El Departamento de La Guajira se encuentra en un laberinto sin salida, donde el túnel sombrío hasta ahora no encuentra luz por el sendero. La Guajira hoy sufre de tristeza y de amargura. Su crisis institucional es el laberinto más importante de ese caos y ese desorden. Hay que abonarle lo que hizo en corto tiempo el exgobernador Weildler Guerra Cúrvelo, quien le dio confianza y credibilidad al gobierno nacional. En el mismo orden el actual gobernador elegido en franca lid, Nemesio Roys Garzón, le ha dado prestigio, credibilidad, confianza y tino en sus decisiones administrativas, lo que le ha valido el reconocimiento departamental, regional y nacional en especial con el presidente Duque, quien le tiene gran confianza, pero, continuamos en ese laberinto. Nuestro Departamento se parece más a la obra inmortal del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez “cien años de soledad” y lo más grave que no reaccionamos. Solo damos palo de ciegos, en este mundo infernal, donde el túnel es un laberinto con variados caminos que no sabemos cuál es el verdadero y los recorremos en zigzag. Esperamos salir en corto tiempo de este laberinto.
La Guajira no merece esta suerte y menos sus habitantes. Pareciera que la brújula se ha perdido y el barco haya encallado en esa marea de la horrible noche de todo lo que ha sucedido y continúa sucediendo. Las olas embravecidas continúan golpeando de manera inmisericorde contra los acantilados. Esas olas son los medios de comunicación del país que continúan estigmatizando a esta tierra como una de las regiones más inseguras, más corruptas, mas narcotizadas – pero bueno, ¿La corrupción, el narcotráfico y el contrabando, donde campea más? En Bogotá y su área de influencia del centralismo salvaje – y los acantilados somos el pueblo Guajiro que vivimos en una situación de odios polarizados, donde no existe ni confianza, ni credibilidad, mucho menos paz, donde continuamos viendo enemigos por todos lados, especialmente en la política, pero no hacemos un análisis profundo de nuestros actos y de nuestros procederes. Así andamos, en la cresta de la ola, surfeando como los expertos de ese deporte para salir airosos en ese mar embravecido que son todos los problemas por los que estamos pasando: Falta de credibilidad tanto en el país como dentro del mismo territorio peninsular, falta de cohesión en todo, especialmente en lo que se habla y en lo que se practica, en fin pareciera que se estuviera viviendo lo ocurrido en siglo XIX y bien descrito por el historiador René de la Pedraja: La Guajira es un problema para Colombia y agrego: Es también un problema para nosotros por tantos entuertos, tantos desafueros y un elemento nuevo: el miedo, la mordaza y las amenazas. Aunado a la mortandad de niños desnutridos de nuestros hermanos wayuu. Lo que siempre ha ocurrido, pero no se había denunciado.
El laberinto de La Guajira está en un callejón sin salida. Todo lo demandan y de ahí parte del caos. Este laberinto me recuerda la leyenda que se originó en Greta. Allí reinaba el Rey Minos, donde existía un curioso edificio, el laberinto y dentro de él un monstruo poderoso llamado Minotauro y el Rey ante el asesinato de su hijo en Atenas, los tomó como sacrificios humanos al engendro del mal, pero el hijo del Rey de Atenas Teseo, se ofreció como sacrificio por su pueblo y fue llevado a Greta, pero él recibió la ayuda de la princesa Ariadna, la hija del Rey Minos para acabar con el Minotauro, para salir del laberinto y así sucedió, Teseo lo mató y salió del tenebroso edificio, gracias a la ayuda de la princesa.
Haciendo los parangones del caso: el Minotauro representa el mal enquistado en el Departamento, Ariadna representa a La Guajira quien ayudó al héroe para salir del laberinto. ¿Quién en el presente representa a ese héroe de la mitología llamado Teseo? ¿Quién nos salvará y nos sacará del caos en que estamos? Veo a Nemesio Roys bien posicionado en su papel de gobernador, Alfredo Deluque ha sido un gran parlamentario, “Tina” Soto lo ha hecho bien. Si todos trabajan en la misma vía, de manera cohesionada, lo más seguro que saldremos del laberinto en que nos encontramos.
HERNAN BAQUERO BRACHO