CUANDO EL ODIO SE VUELVE BALA: LECCIONES DEL CASO CHARLIE KIRK

Hace dos días, el legendario Charlie Kirk fue asesinado en un evento de la Universidad del Valle de Utah. Charlie, un activista y analista de línea conservadora dura, fundó a los 18 años “Turning Point USA”, el movimiento juvenil conservador más importante de Estados Unidos. Kirk defendía con pasión los pilares de un gobierno limitado, el libre mercado, la libertad y los valores judeocristianos. Desde la masacre del 7 de octubre, tomó una firme posición pro-Israel. Su última gira por los campus universitarios, donde confrontaba con argumentos al progresismo y wokismo endémico, lo consolidó como una figura influyente y cercana al presidente Trump. Para la izquierda, era un “instigador”.

Esta mañana, el presidente Trump anunció la captura del presunto asesino: un joven de 22 años, experto en el manejo de armas por tradición familiar. Se le encontró munición con leyendas “antifascistas” y el Bella Ciao. Todo indica que fue un crimen de odio, un intento de silenciar a Kirk con balas, incapaces de vencerlo con la razón.

Estamos presenciando una repetición de la ola de asesinatos políticos de los años 60 y 70, justificados entonces por algunos intelectuales y hoy celebrados en las redes sociales. Recordemos muy recientes, el homicidio del CEO de United Healthcare, Brian Thompson, por un familiar de un paciente, o el asesinato de una pareja de funcionarios de la embajada israelí en Washington al grito de “Palestina Libre”.

Es inevitable comparar este caso con el de nuestro mártir Miguel Uribe Turbay (Sea su memoria de bendición), estigmatizado y señalado como blanco desde la presidencia de Colombia. Su hostigamiento no cesó ni en sus momentos más críticos. El presidente de Colombia, con sus tesis de investigación fabulosas, ha normalizado la banalización de un magnicidio.

Kirk y Miguel Uribe defendían sin dobleces sus principios judeocristianos. Eran hombres de familia, sin tacha moral, que ofrecían una visión renovada y digerible del conservadurismo. Su pecado fue un discurso firme, bien construido y valiente, que enfrentaba la crisis moral y política de sus países. Ese discurso marcó las balas con la palabra del mayor fracaso de la República: Gustavo Petro.

¿Es la izquierda en América una facción política basada en el terror, la violencia y la amenaza? Sus referentes, desde Marx y Engels hasta Stalin y Mao, han dejado un legado de 100 millones de muertes. ¿Estamos ante otra revolución, otra era de atrocidades en nombre de una “justicia” que anula toda justicia? Nos llaman a la unidad mientras entregan balas a los asesinos.

Nos quieren mantener en un tenebroso silencio, como lo hicieron Hitler, los bolcheviques y la Guardia Roja. Pero no seguiremos ese hilo conductor de su historia. La salvación está en la resistencia en el campo de las ideas, en la convicción de los principios que nos unen y en la expresión sin fatiga de nuestra voluntad. Actuemos como la mayoría que somos.

Dios bendiga a América.

 

Jorge Córdoba

DESCARGAR COLUMNA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *