El lanzamiento de «Cien Años de Soledad» en Netflix ha suscitado un gran interés entre los fanáticos de Gabriel García Márquez porque, como todo proceso que implica un nivel de interpretación, plantea preguntas sobre la calidad y la fidelidad que se puede esperar de una adaptación de una obra tan monumental.
Pero también porque tiene el trasfondo parecido al de casos anteriores que han desconocido la voluntad de los autores.
De lo primero el ejemplo puede ser «El amor en tiempos del cólera» también de García Márquez, adaptada al cine en 2007, pero con muchas críticas que señalaron que la película no logró capturar la sutileza de la historia de amor entre Florentino Ariza y Fermina Daza.
De lo segundo, se dice de «En Agosto nos vemos» que fue divulgar una obra muy por debajo del nivel literario del Nobel, y que el mismo GGM no la había considerado de suficiente calidad o mérito, al punto que no solo prohibió publicarla sino ordenó destruirla.
En contraste, sin tanto incentivo de explotación económica «La historia de mis dos padres», escrita por Rodrigo García el hijo de Gabriel García Márquez, es un homenaje considerado y discreto a ellos, en el que anota las vivencias y lecciones de vida que recibió, y representa una valoración sincera y emotiva de su herencia familiar.
Un caso curioso es el de que «En agosto nos vemos» es también una novela del mismo título del también autor colombiano Mario Mendoza, la cual tuvo a su turno adaptación cinematográfica. No produjo por supuesto el revuelo del de GGM, y la película tampoco, ni confrontó la crítica de lo cuestionable de haber desconocido la voluntad del autor.
El lanzamiento de la serie de Netflix al tiempo que genera expectativas comerciales, también plantea desafíos significativos en relación con la preservación del legado de García Márquez. La serie tendrá seguramente millones de televidentes cautivos entre los que han leído o se han interesado en la obra del Nobel. Igual que recíprocamente puede despertar el interés en leer el libro en quienes sigan la serie. Pero la cuestión es que para Netflix esta serie es como cualquiera de los centenares que producen y su objetivo no es necesariamente conservar el valor artístico o la esencia de lo escrito por GGM.
En la reedición simultánea de «La profesora de García Márquez» se publica el discurso inédito de GGM cuando recibía el Nobel, donde explica que su originalidad no es el realismo mágico porque éste ya tenía muchos antecedentes; su propósito es dar su versión de la historia, la cultura y las idiosincrasias latinoamericanas. Un mayor entendimiento del texto original podría facilitar una comprensión más interesante del sentido del mundo de Macondo.
Los derechos de «Cien Años de Soledad» fueron adquiridos en 2018, pero su producción se ha materializado solo en este momento, tiempo que podría haber servido para reflexionar sobre cómo realizar una adaptación fiel a la esencia del pensamiento del autor. El ‘realismo mágico’ es el condimento para darle sabor a la novela, pero no su esencia. El traducir a escenarios audiovisuales las imágenes literarias es difícil. En la serie las escenas de ‘realismo mágico’ no son muy convincentes ni alcanzan a crear el respectivo ambiente, mientras que la enorme inversión en los escenarios físicos e históricos logran resultados satisfactorios. Lo que llevaría a pensar que, siguiendo el pensamiento de Gabo, la serie podría haberse limitado a la trama de la novela, sin intentar trasladar a las pantallas lo maravilloso del poder del idioma que se mantiene vivo en el corazón de los amantes de la literatura.
Juan Manuel López Caballero