COLOMBIANIDADES

En el dialecto coloquial del día, entre colombianos hay una frase popular que dice “Imagínese vivir en Suiza y perderse esto…” y hace referencia a aquellas cosas muy colombianas que solo pasan acá, en el ex país más feliz del mundo. Hoy, en medio de la escasez de agua que tiene a los bogotanos “ahorrando” -algo que muy pocas veces hacen o les toca hacer- dicha frase que resume nuestra colombianidad una vez más toma sentido.

Mientras los medios de comunicación y algunos ilustres ambientalistas especializados de ‘X´ adjudicaban el incendio de los cerros orientales de la Capital al Fenómeno del Niño y no a las manitas creativas y criminales de algunas personas, a todos se nos pasó lo que verdaderamente estaba pasando, que los embalses estaban llegando a límites históricos a causa de la sequía.

Y como eso de la escasez de agua es un problema de allá lejos, de la Guajira, por ejemplo, acá ni tenemos conciencia, ni tampoco idea de qué hacer cuando en verdad todos debemos aportar para una solución Definitiva. Sin embargo, lo colombiano es salir a echarle la culpa al otro, a Petro o a Galán y no a nosotros que cantamos en la ducha, que nos bañamos para ‘relajarnos’, que lavamos el carro con manguera, entre otras tantas, que se solo pueden hacer los ricos en recurso hídrico.

Pero no se confundan. Lo más colombiano que ha suscitado la escasez de agua, no es haber juzgado mal al Fenómeno del Niño con los incendios, ni buscar a quién echarle la culpa, lo verdaderamente aterrador es la estupidez humana que habita en Bogotá.

Una de las soluciones que propuso la Alcaldía es limitar el acceso al agua durante 24 horas una vez, cada diez días en sectores específicos. ¿Cómo es posible que la gente un día antes del inicio de racionamiento esté acaparando agua para que no les falte al otro día? No solo, el “ahorro” pierde sentido, sino que se está desperdiciando más agua e incluso el consumo se elevó, contribuyendo al desabastecimiento de los embalses de Chuza y San Rafael. Es que ni los acaparadores de papel higiénico en pandemia, ni los que llenan las alcancías con solo ‘moneditas’ de 1.000 se atrevieron a tanto.

Hace unos 25 años cuando era un niño curioso, en casa de mi tía ‘Lili’ se me dio por destapar la tapa del tanque del inodoro, lo que encontré me pareció un detalle de muy poca coquetería, una botella de Coca-Cola llena de agua que impedía que el tanque se llenara siempre en su totalidad y la descarga tuviera menos agua de lo “normal”, esa era su manera de ahorrar agua, por supuesto lo hacía por el recibo, no con fines ambientales. Sin embargo, lo que en ese momento me pareció una colombianada y un detalle hasta de tacañería, hoy me parece que, aunque ingenua, dicha acción dista mucho de aquellos que acaparan el agua en plena crisis.

Perdón tía, si eso en verdad funciona, y aun estando seguro que no hay botellas de Coca-Cola dentro de los tanques de inodoros suizos, el tonto fui yo.

 

Juan Camilo Rocha

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