CON GUSTO DEJAMOS DE MATAR

¡Pobre Platón! que, en la República, el primer gran tratado de reflexión política, reclamaba que ella se fundara en la ética, desarrollara las tres grandes virtudes (templanza, fortaleza y prudencia) coronadas por la justicia como virtud superior, si por desgracia llegase a conocer el estado actual de la política latinoamericana y del Caribe.

Su gran discípulo Aristóteles, que avanzó más en el análisis empírico de la política en su Ética a Nicómaco, diría “que partiendo de las constituciones que hemos coleccionado, intentemos ver qué cosas salvan o destruyen las ciudades, y cuáles a cada uno de los regímenes, y por qué causas unas ciudades son bien gobernadas y otras al contrario” podemos concluir que, en términos de satrapía, corruptos y tiranos, Latinoamérica y el Caribe sería lo más parecido al Mediterráneo de la antigüedad.

2.400 años desde el surgimiento de los fundamentos de la democracia y el buen gobierno en la cultura occidental y seguimos más o menos en las mismas. El mediterráneo, donde vivían estos dos pilares de nuestra identidad cultural, filosófica y política, era en un lugar de contrastes, de expansión de grandes culturas y de guerras, sátrapas, infames y piratas.

Hoy me quiero referir a la comunidad de métodos de los tiranos y los piratas y a la lamentable tendencia de la democracia liberal y sus “filósofos” a someterse a la barbarie y chantaje de estos.

El tirano claro, no el único pero el de moda, es Nicolás Maduro. El pirata es alias Pablo Beltrán, el vocero de ocasión de la pandilla del ELN, también, y desgraciadamente, de moda por estos días.

No es cierto, ni pretendo afirmar, que Nicolás Maduro empezó a reprimir, secuestrar y asesinar a los habitantes de su país con ocasión de la pantomima de elecciones del pasado 28 de julio. Lo hacía antes, desde hace dos décadas, de manera sistemática, selectiva y en asocio con un cínico estamento judicial, que, si bien trató en pocos casos de rebelarse contra la arbitrariedad y la violación del debido proceso, muy prontamente fue sojuzgado a su rol de notario de la infamia. Imbuido siempre, el estalinismo tropical de Chávez y Maduro, a la manera de la original dictadura de Fidel Castro, del suficiente glamour “García Marquiano”, de un deje de desparpajo, de un uso siniestro del sabor y la música tropical como telón de fondo de tiranías serias y sangrientas que vendían, y mantienen aún, el aura angelical de la lucha de clases y la conquista proletaria del altar marxista. Pontífices “dulces y sabrosos” de la dictadura del proletariado.

Tampoco es cierto, ni pretendo afirmar, que el ELN haya iniciado su senda de secuestros, extorsiones, asesinatos, atentados, desplazamientos, corruptelas, reclutamientos de menores con ocasión del previsible hundimiento de las mesas de negociación de la Paz Total. No me alcanzaría esta columna ni para un breve resumen de las crueldades impuestas por estos piratas a la sociedad colombiana. La extensión de las maldades, sus víctimas indiscriminadas, los costos para el desarrollo del país, los sacrificios de nuestra fuerza pública y los chorros de babia cínica que hemos soportado. La hipocresía de los áulicos “civiles”, empotrados en la prensa, la política y la academia, justificando la piratería, la tortura y la infamia, disfrazada aquí no de la guayabera tropical del castrismo, bañada en ron, lujuria y corrupción, sino de la austeridad clerical en misión redentora a punta de plomo, soga y sangre de las clases proletarias y campesinas. Ídolos de la teología de la liberación, del verbo fácil, de alzacuellos rojos con la hoz y el martillo, con tintes maoístas y cobijos dorados en la Habana de Castro y en la Venezuela de Chávez.

Este espacio pretende llamar la atención sobre el valor mercantil y político del asesinado fresco, del secuestrado fresco, del desplazado fresco en el tráfico inmoral que nace entre el tirano y el pirata y unas democracias liberales e instituciones multilaterales que han perdido la capacidad de sacrificio, en vidas humanas, intereses nacionales y recursos políticos y militares para frenar el desafuero y la violación de los derechos humanos.

Y claro que esta cobardía acomodada y pusilánime no es exclusiva de América Latina. Es visible en el mundo entero en la actualidad. Desde la cobardía que se acomoda con la aniquilación de los palestinos en Gaza hasta la que propició y tolera la invasión de Ucrania, la tolerancia con el anarquismo en África o la obsecuencia interesada con la arbitrariedad sanguinaria de la dictadura más grande del mundo en la China comunista.

En ese mundo de cobardías, acomodos e hipócritas declaraciones de propósito vacías de cualquier esbozo de acción, el tirano y el pirata siempre actualizan su mano recogiendo y terminando vidas inocentes.

Ya sea en Venezuela en la cual, con el aval entusiasta de Petro y Lula, Maduro ofrece a los Estados Unidos, el cobarde e interesado mayor, que soltará a todos los recientemente capturados y que asegurará que sus colectivos dejaran de matar al son del “tan, tan” si se le levantan de inmediato las sanciones y se le reconoce su parodia de elección.

Ya sea en la mesa fantasma de adulación, que no de diálogo, del gobierno Petro con el ELN, en la cual los piratas ofrecen cesar el desplazamiento chocoano, el asesinato y represión araucana o la matazón Caucana a cambio de que no se les diga más terroristas y criminales y el gobierno, ahogado en el estiércol de su corrupción, tapando con el dedo la avalancha de violencia que inunda al país y obseso en su permanencia en el poder les dirá, más pronto que tarde, que sí, que gracias por la promesa vacía de dejar de matar, torturar y desaparecer.

Enrique Gómez Martínez 

DESCARGAR COLUMNA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
💬 ¿ Necesitas ayuda?
Hola 👋 ¿En qué podemos ayudarte?