Se impone en esto de la cultura ciudadana, convivencia y seguridad, diseñar, implementar y evaluar una política pública, que a todos incluya como promotores, con una pedagogía que comprometa a la sociedad entera y debe partir de una pedagogía pública social para modificar comportamientos, sin vulnerar derechos y libertades ciudadanas, sino que a partir de diagnósticos locales se identifiquen los factores asociados a los problemas de inseguridad y convivencia ciudadanas, se propongan estrategias, planes y acciones pertinentes y se articule la sociedad, desde la familia y demás escenarios sociales (barrio, instituciones educativas, espacios públicos y laborales), aprovechando el deporte y el arte, como medios de difusión masiva de la seguridad y convivencia.
La pedagogía debe llevarse a la comunidad, entrando en contacto directo con las personas o por medio de los líderes sociales o naturales, para que a partir del núcleo social, que es la familia, en forma de espiral, se abarquen los demás espacios relacionales, con el fin de construir una red social en buenas prácticas de convivencia pacífica, para fortalecer la seguridad ciudadana. Mediante foros, mesas redondas, talleres, y actividades lúdicas, según el contexto social, desarrollar una pedagogía para facilitar la comprensión del mensaje por parte de la comunidad y lograr cambios de comportamiento y de actitudes.
Necesario generar una estrategia de mercadeo pedagógico, llevar la convivencia a los hogares y espacios sociales, comprometer la familia en la formación y cumplimiento de la ética, la urbanidad y el civismo, como formas de convivencia pacífica. Crear conciencia en la comunidad sobre su participación en los asuntos que la afecten, convertirla en actor principal de las políticas públicas que diseñen las autoridades con aporte de información, seguimiento de la política y exigencia de resultados; interesando que las autoridades territoriales y locales, elaboren, implementen y evalúen la política con base en una estrategia coeducadora, donde se comprometa familia, vecindad, espacios escolares y sociales.
Estas campañas deberán estar orientadas a reconocer los hechos de buena convivencia; crear conciencia sobre el compromiso que tiene la familia en la formación de valores, la urbanidad y la cívica; promover el desarme, tanto de armas blancas como de fuego; formar en valores, urbanidad y cívica, a los niños y a los jóvenes; evidenciar las consecuencias negativas del uso indebido del alcohol y de las drogas; demostrar que la corrupción no paga; que el irrespeto a las normas, ocasiona hechos lamentables como la pérdida de vidas humanas; crear conciencia sobre la necesidad del respeto a la diversidad; las consecuencias negativas de la falta de respeto al equipamiento público; mejorar el entorno donde se vive; Difundir los mecanismos de resolución de conflictos que ofrece el Estado, a través de la ley; fomentar la solidaridad, frente a hechos de intolerancia y la resolución pacífica de los conflictos, en las relaciones de pareja; promover la educación vial, en las instituciones educativas, desde la edad preescolar; fomentar la cultura del respeto y conservación del ambiente, la urbanidad y el civismo en los espacios públicos. Sistematizar las experiencias exitosas que demuestren su impacto en la cultura ciudadana, mediante un Observatorio de Cultura y Convivencia Ciudadanas, que permita evaluar los resultados y los avances.
Ethel Carolina Cerchiaro Figueroa
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