que da es más feliz que el que recibe. Cuando damos, nos convertimos en sujetos de bendición a través del cual Dios muestra su favor a los demás, aun cuando nos parezca injusto.

Bendecir es un acto de obediencia. Sin embargo,  a causa de nuestro temperamento, personalidad o situaciones, es posible que algunas cosas nos resulten más fáciles de obedecer, pero  cuando Dios nos pide algo que nos cuesta morir a nosotros mismos, la obediencia será más difícil. En este caso debemos comprender, que Dios no nos pedirá hacer nada que nos dañe, antes bien todo lo que Dios nos manda a hacer, ciertamente nos llevará a un puerto seguro. Como lo dice en Lucas 6:38: Den, y recibirán. Lo que den a otros les será devuelto por completo: apretado, sacudido para que haya lugar para más, desbordante y derramado sobre el regazo. La cantidad que den determinará la cantidad que recibirán a cambio

El acto de bendecir es tan eficaz que es capaz de romper cualquier maldición, es por ello, que siempre debemos hacerlo, incluso a aquellos que nos maldicen. Si no nos gusta nuestra situación financiera, bendigamos la  fuente de recursos, el salario que recibimos, todo lo bueno que tiene nuestro empleo o empresa; si consideramos que ha menguado el amor en nuestro matrimonio, que estamos al borde de la crisis, bendigamos a nuestros esposos/as y recordemos el momento  y  las razones por las cuales les escogimos para pasar el resto de nuestra vida.

Por último, bendecir no se limita a decir “Dios te bendiga”, es una actitud del corazón. Si realmente deseamos que el ambiente, la atmósfera, las situaciones a nuestro  alrededor cambien, debemos cambiar nosotros primero y esto nos va a implicar morir a nuestro ego, argumentos, estructuras mentales, aún a nuestro concepto de justicia, porque es claro que si no damos el primer paso no veremos ni recibiremos bendición sobre nuestra vida.

Vicky Pinedo 

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