CONSTANTES EN TODOS LOS CAMINOS

Santiago Capítulo 1

Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada. Santiago 1:2-4

El versículo 4 de este capítulo, finaliza con algo que a todos nos encanta escuchar “no les hará falta nada”. ¿Cuantos no quisiéramos vivir en plenitud? ¿Cuantos hoy a pesar de tener muchas cosas nos sentimos incompletos? Si te dijeran que hay una condición para alcanzar esa plenitud ¿la aceptarías? Esta palabra es una promesa de Dios, pero hay algo que es necesario que suceda en nosotros antes de experimentar está totalidad y es desarrollar la capacidad de ser constantes.

Una de las definiciones de la palabra CONSTANCIA es: voluntad inquebrantable y continuada en la determinación de hacer una cosa o en el modo de realizarla. También, es definida como el valor y la cualidad que poseen algunas personas en cuanto a ser perseverantes y determinados ante un propósito o decisión. En este sentido, la constancia entonces requiere dos cosas fundamentales: perseverancia y determinación.

La perseverancia es una cualidad que te permite sobreponerte a los desafíos y problemas que puedan presentarse en la vida. Es comenzar de nuevo desde el lugar donde dejaste algún asunto y capitalizar las experiencias para hacer los correctivos necesarios y seguir avanzando en las metas trazadas. Por su parte, la determinación procede del vocablo latino “términus” que traduce término, es una decisión o resolución, que implica a su vez valor y coraje. A propósito de esto, dice en la palabra: Determinarás asimismo una cosa, y te será firme, Y sobre tus caminos resplandecerá luz. Job 22:28

Según algunos expertos la clave para ser constantes es la repetición sistemática de alguna cosa, aunque parezca algo aburrido y según la ciencia, para cambiar un hábito hay que hacer lo opuesto durante por lo menos 21 días seguidos.

¿Cuantos al terminar cada año nos fijamos metas?, para algunos bajar de peso, para otros hacer ejercicio, profundizar en la oración, estudiar una especialidad, comprar casa, etc.  De hecho, comenzamos a hacer lo que corresponde para lograr los propósitos, pero con el transcurrir de un tiempo terminamos en nada y el problema radica en nuestra firmeza para mantenernos haciendo lo que corresponde.

Por ello, precisamos desarrollar la constancia en todo lo que hacemos, no debemos titubear entre dos pensamientos, la tendencia actual es que pensamos una cosa hoy y mañana otra, tomamos una buena decisión, pero no nos mantenemos en ella. Al respecto el Apóstol Santiago enseña que cuando somos inconstantes en una cosa, generalmente resultamos siendo inconstantes en todas las demás. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos. Santiago 1:8

Así mismo, en los evangelios podemos observar dentro de las disertaciones del Señor Jesús sobre los últimos días, como enfatiza en la actitud que debería predominar entre sus seguidores para asumir el futuro, en Marcos 13:13 dice: Todos los odiarán a ustedes por ser mis seguidores, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. Jesús hace referencia a un panorama exigente de persecución, situaciones hostiles y dificultades, a través de las cuales la fe de sus discípulos sería probada indefectiblemente.

El apóstol Santiago nos enseña que el desarrollo de la constancia se produce cuando la fe es probada y en la prueba tenemos la oportunidad de desarrollar esta virtud ¿por qué? por qué la fe es bíblicamente (hebreos 11:1) tener la plena seguridad de recibir lo que esperamos y estar convencidos de la realidad de las cosas que no vemos. Entonces necesitamos estar enfocados en eso que esperamos, en la promesa que Dios nos ha dado, en la meta y los propósitos de Dios para nuestra vida, independientemente de las adversidades, de las aflicciones y los problemas, no podemos perder de vista lo que esperamos, eso que Dios dijo que haría en nuestra vida. Este enfoque es lo que hace que resistamos, que no desmayemos, que perseveremos, no nos desanimemos y si nos desanimamos volvamos a recordar para donde es que vamos y recobremos el ánimo.

Para ello, la constancia debe comenzar en nuestra mente y corazón. Debemos perseverar en nuestra forma de pensar, renovar nuestra mente a diario y escoger pensar lo bueno (Filipenses 4:8), lo verdadero, cambiar los pensamientos de derrota por pensamientos de fe, de valor, de esperanza y de bienestar; y no es suficiente con pensar bien un día o solo por momentos, es obligatorio que seamos constantes en nuestros buenos pensamientos todo el tiempo.

En este sentido, hay muchas áreas en las que debemos ser constantes (cada uno deberá hacer el análisis de manera personal), pero nos concentraremos en dos que a todos nos ayudaran a perseverar en el resto: la oración y los buenos pensamientos.

  1. ¿Por qué ser constantes en la oración? La oración nos acerca al corazón de Dios, sus palabras alientan nuestra alma para seguir adelante y a través de ella nos revela sus secretos y estrategias para evitar las zancadillas del enemigo, que siempre buscara que fracasemos.

Salmo 145:18 El Señor está cerca de todos los que le invocan, de todos los que le invocan en verdad.  Esta palabra dice que Dios está cerca de los que le invocan en verdad, es decir sin dudar. Con relación a esto, Santiago aconseja en el cap. 1:6: Eso sí, debe pedirla con la seguridad de que Dios se la dará. Porque los que dudan son como las olas del mar, que el viento lleva de un lado a otro.

Dudar equivale a ser una persona con un estado de ánimo fluctuante, piensa hoy una cosa mañana otra y eso se llama inconstancia. Desde luego, este tipo de personas no puede lograr resultados de éxito en las cosas que hace.  Orar por algo, creer que lo vamos a recibir y esperar la respuesta de Dios, haciendo todo lo que se deba hacer en concordancia con lo que se ha pedido, es muestra que se tiene un solo ánimo.

  1. ¿Por qué ser constantes en los pensamientos de bien? Isaías 26: 3 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.  En el hebreo original, la frase “completa paz” es Shalóm. Qué significa: plenitud, bienestar, salud, prosperidad, tranquilidad, contentamiento. Esta completa paz que nos da Dios abarca todo, pero es el resultado de perseverar en el pensamiento en Dios y esto incluye nuestras emociones.

¿Cómo pensamos hoy? ¿En qué pensamos permanentemente? Haz el ejercicio por un día de estar atento a lo que piensas, seguro te sorprenderás y descubrirás en muchos casos que tu mente se encuentra divagando en cosas que te llevan a desanimarte, afectan tus emociones y decisiones de forma negativa y te llevan a tomar caminos equivocados.

Para cambiar la forma como pensamos, necesitamos cambiar la forma en que alimentamos nuestra mente. Para ello, es necesario leer, meditar y apropiar la palabra de Dios y dejar que esa palabra se convierta en nuestra verdad. Solo así podremos hacer frente a la duda, sobre todo en medio de las situaciones adversas en las que vemos que no pasa nada.

La fe es probada, y no es algo agradable, pero es fructífero, dado que solo así pueden desarrollarse en nosotros los frutos del Espíritu santo. A través de esto Dios nos está moldeando más para ser como Cristo y que así entonces seamos perfectos y completos, y nada nos falte.

Reflexión: ¿En qué cosas has sido inconstante? ¿Qué es aquello que no has alcanzado por falta de constancia?

Dios quiere que todos tengamos en El una vida plena, pero somos nosotros quienes nos limitamos. La promesa es: “el que perseverare hasta el fin ese será salvo”. Pidamos a Dios que nos ayude a ser constantes y no dejemos que la fatiga, la pereza, la frustración, el desánimo, la desesperanza o el enemigo impidan que alcancemos todo lo que Dios quiere que logremos.

Dios nos creó a su imagen y semejanza, y en El no hay sombra de variación; nuestro mejor referente de constancia es El, quien a pesar de nuestros tropiezos, nuestras debilidades y momentos de quiebre, no nos reprocha, sino que con su paciencia y amor nos levanta, nos anima, nos remonta a las alturas.  El no abandona la obra de sus manos cuando la fe mengua, sino que la perfecciona hasta culminarla.

Vicky Pinedo 

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