Esta semana tuve la oportunidad de participar, con el Ministro de Defensa, en un foro de la Universidad Autónoma Latinoamericana y la Corporación Gestión Internacional, donde se presentó el libro “Las fronteras y la guerra” del doctor Eduardo Pizarro Leongómez.
En un franco y abierto diálogo con el Autor, tuvimos la oportunidad de resaltar varios puntos del texto que hace un análisis histórico, geográfico, militar y desde otros ángulos de la Operación Fénix, que fue un punto de quiebre que permitió dar de baja a Raúl Reyes, el hombre más importante de la organización narcoterrorista FARC; obtener información fundamental sobre la organización para posteriores golpes militares contra esa estructura; y terminar con el santuario estratégico que habían construido en Ecuador.
Algunas de las muchas conclusiones que vale la pena resaltar son:
- La necesidad de conocer y controlar el territorio por parte del Estado, porque como afirmó el General Julio Londoño, Colombia continúa siendo una “nación sin conciencia geográfica”, y un país con más territorio que Estado.
- El desbordamiento de amenazas y conflictos hacia el vecindario cuando las fronteras son frágiles y porosas. Hoy, la internacionalización de los conflictos es más fluida que en el pasado gracias a la globalización, las nuevas tecnologías, entre otras circunstancias.
- La necesidad de definir con claridad la retaguardia estratégica (donde las organizaciones armadas ilegales concentran tropas y mandos) y los santuarios estratégicos (que son países vecinos o lejanos donde existen facilidades de apoyo) de las diferentes estructuras armadas ilegales. En la actualidad, por ejemplo, el ELN tiene la retaguardia y el santuario en Venezuela, al igual que algunas de las disidencias de las Farc.
- La necesidad de un instituto descentralizado de fronteras que nos permita superar la situación actual de “territorios desgobernados”, es decir, con:
- Deficiente penetración de instituciones estatales en la sociedad
- Deficiente gestión del monopolio del uso de la fuerza por parte del Estado
- Deficiente control de los flujos fronterizos
- Vulnerabilidad a influencias externas
- La obligación de impedir la “diplomacia insurgente”, es decir, todo ese trabajo de construcción de redes de apoyo, medios, y organizaciones internacionales, por parte de las estructuras criminales.
Aunque también señalé diferencias en algunos puntos con el Autor, creo que este libro, a pesar de concentrarse en la frontera colombo- ecuatoriana, es oportuno para generar una mirada más holística y audaz sobre lo que está ocurriendo y puede continuar sucediendo a los largo de los 2.219 km de frontera con Venezuela, un límite poroso que implica a seis de nuestros departamentos, con unos 268 pasos ilegales, que se constituye en un territorio desgobernado, y con presencia de al menos cinco estructuras criminales colombianas (ELN, FARC, Clan del Golfo, Los Pelusos y Los Rastrojos); sumado a la tragedia humanitaria de los millones de refugiados venezolanos, y ahora, al enfrentamiento entre los carteles de alias Gentil Duarte y los llamados Marquetalianos, con apoyo de fuerzas del vecino país. Hoy más que nunca, tenemos que poner atención sobre esta frontera.
Paola Andrea Holguín