TEJER Y VENDER EL ROSTRO SABIO PARA LA SUPERVIVENCIA DE SARA JUSAYU BONIVENTO, EN MEDIO DE UN DESIERTO

La pluma dorada, plasma en la página en blanco  con la tinta fina de su pensamiento, inspirada en una  de las muchas historias que el tiempo narra en el rostro sabio de las abuelas, maestras de la cultura wayuu; de cada una de las comunidades que conforman los centros poblados  del Cabo de la Vela, Carrizal, El Cardón, Huatpana, Lechimana, Majayütpana (Jonjocito), Media Luna, Nazareth, Nortechón, Paraíso, Parajimaruhu, Puerto Estrella,Puerto Nuevo, Punta Espada, Santa Ana, Santa Fe de Siapana, Taguaira, Villa Fátima, Warpana, Warrutamana, Wimpeshi, Wososopo y Yorijarú; centros poblados que integran la tierra del sol, Ichitki, quien fue fundada el 1 de marzo de 1935 por el general Eduardo Londoño Villegas y a la que llamó Uribía la Guajira., capital indígena de Colombia.

La protagonista de esta página, nació en el año 1957 en Ichitki, en el centro poblado de Wimpeshi, comunidad de Napaipa Rafael de la Calle, al sur de Uribía, antiguo camino, que comunicaba al  municipio con Maicao, su nombre es: Sara Jusayu Bonivento , quien desde la tradición  oral y su lengua materna el wayunaiki, describe la historia de sus  sesenta y ocho años, de los cuales, cuarenta los ha dedicado a la venta de sus hermosos tejidos wayuu, como la mochila, el chinchorro, las manillas, la ekiala (pañoleta), las waireñas,  en sus inicios  lo hacía recorriendo las calles del municipio de Uribía y terminaba en cuatro vías, donde esperaba a los distintos turistas que llegaban al  territorio, con su gran esfuerzo y juventud lograba venderles a los visitantes sus hermosos y coloridos tejidos, inspirados, cuenta la artesana Sara, en la belleza y grandeza de la Guajira, en el inmenso sol que resistía cada día y que combatía con achepa (protector solar natural a base de hongos). Inspirada en el largo camino arenoso que en verano o invierno debía transitar durante aproximadamente dos horas, en el que encontraba a sus pasos verdes cardones, quienes no perdían su color y su fuerza en ninguna época, así mismo los trupillos que le servían para arroparse cuando era alcanzada por algunos rayos del sol.

Para Sara Jusayu,  vender su artesanías era la recompensa a una actividad que amaba hacer y más que la colocaba frente a sus hijos, nietos y familiares como una mujer wayuu  productiva, capaz  de llevar el sustento y  aportar a la economía a su comunidad; a las 5:00 am salía todos los días, sin importar si era domingo o feriado, con la Süsuu (mochila de carga) llena de sueños y esperanza, con todas  aquellas artesanías, que ella tejía y que con la mejor disposición, la mejor sonrisa ofrecía a sus clientes; con aquello, que  lograba ganar durante su jornada de trabajo, con esas ganancias, ella hacia compras en el mercadito Guajiro, dice: que era el primer deposito del municipio de Uribía, de ahí, nuevamente a su regreso, a eso de las 2:00 pm llenaba la Susu con alimentos propios para su cultura en aquellos tiempo, maíz, azúcar,  café, arroz, espaguetis, aceite y a sus hijos  pequeños, les llevaba como dulce panela, lo dividía entre todos, amaba hacer esto, ya que era feliz verlos esperarla cada tarde a su regreso a casa y comunidad.

El tiempo fue pasando, ya Sara Jusayu Bonivento no tenía 28 años, al llegar a los 58 años,  era más difícil poder moverse en las calles del municipio; estas, se habían multiplicado; en cuatro vías, ya no estaba sola, habían otras artesana jóvenes, con la misma energía, que fue consumiéndose con el tiempo en ella, caminar o hacer el recorrido diario de su comunidad a Uribía se volvió más lento, ya no eran dos horas, ahora eran tres y hasta más horas, que cruel el tiempo, pensaba en silencio,  cansada y con dolores; los que olvidaba al tejer y al dibujar en su mente, que ahora era el vivo ejemplo de sus 15 nietas, algunas la acompañaban, mientras, ella les enseñaba esta manera digna de subsistir, desde aquello que las mujeres wayuu aman hacer y para lo que nacieron,  tejer; para ella era importante que sus nietas entendieran, que completar estas dos actividades productivas, tejer y vender  le serviría como sustento diario, de seguro que  sus nietas tomaron el ejemplo de esta abuela, ya tejen como Sara Jusayu Bonivento, quien ahora es la inspiración de estas nietas, su fuerza, su energía, sus bellos tejidos, su precisión en cada  punzada, los bellos chinchorros que ella les hizo con las lanas que compraba de su ganancia  más el alimento que ella todos los días trae a casa.

Ahora Sara Jusayu Bonivento, tiene 68 años, el tiempo le otorgó a ella y a muchas artesanas un espacio junto al Obelisco, en la plaza Colombia de la tierra del sol, Ichitki, Uribía la Guajira,  para que dignificara su actividad productiva como tejedoras de sueños, evitando a su edad, estar expuestas a cualquier peligro; en 4 vías el tráfico y la multiplicación de las personas se ha vuelto también para ellas como ancianas un riesgo; este nuevo espacio cuenta Sara, compensa un poco su angustia por las dificultades que ahora debe seguir asumiendo, una es el transporte, que debe ser en moto y le cuesta de veinte mil a treinta mil pesos todos los días.

La artesana y abuela Sara, por las tardes, al llegar a su comunidad, orienta mientras enseña a tejer a sus nietas; exhortándolas a entender que el camino que ella recorrió, no será el mismo que estas asumirán, ya que nada es igual que hacen cuarenta años atrás; ahora los retos son más duros, más avanzados, lo único que no debe cambiar es su amor por el tejido, por su cultura, la valentía, la creatividad y la sabiduría de la mujer wayuu, esto es lo que deben maximizar en cada tejido, para que como su abuela, cuenten su historia de generación en generación.

Sara Jusayu Bonivento sueña que las autoridades locales, departamentales y nacionales les hagan un reconocimiento y dignifiquen a ella y a todas las artesanas que con su tejido le dan vida, color y luz a la plaza Colombia, de la tierra del sol, para que en tiempos de inviernos y en su desplazamiento no sigan sufriendo, se han ganado el mérito de ser atendidas y apoyadas.

Delia Rosa Bolaño Ipuana 

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