La culpa la tuvieron los Padres Agustinos del Liceo de Cervantes de Barranquilla, quienes en sus lecciones de historia me pusieron desde niño a soñar con Estambul. Esa ciudad fue fundada con el nombre de Bizancio en un promontorio rocoso alrededor del año 667 antes de Cristo. Y después se llamó Constantinopla. Es una ciudad transcontinental, ubicada en el estrecho del Bósforo, que separa Europa de Asia. Es una de las ciudades más pobladas del mundo y la más poblada de Europa. Ha sido la capital de los imperios romano (330-1204), latino (1204-1261), bizantino (1261-1453) y otomano (1453-1922). Tras la caída de Constantinopla ante los otomanos en 1453, la ciudad se fue transformando progresivamente en una ciudad musulmana. Sin embargo, la influencia del cristianismo es innegable y se mantiene hasta hoy. Las guerras suelen reconfigurar la geografía del mundo y este caso es un botón de muestra. Después de la Primera Guerra Mundial, el 29 de octubre de 1923 fue promulgado el Estado de TURQUIA y el parlamento turco trasladó legalmente la capital a la ciudad de Ankara. En octubre de 2023, se celebró el centenario de esta joven nación.
Toda esa simbología empezó a alojarse en la mente curiosa de aquel niño que había llegado a Barranquilla a comienzos de la década del 70, cuando se inició la génesis de un anhelo que no estaba seguro de que se haría realidad. Escuchar el relato de mis profesores de historia hizo que se sembrara en la memoria el calificativo de “Ciudad Bisagra”, pues era la compuerta entre dos continentes. Y también, el hecho de que la toma de esta ciudad cristiana por los otomanos en 1453 fue tan notable en la historia universal, que ese suceso se convirtió en una frontera de tiempo entre la Edad Media y la Edad Moderna. Por esos antecedentes, resultó muy fácil responderle a Ivonne una pregunta que me hizo a quemarropa una noche cualquiera, mientras cenábamos.
- ¿Hay alguna ciudad que quisieras conocer?
- Estambul, respondí sin ninguna vacilación.
Aunque la corta conversación terminó sin ningún plan hacia el futuro, estoy seguro que esa noche comenzó la gestación de ese viaje que realizamos entre abril y mayo de 2022. Es decir, hace exactamente dos años.
La planeación del viaje comenzó con casi un año de antelación. Ivonne en una conversación informal le dijo a su prima Iris Marga Acuna Aroca que nos gustaría viajar a Turquía. Inmediatamente Iris exigió no ser excluida del convite. También mi suegra Rosarito tenia los zapatos calientes, pues decía que había pasado mucho tiempo desde los viajes realizados a México y España. Que ya estaba bueno de tanto descanso. Y le hizo saber a Ivonne que tenía un par de amigas dispuestas a colgarse el morral para viajar con nosotros. Por su parte, Iris también tenía una complacencia familiar no resuelta y necesitaba que su hermano Rodolfo la escoltara en esta aventura. El asunto fue que la expedición terminó involucrando a siete viajantes cuyas edades sumaban más de 525 años, ante lo cual mi primo Abraham Romero se vio precisado a advertirme: Primo, manténgase alerta, pues van a creer que usted es el director de un asilo.
El diseño del viaje se hizo bajo algunas premisas importantes. Visitaríamos solamente un país, con el fin de hacer un turismo especifico, pues Ivonne no compagina mucho de los viajes multidestinos. Ella prefiere sacarle el jugo a cada territorio, para evitar el riesgo de encontrarse de repente con la brújula geográfica obnubilada en cualquier amanecer. El grupo arrancaría desde Miami, se contrataría el servicio de un guía turístico exclusivo y habría completa cobertura de seguro médico, habida cuenta del calendario acumulado de los viajantes.
El día jueves 28 de abril de 2022 a las 11:35 am, abordamos el vuelo TK-158 de Turkish Airlines que cubría el trayecto Miami-Estambul. Fue un vuelo directo de 11 horas y 20 minutos. Cuando llegamos a Estambul, eran las 6 de la mañana, hora local. Aterrizamos en uno de los aeropuertos más grandes y más modernos del mundo. Pasamos el filtro de inmigración sin novedades y una van nos esperaba para el traslado al hotel. La travesía del aeropuerto al hotel se hizo al despuntar el día y el primer impacto percibido fue la sensación de que era una ciudad genuina, autentica y sin parecido a ninguna otra. Estaba construida sobre un territorio escarpado y parecía que un halo invisible se encargaba de vigilar su historia. En ese momento sentí la fuerza de una frase de Napoleón Bonaparte, que las agencias turísticas han utilizado para destacar su importancia: “Si la Tierra fuese un solo estado, Estambul seria su capital.
La van nos llevó hasta el Hotel “Barceló Istanbul Taksin”, donde nos registramos y ocupamos tres habitaciones. Ivonne Urbina y Orlando Cuello en una. Rodolfo Acuna y Bertha Henríquez en otra. Y en la tercera se alojaron Iris Acuna, Mary de Torres y Rosario de Urbina. Estábamos listos para comenzar nuestra aventura de 14 días en Turquía.
(continuará…)
Orlando Cuello Gámez