Si hay una persona agradecida con el doctor Dumek Turbay soy yo y seguramente miles de cartageneros, su capacidad de trabajo desde el 1 de enero de este año nos devolvió la esperanza. En lenguaje coloquial digo, la gran mayoría estamos felices con el empuje de la reconstrucción de nuestra amada ciudad. Sabemos que él solo no puede, pero él es la autoridad y cada uno de nosotros no la puede ejercer. Sería el caos y anarquía.
A sus oídos: si queremos ser una ciudad turística amable y no depredadora, hay tareas urgentes e inmediatas. Ruidos, basuras y desorden de todo tipo afean y enferman. Lo de Bazurto loable; lo del embarcadero alrededor del Hospital Bocagrande y Centro Médico Bocagrande, bochornoso (ya hubo un muerto y varios heridos), horrible y tenebroso. Pensar que es un ‘hub hospitalario’ con más de 25 centros de atención en salud, que abarcan casi 8 manzanas para atender pacientes, en cualquier país que se respete y se haga llamar ciudad turística, esto es un lunar.
No se cumplen las mínimas normas de salud: bajar el ruido, evitar el acoso y no echar basuras. Por muchos esfuerzos que hacemos por mantener el área amigable y limpia para pacientes que necesitan paz y tranquilidad, el embellecimiento del entorno urbanístico, prioridad del espacio público en la que se supone una ciudad amable para propios y extraños, brilla por su ausencia. Las basuras traen roedores e insectos, son fuentes de enfermedades infecciosas y muchas veces mortales. El acoso, amenazas físicas y verbales, irritación y enfrentamientos que llevan al estrés a pacientes enfermos, al personal médico y paramédico que sienten peligrar su integridad y los vecinos también. Responsabilidad del Estado: DATT, Dimar, Capitanía de Puerto, Espacio Público y, por supuesto, del jefe del distrito.
Los vehículos que transportan turistas bloquean una vía que debe ser franca para las ambulancias ¿en qué país del mundo las entradas de las urgencias están congestionadas por el tráfico? El ruido alcanza decibeles enloquecedores. Gratitud especial con la Policía, no siendo su función nos colaboran poniendo orden. Nosotros, simples ciudadanos desprotegidos, estamos expuestos a la violencia y la ignominia de terceros que se lucran sin siquiera pagar impuestos.
Ya en el pasado reciente expliqué lo de las basuras y el ruido, hoy insisto en esto. Sabemos de la disrupción endocrina y nerviosa del ruido; el cortisol y la adrenalina se disparan y alteran los nervios, se altera el metabolismo, incrementa la presión arterial, diabetes y obesidad, y por supuesto, la locura y el insomnio. Daniel Carvalho lidera una de las leyes más importantes, ‘Silenciar el ruido’.
Embarcadero peligroso e irregular, pitadera de taxis ‘zapaticos’ y motos, y las basuras generan estrés, que al volverse crónico, el cuerpo pierde la capacidad de recuperarse y esto es lo que llamamos sobrecarga alostática.
Orlando Bustillo Pareja