Fiel a su condición de Hombre Provinciano, Roberto Calderón Cujia habla en esta entrevista sobre aspectos muy íntimos de su personalidad, su quehacer profesional y los nexos tan fuertes que lo unen con su querido San Juan del Cesar.
Desde el momento en que se dio cuenta que por sus venas corría el ‘bichito’ de la composición, los avatares para lograr que grabaran su primera obra y el desafío de mantenerse vigente en la actualidad, hacen parte de esta amena charla con el periodista Hermes Francisco Daza.
Talento, inteligencia y capacidad para convertir en hermosas canciones los hechos del diario vivir en la Costa Caribe, se conjugan en la personalidad de un eximio artista que pasó a la historia con el himno del Festival Nacional de Compositores: ‘Luna Sanjuanera’.
¿En qué momento se dio cuenta Roberto Calderón que tenía talento para escribir canciones?
Estando muy niño, cuando aún acompañaba a mi papá, Gonzalo Calderón, en la procesión de San Juan Bautista, mientras él iba tocando el bombardino con la Banda Municipal, yo miraba la gente y decía por dentro: ‘Mí papá es músico, yo también quiero ser músico”; me sentía orgulloso de mi papá y, en ese momento siente uno que la música lo atrae y fascina. Mis comienzos o pininos musicales se originan en medio de mis hermanos. Teníamos como costumbre en la casa materna ponernos a cantar, a versear, e incluso, hacíamos un concurso del silbido más agudo. Allí empezó Roberto Calderón a destellar sus hilos de talento musical y poesía, cuando de repente sorprendía a sus hermanos con algún verso, ya no de las canciones de Rafael Escalona, Leandro Díaz o Máximo Móvil, sino que con luz propia rutilaba algo de su innato lumen, de su inspiración. Así me fui dando cuenta que tenía talento, y que podría ser capaz de hacer una composición completa de mi propia inspiración.
¿Recuerda cuál fue su primera composición, y el motivo qué la inspiró?
En la vida, las cosas no se dan de la noche a la mañana, mi filosofía natural me intuía que yo si era capaz de hacer una composición y que me sentía con talento suficiente, pero esa misma filosofía me llevaba a pensar que al escuchar compositores de tan buena calidad, mi propuesta debía estar ubicada en esos exigentes contextos, al menos, asimilar esos mínimos parámetros que eran mis referentes: Escalona, Leandro Díaz, Móvil, Marín y Gutiérrez.
Yo intentaba hacer una canción completa, pero aún no tenía la seguridad, hasta que un día, Hernán Ariza Maestre, folclorista sanjuanero, quien empezó a creer en un conjunto vallenato que integramos con William Fuentes, acordeonero; Sigifredo Jiménez, cajero; José Manuel Urbina, Cantante y Guacharaquero. Hernán nos buscaba en un campero Toyota descarpado para parrandear y poner serenatas, ese carro en la defensa tenía un letrero que decía ‘El Arrecarcador’, (sinónimo de martillar o besar a una mujer); en esas andanzas de serenatas se me dio la inspiración para componerle una canción en son de merengue a ese famoso carro. Así nació mi primera canción completa.
¿Cree Roberto Calderón, que, si no hubiera nacido en San Juan del Cesar, habría sido compositor vallenato?
Si, si lo creo. En primer lugar, debo decir, contrario a lo que afirma el escritor Daniel Goleman en su libro ‘La Inteligencia Emocional’; que la inspiración no es producto de un Don Divino, sino de la inteligencia de los seres humanos. Para mí es cierto que Dios escoge a unos seres humanos y los dota de ese legado, esto es, que nacemos con ese Don Divino de componer canciones. Luego, puede uno nacer en cualquier lugar del mundo, que en forma innata ese talento ya nació con la persona.
Obviamente, en mi caso en particular, el haber nacido en San Juan del Cesar, encierra un compendio de realidades y situaciones que sólo se viven en la tierra donde se nace. Desde el momento en que se da el primer paso, y se pisa la tierra que lo vio nacer a uno, se va formando, y se aglutina una diversidad de ancestros, que van desde lo maternal, la hermandad, amigos de escuela, de sitios o parajes, el río, los paisajes, la luna, es indescriptible la fuerza ancestral que se da sí y sólo sí, para convertirse en compositor, y sin duda, porque esas costumbres y arraigos el ser humano los asimila sólo donde nace, tal y como son, en la propia tierra donde se nace.
¿Cuáles son los aspectos sociales, naturales y geográficos que tiene La Guajira, y qué ayudan en la tarea de componer?
Sin duda, La Guajira es una península paradisiaca y misteriosa. Además del espíritu guerrero del indígena Wayuu, su resistencia hizo que el Pueblo Guajiro en sus comienzos fuera contestatario (para muestra un botón, con ‘Francisco El Hombre’ que se enfrentó al diablo); de allí que las primeras composiciones asociadas al contrabando narraban esas historias luego asociadas a la marimba o narcotráfico, épocas en que las composiciones mostraban esos aspectos sociales.
Por suerte, nace una generación de estudiantes que inicia una escuela de composiciones románticas. El hecho de ser La Guajira Costa Caribe, ya encierra una serie de raíces y ancestros, costumbres y forma de hablar, de vestir, la forma de tratar descomplicada, que son muy propias del trópico guajiro. Ese conglomerado de costumbres sociales, paisaje natural y de estribaciones, hacen que los compositores de La Guajira sean bendecidos a la hora de componer canciones.
El tema ‘Luna Sanjuanera’, ¿Es una exaltación a la magia que encierra el paisaje guajiro?
San Juan del Cesar tiene unas connotaciones diferentes a las demás ciudades, que la apropian de un Plus Distinto. ‘Luna Sanjuanera’ es una composición que nace en su propio entorno. Antes de la canción poco se sabía de la Luna. Y es precisamente la magia del paisaje lo que me motiva a componer la canción, porque al ver desde niño el despuntar detrás del cerro de Cañaverales, esa luna radiante, hoy ‘La Luna Sanjuanera’, es motivo del turismo de propios y extraños que vienen a comprobar si es cierto que en San Juan la luna se ve más cerquita.
Hay una percepción importante en la canción ‘Luna Sanjuanera’, un estribillo que dice: “Río Cesar querido, canta mi canción”, esa expresión es precisamente lo que hace que ser sanjuanero nos de la propiedad de componer distinto o superior. Y es que el río Cesar, cuando pasa por San Juan del Cesar, en su recorrido entre piedras y cascadas va emitiendo unas melodías que sólo el compositor sanjuanero es capaz de oír y asimilar en sus canciones. Entonces, volviendo a tú pregunta, si hubiese sido compositor, pero tal vez no hubiera sido tan bueno como haber nacido en San Juan.
Mencione otras canciones de su autoría donde se exalte la magia del paisaje y los valores sociales de La Guajira
Hay varias, pero en este momento recuerdo una que me gusta mucho, ‘Estar enamorado’, que grabara el Binomio de Oro. La hice como homenaje a la Sierra Nevada, porque desde el patio de mi casa materna en San Juan todas las mañanas contemplaba la Nevada, recuerdo que con mis hermanos en la distancia le buscábamos forma a los témpanos del hielo.
“Y en la Nevada voy a manda a grabá, dos corazones unidos entre sí.
Pero no se borrarán, porque el amor es así”.
También en ‘Pa’ toda la vida’, inicio la canción “En el confín de la ensenada/ buscaba tu alma con alegría; y mi única esperanza estaba en adorarla, yo la quería”.
Es un pasaje de mi inspiración una tarde que llegue con mi mamá al colegio de La Divina Pastora en Riohacha, y se me quedó grabado por siempre la ensenada de ese mar.
También, tiempo después en el Cabo de la Vela, en la canción ‘Uno es así’ me inspiré: “Vuelen gaviotas a ver lo que el tiempo dejó, después de aquel verano; muevan palmeras también si pueden alegrar, lo que está marchitado”.
En otra canción que me grabó Adaníes Díaz e Ismael Rudas, una vez que venía pasando por el ramal de El Molino, canté: “Se apacigua poco a poco en mí la pena, y al salir de vacaciones voy al pueblo, muy cerquita al pueblo mío vive mi negra, y al pasar por el ramal me desespero, esa mañana sino es por Beto mi hermano me quedo”.
En ‘Me quito el nombre’, grabada por Silvio Brito, dije: “Preocupado me fui pal’ pueblo mío; con el fin de olvidar tu risa linda; y apenas vi la virgencita, solté el requiebro y no me aguanté, porque con ella te comparé”.
La virgencita es una efigie que está a la entrada de San juan del Cesar, cerca al antiguo aeropuerto.
En cuál región del País cree que se inspira con mayor facilidad: ¿La Guajira o el Atlántico?
Indudablemente en La Guajira, por todo lo que significa mi querida Guajira para el Folclor Vallenato, y por la fuente natural de inspiración. El paisaje Guajiro embelesa a cualquier compositor, pero es importante anotar que detrás del paisaje y de los sitios exóticos, también debe existir una historia que contar, un mensaje que expresar, y ahí sí juega como dice Goleman, la inteligencia del compositor.
No puedo negar que Barranquilla es la ciudad que me acogió, y aun acá vivimos, y son incontables las composiciones que han germinado en esta hermosa ciudad, de hecho, ‘Luna sanjuanera, ‘Gitana’, ‘El corazón del Valle’, etc., son fruto de mi segunda patria chica.
Una anécdota para recordar, aquella de cuando recién llegado a Barranquilla a estudiar en la Universidad del Atlántico, yo aprovechaba los fines de semana para ir a componer a San Juan, por aquello de componer en el patio de la casa, o, a orillas del río Cesar. Con el tiempo, me adapté a la ciudad, y mis mejores canciones, ya más maduras, las he compuesto en Barranquilla.
¿Qué siente cuando escucha la versión de ‘Luna Sanjuanera’ grabada por la filarmónica de Londres?
La filosofía de la vida y mis estudios me han enseñado que mientras mantengamos intacta la sensibilidad humana, nuestros ojos puedan mirar y funcione bien el corazón, siempre vamos a vivir de las emociones. El primer día que escuché una composición de mí autoría en la radio, sentí una inmensa emoción, el mismo sentimiento que sentía al escuchar uno de mis éxitos cuando iba en los buses de ‘María Modelo’ para la universidad, y la gente no sabía que yo iba en el bus; esa misma emoción es la que sentí cuando escuché la versión de ‘Luna Sanjuanera’ con la Filarmónica de Londres, a pesar de ser indescriptible, en el fondo hay un orgullo adicional, un ‘Orgullo de Patria’, al sentir que lo que fue una inspiración en un apartamentico cerca de la Universidad del Atlántico, cruzara las fronteras colombianas.
¿A cuál de los mágicos lugares de su tierra Guajira se ha propuesto hacerle una canción y no ha podido?
Estoy seguro que mis padres, Gonzalo Calderón y Anita Cujia de Calderón, me trajeron a este mundo justo donde tenía que ser, en San Juan del Cesar, La Guajira. Yo podía estar tranquilo después de haberle compuesto a mi tierra natal, mi patria chica, el inmortal himno ‘Luna Sanjuanera’, y a pesar de eso, llevo muy dentro de mi corazón una especie de deuda moral y sentimental porque no he podido cumplir mis sueños completos, y es componerle una canción a algunos lugares y personajes que para mí son emblemáticos de mi tierra Guajira.
Me refiero precisamente a mis maestros compositores, a mi compadre Hernando Marín y al maestro Máximo Móvil Mendoza; y he querido hacerlo en agradecimiento a las enseñanzas que me brindaron con la transferencia de sus conocimientos, sus letras y melodías inmortales. En varias ocasiones he intentado componer unos versos para ellos, pero hago la melodía y parte de la letra, y al compararlas con la canción que le compuse a Juancho Rois y a Diomedes Díaz, siento en mi corazón que no supero esa composición ‘Ganó el folclor’, ahí de nuevo pongo la guitarra a un lado y aplazo el intento para esperar de nuevo la revelación poética.
No hay mejores personajes para uno, que nuestros propios padres, y no niego mi frustración porque también he intentado componerles una canción a mi papá, Gonzalo Calderón y mi mamá, Anita Cujia de Calderón, (Q.E.P.D.), porque si bien los he mencionado en las canciones, no he podido componerles una obra que tanto se lo merecen, porque además de darme la vida, haberme educado como arquitecto, e inculcado tantos valores, siempre he querido hacerles una composición. Siempre que lo intento, no encuentro ni la lírica, ni la poética, ni la letra, y entro en un estado de tristeza, y ahí quedo en el intento, no sé qué me pasa.
Cuando escucho las composiciones de Rafael Manjarrés, ‘Benditos versos’, y de Hernando Marín, ‘La dama Guajira’, siento que no se me cumple el sueño de cantarle a mí Guajira como es debido. Créanme que lo he intentado, pero es cuestión de revelaciones poéticas, no fluye la inspiración del inmortal momento y confieso que no he podido hilvanar una composición como hubiera querido; siento que las veces que lo he intentado no estoy en mi mejor momento emocional, y eso es demasiado influyente para hacer una composición.
Yo digo que el lumen esta allí, la inspiración también, confío en mis capacidades para hacer ese homenaje al carbón del Cerrejón, y hacerlo con mucha altura, porque superar esas dos composiciones no es fácil, son dos páginas inmortales del pentagrama vallenato. Creo que aún estoy a tiempo, y antes que se lleven la última piedra seguro que la haré y dedicaré una composición social a mí terruño querido.
Otras razones muy personales son sin duda dos sitios emblemáticos en mi vida, como lo es la Plaza Bolívar de San Juan del Cesar, incluso, creería que por haber vivido allí tantos momentos de mi niñez e infancia, me resultaría fácil hacerle la composición de mi niñez, pero no ha sido así. Siempre pasa por mi mente, a manera de sentimientos encontrados, en componerle a la plaza o dejar intactas esas vivencias y esos recuerdos, y me digo, si la canción no es perfecta se dañan mis sentimientos, y también pienso que si hago un canto quedarán ya no sólo en mi memoria, sino que perdurará en el tiempo.
Al pensar que fueron tan perfectos, y quizás una mala pasada de la inspiración, resulte una mala o regular composición; entonces, no me lo perdonaría a mí mismo. Créanme que lo he intentado, pero no lo he logrado. Les juro que un día no muy lejano compondré esa canción para la historia, necesito componerla, y la voy a componer.
Quiero contarles también que otro sitio de recuerdos inmortales es el balneario ‘El Totumo’, en mi río Cesar querido, no le pude hacer una composición en aquellos momentos, y mi interior me dice que muy pronto lo voy hacer. En ese sitio emblemático de La Guajira pasé muchos momentos de mi vida como adolescente y de juventud, compartiendo al lado de mis mejores amigos. Si bien, en aquel momento no brotó la inspiración, aún conservo algunos apuntes en mi libreta que en cualquier momento plasmaré en música y letra esas canciones que no he hecho.
Le prometo que, aunque ya no con la misma guitarra con la cual tarareaba en esos sitios, y compartí con los personajes que amé y aún quiero, pero si, ya con otra guitarra compondré esas canciones y las llevaré al pentagrama con mis sentimientos imborrables.
Hermes Francisco Daza