ANDRÉS “EL TURCO” GIL, UN MAESTRO DE LA ESCUELA VALLENATA

Pese a que le huye a verse envuelto en temas de reconocimiento, ha recibido una serie de condecoraciones que son el resultado de una labor tesonera e incansable a través de su academia y de la agrupación que lidera, Los Niños del Vallenato.

Imagen tomada de una de las producciones discográficas publicadas por Andrés ‘El Turco’ Gil. / Cortesía

El bullicio musical producido por el ensayo que hacia la orquesta de su tío Reyes Torres, lo recibió en su natal Villanueva, Guajira, el 30 de octubre de1948, en el hogar de Juan Manuel Gil y Luisa Torres. Eso del apodo, tiene su historia especial y es producto de que su abuelo paterno al verlo metido en una cuna de lienzo y repararlo varias veces al rostro, decidió decir: “parece un turco”, y de esta manera es conocido en el ámbito del vallenato; y no por sus nombres o apellidos.

Con tan solo siete años, Andrés El Turco Gil Torres ya estaba metido en el estudio de la música, solfeo, gramática musical y teoría de la música; al tiempo que instrumentos como la trompeta, clarinete, percusión y bajo, eran seducidos por su precocidad artística. Uno de los responsables que alimentó esa constante búsqueda fue el maestro Antonio María Peñaloza, quien lo guío por el mundo de la armonía musical. Todo ese conocimiento, le sirvió para que, siendo un adolescente, ya tocara la percusión en las orquestas de su papá y su tío Reyes Torres.

Ese conocimiento lo traslada al acordeón, en el que busca nuevos sonidos y acordes, que pocos acordeoneros habían experimentado. Con 17 años cumplidos, ya el remoquete del “Rey del disonante” empezaba a circular entre sus paisanos que no entendían lo construido por Andrés Eliécer.

Esa nueva manera de armonizar el vallenato, lo llevó a ser incomprendido, entre muchos sectores ortodoxos del vallenato que, a finales de la década del 60, sintieron su presencia en el disco de 78 RPM, con obras de su autoría como La cachaquita, en la voz de Gabriel Chamorro, propuesta que luego, sería desarrollada durante 22 larga duración, en sellos como Codiscos, Fuentes y CBS. Sus éxitos más reconocidos como intérprete del acordeón son La Rosa, paseo de Mateo Torres Barrera; y El cansancio del poeta, paseo de Octavio Daza Daza.

Dentro del Festival de la Leyenda Vallenata se dio inicio en 1973 a la categoría infantil en la ejecución del acordeón, la cual era observada por el maestro Gil Torres. En ese hecho encuentra que el marco musical sobre el que estaba girando la exposición de los niños era muy reducida, “siempre tocando los mismos temas, sin diferentes arreglos”, por lo que decidió construir, un mecanismo que generara, una mayor formación académica.

Bajo esa circunstancia, pensó el tema durante seis años, se reunió con diversos conocedores del vallenato, entre ellos, Consuelo Araújo Noguera, y en 1979 creó la Academia Vallenata Turco Gil, de la que surge el 17 de diciembre de 1999, la agrupación Los Niños del Vallenato, cuyo formato original dio paso a los colectivos que hoy día existen en Colombia.

Ese reto de conformar una agrupación de niños los llevó a ser invitados al National Simphony Ball y a la ceremonia de encendido del árbol de Navidad de la Casa Blanca.

El 3 de diciembre de 1999 debutó con su presentación ante el cuerpo diplomático acreditado en Washington y actuó el 8 del mismo mes en la Casa Blanca, ante el presidente Bill Clinton y sus más cercanos colaboradores. Los diez niños músicos que conformaron Los niños del Vallenato fueron Manuel Julián Martínez, Camilo Andrés Carvajal, Efraín Zuleta, Sergio Luis Rodríguez, Johnny Pacheco “El Canario”, Arístides Vargas Ariño, Ricardo Ustariz, Ricardo Felizzola Zalabata, Daniel José García y Hugues Manuel Martínez.

Esa agrupación infantil, de la mano de este maestro de la escuela vallenata, empezó a recorrer caminos dentro del territorio nacional y foráneo, lo que sirvió para volver más conocido por otras culturas lo que representa el vallenato como música.

Esto le permitió saltar con su proyecto musical desde cualquier pueblo colombiano hasta las grandes urbes, en donde su calidad armónica, melódica y rítmica le ha valido el reconocimiento y el prestigio mundial. Por eso, la agrupación ha sido llamada a representar a nuestro país en los mejores escenarios del mundo, entre ellos, la Casa Blanca y diversas sedes de gobierno como la Quinta de los Olivos en Buenos Aires y la Casa de la Moneda en Santiago de Chile; en el lejano oriente, en Japón, en el Palacio Imperial de Tokio en visita a la princesa Hitachi.

En esa tarea que se impuso sacar adelante Andrés Gil Torres, son muchos los valores que hoy día representan a la música vallenata, del que sobresalen Sergio Luis Rodríguez, Peter Manjarrés, Hugues Martínez Montero, Carlos El Paky Cotes, Manuel Julián Martínez, Jhonny Pacheco El Canario, Camilo Carvajal, Cristian Camilo Peña, Fernando Rangel y Daniel Maestre, quienes sirven de referencia especial a estos nacientes músicos del futuro que tiene el vallenato.

Pese a que le huye a verse envuelto en temas de reconocimiento, ha recibido una serie de condecoraciones que son el resultado de una labor tesonera e incansable. El maestro Andrés El Turco Gil cuando rememora esos momentos de elogios, lo invade la nostalgia, sin dejar de comentar que: “son ya casi dos décadas en la que hemos construido un camino, en donde la mayoría de los que han pasado por la academia, son excelentes músicos, pero ante todo unos buenos seres humanos. Ellos son los hijos, que dejo para la defensa del vallenato”.

Como director musical El Turquete, como se le dice de cariño, ha estructurado al interior de cada concierto de Los Niños del Vallenato un variado repertorio que presenta dos versiones, en español e inglés, del paseo de Emiliano Zuleta Baquero La gota fría. El colectivo además canta en las lenguas wayúu y arhuaco, culturas indígenas de la región Caribe colombiana.

La reserva que representa la Academia de Música Vallenata Andrés Gil Torres ha permitido que sus alumnos sean hoy día los ganadores de las categorías infantil y juvenil de los diversos festivales dedicados al vallenato que se hacen en Colombia.

Los niños del Vallenato han sido protagonistas en los grandes eventos que sirven de referente especial para nuestra música. Pese a todos esos halagos merecidos, El Turco Gil sigue incólume en su conducta, que desborda todos los días frente a la lucha que le toca vivir por hacer mejor esos caminos de tantos niños que representan una mejor mirada a la vida, en la medida en que la música haga el verdadero efecto que se quiere. Él le pone su sello original, en el que su tarea humilde y sencilla de artesano de la vida hace de esos nacientes artistas, unas personas de bien que tanto beneficia a la sociedad vallenata.

Félix Carrillo Hinojosa – FERCAHINO

Escritor, periodista, compositor, productor y gestor cultural.

DESCARGAR COLUMNA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
💬 ¿ Necesitas ayuda?
Hola 👋 ¿En qué podemos ayudarte?