Cuando Juan Felipe “el mello Romero” me regaló Principios y pensamientos de Luis Carlos Galán, entre café y soda con limón entendí que no se trataba solo de un libro, sino de una antorcha encendida en el tiempo, una brújula para los momentos de crisis y transformación. En sus páginas, Galán no solo habló de la política como un ejercicio de poder, sino como una construcción colectiva, un acto de conciencia ciudadana que define el destino de un país.
Hoy, en La Guajira, su pensamiento resuena más vigente que nunca. Un departamento rico en recursos naturales, pero empobrecido por la desigualdad, el abandono estatal y la corrupción, necesita urgentemente un despertar colectivo. No podemos seguir dependiendo de caudillos o salvadores que nos prometen un cambio desde la comodidad del poder. Como decía Galán: “Quien no confíe en el pueblo no tiene derecho a gobernarlo.”
La Guajira y su lucha por una democracia real
La Guajira ha sido históricamente víctima de gobiernos centralistas que ven en el departamento un botín de recursos más que una comunidad con derecho al desarrollo. El galanismo nos recuerda que descentralizar es democratizar, que repartir el poder no es una amenaza, sino una garantía de justicia y equidad.
Hoy, cuando las comunidades indígenas siguen exigiendo acceso al agua, cuando los jóvenes se debaten entre la desesperanza y la migración, cuando el desarrollo sostenible se usa más como un eslogan que como un plan real de acción, es momento de preguntarnos: ¿Dónde quedó nuestra misión colectiva?
Galán lo advirtió con claridad: “No hay democracia si no se entiende la Nación como una misión colectiva, un compromiso de todos en donde cada cual tiene una tarea y una responsabilidad.” En La Guajira, necesitamos entender que el desarrollo no vendrá de un solo sector, de un solo partido o de una sola empresa. El verdadero progreso será fruto de un acuerdo amplio y sincero entre comunidades, empresarios, líderes sociales y políticos con visión de largo plazo.
El liderazgo que La Guajira necesita
El panorama político actual nos demuestra que los liderazgos individuales, sin un compromiso genuino con la comunidad, solo perpetúan la crisis. Colombia no necesita un gran colombiano, un iluminado ni un caudillo que concentre el poder. Necesita un liderazgo con principios, valores y experiencia demostrada en unir, guiar e inspirar hacia un futuro sostenible.
En La Guajira, hemos visto cómo la falta de cohesión ha impedido que las grandes oportunidades se conviertan en realidades. Mientras otros territorios avanzan con modelos de desarrollo incluyentes, aquí seguimos atrapados en disputas políticas, en liderazgos fragmentados que anteponen intereses personales al bienestar colectivo.
Galán tenía razón cuando afirmaba que “Los cambios estructurales son aquellos que determinan la transformación de la conciencia colectiva”. El reto para La Guajira no es solo mejorar sus cifras económicas, sino cambiar la manera en la que nos entendemos como sociedad. Es necesario recuperar la confianza en la política como herramienta de transformación, en la educación como motor de movilidad social y en el diálogo como camino para la reconciliación.
Hacia un acuerdo por el desarrollo sostenible de La Guajira
En este contexto, el llamado es claro: pasar de la fragmentación a la unidad, de la queja a la acción, del asistencialismo a la construcción de oportunidades reales. La Guajira necesita un acuerdo amplio por su desarrollo sostenible, un pacto donde la educación, la infraestructura, la seguridad y el fortalecimiento institucional sean las prioridades.
Galán lo expresó de manera contundente: “La democracia sobrevive si una Nación logra identificar un fin colectivo que nos interprete a todos y no a sectores privilegiados.” En La Guajira, ese fin colectivo debe ser la dignidad de cada uno de sus habitantes. No podemos seguir aceptando que la pobreza y la desigualdad sean nuestro destino.
Hoy, cuando el país atraviesa una crisis de liderazgo y confianza, La Guajira tiene la oportunidad de demostrar que el cambio no depende de un solo hombre, sino de una sociedad que se decide a construirlo. Porque la verdadera revolución no es solo política, sino cultural, es el despertar de una conciencia colectiva que entiende que el futuro no se espera, se construye.
La democracia no es solo una promesa, es un derecho que se gana con lucha, con educación, con transparencia y con unidad. Y en La Guajira, el momento de luchar por ella es ahora.
Juana Cordero Moscote
Saludos!!
Tomando el pensamiento de un gran referente como lo fue’ Galán,vemos que si plasmamos todos esos grande pensamientos a lo que vive Riohacha hoy en día,sería de gran valor ese pensamiento..!! Tomemos y rescatemos esas grande ideas y plasmemoslas !! Vamos si se puede,esto se hace con el compromiso de todos…!!
Es un despertar que ilusiona, las teorías de Galan y tu columna nos invita reflexionar sobre nuestro destino como Guajiros y la forma lo lograrlo. Gracias