LA POLARIZACIÓN DEL PAÍS EN BOCA DE LA PROVINCIA

Era una mañana con una brisa fría de provincia en San Juan en aquel derramamiento de las auroras de las fiestas patronales de San Juan Bautista. Muchos paisanos retornaban a cumplir sus promesas con su santo devoto y luciendo la mejor pinta recorrían las calles de su pueblo buscando los recuerdos de su infancia y juventud.

Allí estaba la iglesia en la plaza Bolívar con sus imponentes campanarios, la virgencita lucía restaurada y con luces multicolores, las calles y avenidas limpias y el pueblo atiborrado de propios y extraños con tertulias por doquier en las casas, calles y avenidas. Se hablaba de todo en esta ocasión, del país, del departamento y del municipio. De la gobernanza, de la seguridad, del narcotráfico, la corrupción y la imagen de los mandatarios en los diferentes niveles del gobierno.

Pero el tema obligado era el futuro de Colombia, de la nación, de nuestro país. Muchos se preguntaban para adónde va Colombia, continúa el progresismo y la izquierda, llegará de nuevo el neoliberalismo con la derecha o el centro se mete por el medio de la polarización reinante. Quien tiene más poder en Colombia, Petro como presidente o Uribe como oposición, se preguntaban algunos, en los temas obligados de conversación.

Será que el acervo probatorio alcanza para condenar a Uribe, o será más bien que, lo absuelven de toda culpa, preguntaban otros. Lo cierto es, que este país y su polarización está como para alquilar balcones, porque los gallos están en la valla y así es como pelean los gallos en la gallera, ya que es el futuro de la patria el que está en juego y hay muchos intereses en disputa, exponían otros. En el parque y en la puerta de la iglesia, mientras acudía la feligresía para la santa misa con el obispo, crecía el interés y se conformaban círculos de curiosos alrededor de los más versados contertulios en la materia. Discusiones fuertes entre Petristas y Uribistas, se escuchaban a voces, cada quien defendió su esquina y su voto en la pasada contienda electoral.

Uribestias, gritaban unos y ustedes inútiles adoctrinados, respondían los otros. Se robaron el país en el pasado ripostaban los más aludidos y vamos con rumbo a un salto al vacío contestaban los otros. Se armaron discusiones entre amigos, familiares y hasta compadres, en un solo toma y dame para que lleves, reflejando en un pueblo de provincia la dura realidad de la polarización que vive nuestro país. Los ánimos se fueron calentando cada vez más y el interés creciendo. Como si Colombia fuera un hervidero y por arte de magia la ciudadanía tuviera la solución a los problemas que aquejan al país. Solo desde la sombra de un árbol frondoso de Nim me limite a escuchar lo que parecía una contienda electoral con retórica selecta de oradores estoicos.

Uno de ellos gritaba, Colombia es la potencia mundial de la vida, hay que descarbonizar el país y entrar en la era de la transición energética justa, Cañaverales es un área de protección para la producción alimentaria y debemos proteger nuestro manantial de agua pura. Su acérrimo contertulio con voz acentuada y de cantante vallenato le dijo, es verdad, el desarrollo debe ser alrededor del agua, pero quien manda en Colombia no es el presidente, él debe obedecer a la constitución y al congreso. Ahí se armó una trifulca de padre y señor mío, porque aquel que tenía la camiseta Petrista puesta, le dijo, no me hable de ese congreso corrupto.

Su contertulio Uribista, muy solicito, le dijo, recuerda al Doctor Gaviria, el Papá Noel de la política y su frase de cajón para recordar, “quien paga para llegar, llega para robar”, eso es lo que ha hecho tu grupo de amigotes, le grito. Luego, se fue aproximando la hora de la misa, y con la llegada del obispo, se callaron las voces altas y vino la venia y la reverencia al sumo sacerdote. Pero en materia concluyente, no se requiere hacer tantas elucubraciones ni muchos esfuerzos intelectuales para comprender que nuestro país está dividido y muy radicalizado, si esto es tan notorio en la Provincia apartada y lejana, como será en la urbe, donde se mueven las grandes élites de la política colombiana.

Lo cierto es que, los conceptos están divididos, unos están de acuerdo con los que gobiernan y otros con los que se oponen. Pero es la democracia, la constitución, el bienestar y la vida la que están en juego, recordemos que el arte de gobernar es el arte de administrar vidas.     

Rafael Humberto Frías

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