CUANDO EL 7 DE AGOSTO SILENCIA EL RUIDO DEL PRESENTE: UNA PEDAGOGÍA DEL SER PARA RESCATAR LA LIBERTAD

La pluma dorada plasma la página en blanco con la tinta fina de su pensamiento, inspirada en una fecha en la que todos los colombianos, absolutamente todos, se preparan: el 7 de agosto, día en que conmemoramos la célebre Batalla de Boyacá de 1819.

 

Amanecer de libertad: el legado del 7 de agosto

La Batalla de Boyacá, librada el 7 de agosto de 1819, selló el destino de la corona española sobre el territorio del Virreinato de la Nueva Granada. En el Puente de Boyacá, tropas lideradas por Simón Bolívar lograron una victoria decisiva que permitió la caída del virrey Juan de Sámano y facilitó la entrada del Ejército Libertador a Santafé de Bogotá en pocos días (wiki). Esta fecha simboliza para Colombia el momento en que la libertad dejó de ser un sueño para convertirse en realidad.

Este acto épico no fue un instante aislado, sino parte de un largo proceso—una «cadena de batallas, decisiones políticas y esperanzas compartidas» —que culminó la gesta iniciada el 20 de julio de 1810. A través de los años de la Gran Colombia y la fundación de la república, se forjaron las bases de una nación soberana.

 

De los valores patrios a la crisis de hoy

Han pasado más de 200 años de independencia y, sin embargo, observamos con preocupación cómo muchos de los valores que fundamentaron nuestra libertad se han desgastado. El respeto al anciano, la estima por el hogar, la ética en la escuela y la armonía familiar parecen eclipsados por conflictos ideológicos, violencia simbólica, indiferencia y desarticulación social.

Esto no ocurre en un vacío: existe una fractura entre la educación familiar y la escolar. Muchos padres han dejado en manos de la técnica y el currículo la formación integral de sus hijos, mientras el maestro se ve obligado a suplir el vacío de valores y orientar a jóvenes que carecen de referentes éticos claros.

 

La pedagogía necesaria: del tecnicismo al ser humano

Como docente de La Guajira y de Colombia, esta pluma dorada propone una pedagogía del ser, no solo del hacer. Una pedagogía que incentive la reflexión sobre quiénes somos y hacia dónde vamos, sostenida por:

Una convivencia escolar que promueva la dignidad del otro y la multiculturalidad como riqueza.

 Estrategias que despierten la memoria histórica y rescaten valores desde el conocimiento de nuestra historia emancipadora.

 Un enfoque educativo que trascienda la transmisión técnica y ponga al estudiante como sujeto de derechos y creador de sentido.

La pedagogía del aprendizaje—en lugar de la simple enseñanza—empodera al estudiante para construir pensamiento crítico y valores ciudadanos desde su realidad y contexto cultural.

 

Reflexionar para reconstruir: un llamado colectivo

Este 7 de agosto no es solo una conmemoración protocolaria: es un llamado a mirar el país en que hemos llegado, a revisar qué hemos perdido y a recuperar lo esencial:

La ética como fundamento de la convivencia, tanto en la escuela como en la casa.

La memoria histórica como brújula, para entender nuestra identidad y educar para la paz: pedagogía de la memoria como herramienta de reconciliación colectiva.

La corresponsabilidad de adultos y maestros, unidos en una misión común: formar seres humanos libres, respetuosos y capaces de amar sus diferencias, pero ante todo, su nación.

  

Un horizonte posible

Hoy Colombia vive conflictos diversos: polarización política, deterioro de la familia como célula social, ausencia de valores en la escuela, y una guerra silenciosa de antivalores. Sin embargo, la misma valentía que inspiraron nuestros próceres puede renacer en cada aula, hogar y comunidad.

La pluma dorada, inspirada por ese 7 de agosto, invita a:

Revisitar nuestra historia con profundidad.

Revalorizar la formación del ser, antes del hacer.

Reencender el respeto, la ética, la memoria y la unidad desde la práctica diaria.

Por favor, ya liberemos a nuestro país de la inconciencia y la falta de respeto que aun encadena nuestro presente.

Delia Rosa Bolaño Ipuana 

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