¿ALGO O ALGUIEN MEJOR VENDRÁ?

En el momento que se termina una relación de amor o amistad; cuando el trabajo no nos gusta, o peor, recibimos una carta de despido, en fin, cuando pasamos circunstancias poco alentadoras, solemos decir “algo/alguien mejor vendrá”, y sí, si tenemos la mirada puesta en Dios, confiando en que toda obra para bien, que él tiene planes de bien y no de mal para darnos un futuro y una esperanza, estamos en lo cierto. El problema es cuando le restamos valor o tenemos por menos a eso que nos está causando dolor y peor si se trata de una persona.

Hablemos de las relaciones. Una cosa es esperar la perfecta, buena y agradable voluntad de Dios y otra muy diferente es creer que esa persona que nos falló es mala, que nosotros somos los buenos de la historia, que él o ella no nos merece y por eso alguien mejor vendrá, eso, mi querido lector, puede exceder en altivez.

En Mateo 5:45, dice que el Padre hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos, ello es así por una sencilla razón, seamos como seamos Dios nos ama a todos, por eso todos estamos a la misma distancia de su trono, todos tenemos la misma oportunidad de arrepentimiento y perdón, a todos se nos ofrece su gracia y favor, lo que quiere decir que ninguno es su hijo predilecto, Dios no tiene favoritos (Colosenses 3:25), como para pensar que te aleja de una persona porque te prefiere. Cuando sus planes son favorecerte con alguien más, que te amé, te valore y te respete, se refiere a que lo hace para el cumplimiento de sus propósitos, para darte un mejor futuro, no porque la otra persona no te merezca, porque, aunque así parezca, quien no te valoró pueden arrepentirse y hacerse merecedor(a) de una persona que también le ame, valore y respete.

Cuando una relación no funciona, independientemente de los factores que llevaron a la ruptura, infidelidad, distancia o cuestión de carácter, abre paso para que llegue a tu vida la persona correcta, la que Dios diseñó para ti, eso no nos da el derecho de juzgar al otro como una mala persona (aunque así lo sea), tampoco es sano llenarnos de culpa si eventualmente somos conscientes que la falla fue nuestra; podemos optar por restaurar la relación o renunciar a ella sin rencores, sin el pensamiento  de creernos mejores, en caso de que la restauración no sea posible.

Que alguien sea mejor para ti, repito, no hace mala a la otra persona, cuando alguien es mejor para ti, es mejor para el cumplimiento de proyectos y metas, es mejor porque te hace a ti una mejor persona, es mejor porque te complementa, es mejor porque sus propósitos y sueños son similares o son los mismos que los tuyos, es mejor porque te edifica y ayuda a avanzar; así también hay alguien mejor para esa persona con la que no funcionó, no porque tú seas mala persona, sino exactamente por las mismas razones por las que tú te mereces alguien mejor.

Por lo anterior, para tener una relación, como para todo en la vida, es necesaria la dirección de Dios, toda vez que no se trata de que unas personas sean mejores que otras, se trata de quien es mejor para ti por cuestión de propósitos.

Karina y Cristian tenían un noviazgo estable, ante los ojos de todos hacían una pareja perfecta, el amor se les notaba de lejos, era muy fácil verlos y soñar con tener una relación igual. Ambos eran servidores de la iglesia local, temerosos de Dios, asistían juntos a toda clase de eventos y sin duda, parecía que ambos caminaban por el mismo camino, con los mismos sueños, con los mismos propósitos y metas, así que se casaron y todos se alegraron por la nueva unión.

La convivencia no fue fácil, Cristian era un hombre de 35 años, comprometido, anhelaba tener hijos, levantar un negocio con su esposa y construir un hogar, una familia; Karina sí lo amaba, pero aún estaba en la universidad, tener hijos estaba en sus planes, pero a largo plazo, a sus 20 años se sentía muy joven para ser madre y trabajar, más bien quería hacer las cosas que suelen hacer las personas de su edad, como pasear, salir a comer o a bailar, estudiar y graduarse, así que los conflictos eran cada día mayores, se querían, pero su visión no era la misma.

Cristian se mostraba molesto muy seguido y Karina estuvo arrepentida de haberse casado tan joven, ser esposa a esa edad no le era nada fácil. Se rumoró sobre la infidelidad de parte de ella, pero eso es algo que sólo ellos saben, lo cierto es que la relación terminó y ella parecía ser la mala de la historia, personalmente creo que el error fue haberse precipitado y haberse escogido el uno al otro teniendo propósitos distintos.

Luego de 6 años Cristian conoció a Dayana, con quien se casó y tienen un bebé que acaba de nacer, por fin la vida le dio lo que tanto quiso, lo que no hace a Karina una mala mujer, aunque sea cierto el rumor de infidelidad, ella también tiene la oportunidad de empezar de nuevo, de formar un hogar con alguien que mire junto a ella, en la misma dirección y en el tiempo que ella considere es bueno para ser esposa y madre. (Historia real, los nombres fueron cambiados para proteger la intimidad de los protagonistas)

Oración: Señor, en tus manos están todas mis relaciones, de amor y amistad, a tu cargo dejo cada una de ellas, yo por mi parte quiero comprometerme a ser fiel, honesta y leal a quienes me rodean. No permitas que yo me considere mejor que nadie, aunque las personas me fallen tengo que comprender que eso es normal pues yo mismo (a) lo hago, enséñame a perdonar y a pedir perdón cuando sea necesario y a restaurar mis relaciones rotas, pero si ello no es posible, sáname y ayúdame a seguir, muéstrame tus sendas y muéstrame las personas (en el caso de las amistades) o persona (en el caso de la pareja) que han de caminar en mi misma dirección para el cumplimiento de tus propósitos, ello me ayudará a reducir el riesgo de que me causen dolor o que sea yo quien lo cause por no escoger a la o las personas correctas en mi vida. Enséñame a entender que el hecho de que no funcione con alguien no la hace necesariamente una mala persona, simplemente no la hace buena para mí, porque seguramente es buena para alguien más. Yo espero en ti, confío en que tú me entregarás la persona con la que compartiré mi vida, dentro de tu voluntad. Amén.

Jennifer Caicedo 

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