CARTA DESDE EL DOLOR: LA MAÑANA DE DOMINGO QUE PERDIMOS NUESTRA PAZ

El calendario marcaba domingo 2 de noviembre, “día de los muertos”.

Una fecha que toda mi vida he considerado sagrada. Mi abuela que estuvo hasta los 29 años a mi lado nos enseñó que ese día era sagrado para visitar a los tíos y a los que se fueron, buscaba flores y hacia velas para que todos la aclaramos ese día especial muy temprano al cementerio a ver y llorar por sus hijos, como casualidad de la vida ese mismo día, en 2018, partió mi abuela; desde entonces guardo la costumbre de dedicar la jornada a la oración, a conversar con Dios y con los recuerdos que me dejaron quienes ya no están.

La noche anterior (sábado), el pueblo festejaba. Halloween en la plaza principal, música, risas, estados de WhatsApp y videos en Instagram llenaban las redes de alegría motivos que me invitan a salir. Pero yo, por respeto a la fecha y a la memoria de mi abuela, decidí acostarme. Ni el sonido del vecino ni las invitaciones a salir me convencieron. Me dormí cerca de la una de la mañana, mirando redes y escribiendo, con el rumor lejano de una fiesta que, sin saberlo, sería el preludio del silencio más profundo que recordará Distracción.

Logré dormir cerca de unas 4 horas, recuerdo muy claro que soñé con muchos que ya se han ido. Con mi abuelo buscándome sin hallarme. Con mi abuela esperándome para entregarme algo que nunca supe qué era. Casi a las 5 de la mañana me desperté con un dolor de cabeza intenso, como si la pesadumbre me atravesara antes de saber por qué, hasta pensé en pararme o llamar por qué el corazón estaba a millón.

Era de madrugada sentía motos y carros pasar. No quise tocar el celular. Me levanté, caminé un poco, me volví a recostar y cerré los ojos, hablé los que siempre hablo por las madrugadas a solas, entable conversaciones con Dios. Dos horas después, con la mente algo más tranquila reabrir los ojos, tomé el celular y me dispuse a difundir mi columna dominical para Ojo Pelao’ Magazine. Cuando la difundía en WhatsApp me llega al chat el primer mensaje del día: “Mataron a Tito Villo”.

No lo creía. Llamé de inmediato, traté de conversar, pero enseguida llegó mi mamá y me hizo colgar, mi madre me confirmó la tragedia:

—“Mono hijo, que acaban de matar Tito Villo”.

Solo pude responderle:

—“Ya lo sé, mamá… me dicen que está en el hospital”.

Salí de mi cuarto y me dan la noticia completa de lo sucedido, donde y como fueron las cosas, mi mente preocupada por lo que pasaba brincaba recordando muchas cosas y no se dejaba de preocupar. En todo eso al rato llega la segunda noticia por Whatsapp “mono mundo, acaban también de matar a mundo” ahí sí me cayó todo quede nublado. Es, mi amigo, mi hermano, mi consejero y defensor, Mundo, “ay mono hijo” (como a diario me decía y si no me lo escribía para que me parara temprano), Mundo también había perdido la vida. Allí se me desplomó el espíritu. Sentí que el suelo se abría bajo mis pies. Me fui a un rincón, a llorar y a pedirle a Dios que me ayudara a entender. No sabía nada, no había explicación posible, solo el silencio del alma ante lo inevitable. ¿Dios que es esto? ¿Dios que está pasando? _Eso preguntaba una y otra vez_

Aquella mañana, Distracción perdió dos hijos. Orlando Arciniegas, un joven concejal querido por sus amigos y conocido por todos, y Deibis Brito, mi amigo, a quien muchos conocíamos como “Mundo” un ejemplo de humildad, un amante de trabajar, de tener sus cosas y de gozar la vida con los suyos, con su barrio, con sus locos como el mismo decía, Mundo no murió por política, lo hizo por ser muy buen amigo y querer venganza por lo sucedido con su amigo quien perdió la vida en un desafío a muerte con otro joven amigo muy conocido de todo el pueblo. En el desafío ninguno peleó por política, como han querido hacer creer algunos medios, sino por algo mucho más profundo y humano: Por una enfermedad que se propaga en Distracción, por el “EGO”. Ese veneno que nos hace competir, humillar, dividirnos, y que se volvió moda en nuestro municipio. El egocentrismo enseñado desde la cuna de las familias y de los líderes que los dirigen en Distracción.

Durante años dejamos crecer el ego como una sombra. Nos volvimos espectadores pasivos de las heridas que se abrían entre familias, entre amigos, entre jóvenes. No exigimos a los líderes detener nada, al contrario, aplaudimos. No supimos detener a tiempo la vanidad del “yo soy más que tú”. Y ese globo, inflando en la cara de todos nosotros, que nos agarró dormidos en plena madrugada en una confrontación vergonzosa, que fue el último gramo de aire que hizo explotar la bomba.

Hoy lloran madres, padres, hijos, hermanos, amigos, todos. Yo no paro de llorar al recordar por quienes se fueron y por quienes sufren como familiares, por las víctimas, y por un pueblo que aún no logra entender cómo el rencor puede destruir lo que más amamos. Víctimas de nuestro propio invento somos todos: desde quienes jalaron los gatillos, hasta quien calló cuando desde hace mucho tiempo pudimos evitar, pero al contrario echamos más candela al fuego…

Pero esta carta no es para buscar culpables, cuando todos en Distracción lo sabemos, está carta es para pedir reflexión. A mí por pensar diferente me han lastimado de forma verbal, física y hasta últimamente con amenazas, unos aplauden por qué supuestamente yo hago daño al denunciar temas de lo público que me competen, me llaman loco, pero este loco no le paga a nadie con la misma moneda y bajo mi conocimiento tengo claro desde la historia antepasada de mi familia que la venganza no es dulce y que el rencor solo trae desgracia. Por eso no odio a nadie ni, aunque me hagan daño, atenten contra mi vida y/o me insulten. Yo siempre les diré a todos que es mejor amar y olvidar al que te ha hecho daño, que sea Dios en su sabiduría quien tome nota.

Con todo eso que digo no quiero posar de víctima, pero si hacerlo saber para que como pueblo nos agarremos de la mano, sin rencores ni prejuicios, y pidamos a Dios que nos dé la fortaleza de perdonar. Que nos ilumine para transformar el dolor en enseñanza, y que las heridas cicatricen, aunque las marcas queden para siempre ¡conversemos con Dios!

Distracción no puede dividirse más. Debemos comenzar a sanar desde la comprensión, la fe y el amor. Que el perdón sea una opción, y que el recuerdo de los que partieron nos inspire a construir un municipio donde la vida valga más que cualquier orgullo.

Por último y muy importante: Elevo un llamado a quienes tienen el poder de la palabra: Comunicadores del Sur de La Guajira, A los que a diario están en la radio y utilizan como herramienta las redes sociales para tener mejor información. Ejercer el periodismo no es repetir lo que circula en sus grupos de WhatsApp, ni alimentar el morbo ni la desinformación es ético para un profesional. Ser periodista es buscar la verdad, verificar, contrastar, investigar a fondo y tener el valor de callar cuando no hay certeza. Los comunicadores de hoy quieren informarse por lo primero que lean en el grupo de difusión y así no debe ser. Por buscar ser el que primero publica en las redes, difundieron una Información carente de verdad.

Toda esta cadena de Fake News a nivel nacional es responsabilidad de los periodistas que todos conocemos. La tragedia que enluta a Distracción fue tratada con irresponsabilidad por varios medios que prefirieron la especulación antes que la investigación. No se puede jugar con el dolor de las familias, ni convertir una desgracia en un arma electoral o en un titular sensacionalista, ¡hay que respetar!!!

Distracción no es un campo de guerra política. Aquí, después de cada elección, seguimos siendo amigos, primos, compañeros de trabajo, socios, compañeros de parranda, vecinos de calle. No existe razón alguna para que la política sirva de excusa marketinera para ocultar verdades que imposibilitan el fin de esta violencia.

Esta es solo la primera de una serie de columnas que escribiré desde la verdad, sin ambages ni miedo, para que la memoria del domingo en que perdimos nuestra paz sirva como punto de partida hacia un pueblo más consciente, unido y justo.

Porque, aunque ya no podamos devolverles la vida a Tito y a Mundo, sí podemos evitar que muertes como esas se repitan. Y para eso, el primer paso es mirar al cielo, y pedirle a Dios que nos devuelva la luz que el ego nos arrebató.

 

Luis Alejandro Tovar

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4 comentarios de “CARTA DESDE EL DOLOR: LA MAÑANA DE DOMINGO QUE PERDIMOS NUESTRA PAZ

  1. HannerJoseConsultasPedagógicas dice:

    Excelente escrito con argumentos muy válidos, el texto nos invita a reflexionar y hacernos más racionales.
    Felicitaciones.

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