RIOHACHA: 480 AÑOS DE HISTORIA QUE MIRAN AL FUTURO

Riohacha no es solo la capital de La Guajira; es también un símbolo vivo de resistencia, diversidad y mestizaje. Este 2025 celebra 480 años de poblamiento, y más allá de las fechas y los discursos oficiales, la conmemoración nos invita a reflexionar sobre lo que significa llevar casi cinco siglos de historia a cuestas en un país que aún lucha por reconciliar tradición y modernidad.

La agenda cultural y académica que acompaña la celebración no es un simple adorno protocolario: es una ventana para recordar que Riohacha es cuna de pueblos originarios, puerto de llegada de migraciones y escenario donde conviven el legado wayuu, las raíces afro y la herencia mestiza. Allí está la riqueza de una ciudad que a veces parece olvidada en las estadísticas nacionales, pero que late con fuerza en la identidad del Caribe colombiano.

Hoy Riohacha enfrenta grandes desafíos: pobreza, desempleo, migración y crisis institucional. Pero al mismo tiempo, posee una ventaja única: un patrimonio cultural inigualable y un pueblo resiliente que ha aprendido a tejer futuro en medio de la adversidad. Celebrar sus 480 años no debería quedarse en fuegos artificiales ni desfiles, sino convertirse en un pacto ciudadano para mirar más allá del pasado y pensar en el porvenir.

La pregunta que nos deja esta fecha es clara: ¿qué ciudad queremos construir para los próximos 20, 50 o 100 años? Riohacha tiene la oportunidad de hacer de su diversidad un motor de desarrollo y de mostrarle a Colombia que el orgullo por la historia se traduce en acción presente y en visión de futuro.

Al caminar por su malecón y ver cómo el mar acaricia la arena mientras el viento del desierto sopla con fuerza, uno entiende que Riohacha no está condenada a sus problemas, sino llamada a convertirse en ejemplo de transformación. La memoria de sus ancestros, la creatividad de sus artistas y la sabiduría de sus comunidades indígenas son semillas que pueden florecer en proyectos de turismo sostenible, economía cultural y educación de calidad.

Sin embargo, para que ese futuro sea posible se requiere más que discursos: hacen falta gobiernos responsables, políticas públicas efectivas y una ciudadanía activa que no permita que la corrupción, la indiferencia y el olvido sigan robándole oportunidades a la capital guajira. Riohacha no puede seguir siendo la “joya del Caribe” solo en las postales turísticas, necesita ser también un territorio de dignidad y bienestar para quienes la habitan día a día.

Porque si algo enseñan estos 480 años es que la verdadera grandeza de Riohacha no está en sus fechas fundacionales, sino en la fuerza de su gente para reinventarse una y otra vez frente al mar y al desierto. La celebración de hoy no es solo un homenaje a la historia, sino también una invitación a soñar, exigir y construir, juntos, la Riohacha que todos merecemos.

 

Breiner Robledo Meza

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