MIENTO, LUEGO EXISTO

Nuestro gran maestro del pensamiento debe ser necesariamente parafraseado en la vida de este pobre país.

René Descartes caviló una buena parte de la vida para hacernos entender que había que poner todo bajo duda, que no debemos asumir nada, por cierto, para con ese método llegar a confirmar nuevamente la verdad, como parte de un proceso de reflexión. Y al hacerlo, darnos de paso cuenta que la capacidad para dudar implica que tenemos la fortuna de pensar y, en consecuencia, existir. La verdad es entonces el resultado del proceso de pensar, como consecuencia de existir. No soy filósofo, pero trato de seguir las evoluciones de la época en la cual se viró hacia el humanismo como eje del pensamiento.

¡Qué lidia le hubiera dado a nuestro Descartes la verdad en medio de la sarta de mentiras que nos brinda el personaje presidencial todos los días, a rodos! El rigor de pensar para buscar la verdad ha caído en desuso por este mundo historial.

Desde la desfachatez de reconocer parentescos cuando le conviene políticamente, como el caso del “burro mocho” Noel Petro, pintoresco personaje que puso a bailar a varias generaciones, a quien el presidente Petro ha negado antes de que cantara el gallo en Davos, y nadie ha podido explicar por qué. Salta a la vinculación sanguínea de su señora esposa con un importante ejecutivo de la industria del petróleo, puesta de presente en el pasado y que hoy se la pasa por la faja de la memoria, con una facilidad pasmosa. También nos preguntamos para qué, por qué niega algo que fue reconocido con anterioridad.

Ha vuelto costumbre inveterada sacudir las noticias y las redes con unas cargas despiadadas de embustes que no pasan el filtro de un bachiller modestamente ilustrado. Ha sostenido que la zona que Venezuela le disputa a Guyana tiene importantes yacimientos de petróleo, sin que eso haya sido confirmado ni afirmado por nadie, exabrupto además hecho en el marco de un importante evento internacional, con actores de reputada capacidad e información. De nuevo, ¿con qué propósito miente?

Alguien desde fuera que escuche este reiterado prurito debe concluir que estamos siendo gobernados por un deschavetado, pues darle fundamento a las razones por las cuales consistentemente altera la verdad sería una tarea difícil hasta para el mismísimo Descartes.

La manipulación de la información es parte de lo que acostumbra a ejecutar el populismo para convencer a unos seguidores fanáticos de sus bondades. Lo reafirma la forma desvergonzada con la cual imprime noticias cuestionables en un nuevo periódico impreso que regala por todo el país, para quienes ya se enteran de las noticias por radio y prensa independientes, como si estos les mintieran, cuando la alteración de los hechos proviene del propio gobierno. Medios especializados en filtrar las afirmaciones políticas para encontrar su lejanía o proximidad con la verdad, como lo es La Silla Vacía, encuentran toda una agotadora y creciente tarea para mantenernos al día con los permanentes arañazos a las evidencias del día a día que Petro sacude con fruición.

La existencia de Petro ha quedado demostrada, bajo sus propios parámetros de alterar la verdad. Ya lo decía sin ambages Jean François Revel: “La primera de todas las fuerzas que gobiernan el mundo es la mentira”.

No hay en Colombia verdades generales, incontrovertibles. Solo una colcha mal cocida de pedazos de información. Para nuestro infortunio, acrecentadas por las mitomanías del gobierno.

En poco, nos preguntaremos a quien habremos de creer. Quien nos ilustra de lo cierto.

¿Será esta la razón que lleva al presidente a mentir con tanta frecuencia y

en tan variados temas? ¿el descrédito de todo lo leído, todo lo escuchado, para que lo que valga como verdad en nuestro territorio sea lo avalado como tal por la cabeza del gobierno?

 

Nelson R. Amaya

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