Mientras viajo en un taxi en Barranquilla hacia la universidad en donde trabajo, el conductor me pregunta con genuino interés ¿Qué es la antropología? En mi mochila llevo un libro cuya edición estuvo a cargo de la profesora de la Universidad de Palermo, Gabrielle D´Agostino, una obra tan oportuna como estimulante llamada Histories of Anthropology. Esta es una historia de las antropologías, así en plural, que incluye un capítulo sobre la trayectoria de esta disciplina en Colombia, sus contribuciones, giros epistemológicos y sus debates éticos y políticos, escrito por el destacado investigador Alessandro Mancuso quien ha residido por largo tiempo en nuestro país.
La pregunta del conductor me llevó décadas atrás a las mañanas frías y brumosas en las que recibíamos clases en el Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes. La memoria recupera la voz de Elena Uprimny hablándonos del método de la cuadrícula de Almagro en su clase de arqueología, Jorge Morales nos explicaba los eventos festivos entre los indígenas del Pacifico norteamericano en su clase de etnografía y Roberto Pineda nos sumergía en el examen crítico de los problemas antropológicos del desarrollo. Este fue el primer departamento de Antropología creado en nuestro país. Era rector una figura prominente del Caribe colombiano: Don Ramón de Zubiría. Hoy cumple 60 años de fundado. 60 años abriendo caminos. Desde su creación, 1670 estudiantes han obtenido el título de antropólogos, 318 el de magister y 46 el de doctorado en Antropología, en total son 2.034 egresados.
Actualmente, los estudiantes se instruyen en las grandes áreas de la antropología, al mismo tiempo que exploran campos y temas de reciente desarrollo como la industria alimentaria, la historia de la alimentación, las fuerzas militares, las economías del cuidado, las transiciones energéticas, la arqueología pública, las políticas de la patrimonialización, las intelectualidades indígenas, la eco política de la vida, las ontologías nativas, el problema de la desigualdad, los imaginarios sociales de la enfermedad, los estudios críticos de las transiciones políticas, las antropologías de la violencia, el desarraigo y la desaparición, la construcción de la nación, el pensamiento de las élites, las estéticas populares y la relación entre multiculturalismo e interculturalidad, entre otros.
A lo largo del tiempo, nos dice Gabrielle D’Agostino, la antropología ha revisado y debatido acerca de sus relaciones con aquellos grupos humanos que han sido su tradicional campo de estudio. También ha examinado las relaciones en el seno de la propia disciplina, entre centro y periferia, entre tendencias globales y locales y entre quienes publican en inglés y quienes lo hacen en otras lenguas. La antropología, sin duda, nos lleva a tomar en serio a los demás. Pienso en un pastor indígena que me dijo que un río era el lujo o el adorno de un territorio. En esos momentos doy gracias por haber elegido esta disciplina.
¿Qué es la antropología? me pregunta el conductor del taxi. Le doy la respuesta del británico Tim Ingold: Los antropólogos ejercemos una actividad filosófica en el mundo. “La antropología es una filosofía elaborada con la participación de la gente”.
Weildler Guerra Curvelo