COLOMBIA: DEMOCRACIA BAJO FUEGO

Las elecciones presidenciales de 2026 van a ser un punto de quiebre para Colombia. Nos jugamos el todo por el todo. Si nos descuidamos, podríamos terminar en la misma historia que ya han vivido otros países: un gobierno de extrema izquierda que se queda pegado al poder como chicle en zapato. ¿Ejemplos? Venezuela y la Alemania nazi. Ambos llegaron con votos y después convirtieron la democracia en su propio juguete.

Hugo Chávez aterrizó en Miraflores en 1999 con un discurso de justicia social que sonaba bonito, pero resultó ser puro cuento. Poco a poco, torció las reglas, desbarató instituciones, puso a su gente en todo lado y se armó un sistema que, hasta el sol de hoy, mantiene a Venezuela atrapada en una crisis que ha sacado a millones de personas del país y que ha causado hambre extrema y graves violaciones a los derechos humanos. Lo que empezó como «el poder para el pueblo» terminó en «el poder es mío y no lo suelto».

Si nos vamos más atrás, Alemania tiene una historia similar. Hitler tampoco se tomó el poder con un golpe de Estado, aunque lo intentó al igual que Chávez, y al igual que Chávez también fue elegido por vía legal-electoral. En 1933, el Partido Nazi se vendió como la solución a todos los males de Alemania, y en menos tiempo del esperado, acabó con la democracia, instauró un régimen totalitario y metió al mundo en una guerra. Muchos dictadores no llegan con botas y fusiles, sino con discursos y promesas.

Ahora, con Gustavo Petro en la Casa de Nariño, hay señales que no podemos ignorar. El presidente vive en pelea con las instituciones, le tira duro a la prensa, usa el Estado como si fuera su empresa familiar y, por ahí derecho, deja abierta la puerta para seguir en el poder. Si en 2026 la cosa se les da, podríamos quedar atrapados en el mismo destino que han sufrido otros países. Evo Morales en Bolivia y Pedro Castillo en Perú también tuvieron intenciones similares que Hugo Chávez y sólo fueron frenados por una ciudadanía decidida y en resistencia.

Aquí es donde las nuevas generaciones tienen que ponerse las pilas. No se pueden quedar de brazos cruzados viendo cómo avanza esta situación. Es fácil decir «todos los políticos son iguales» y alejarse, pero eso solo le sirve al que quiere hacer de las suyas sin que nadie le ponga tatequieto. Si no quieren que les impongan un modelo que socave la democracia, hay que leer, abrir los ojos, debatir, votar con criterio y no dejarse engañar con promesas vacías.

Colombia todavía tiene chance de librarse de este riesgo. Hay que defender las instituciones y no dejar que nos manipulen. Si no aprendemos de lo que ha pasado en otros países, después no digamos que no nos avisaron.

 

Andreas Mariano Althoff Ospina

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